La vida puede convertirse en un abismo, cuando el tiempo es irreversible
1
Un Nuevo Juego
01 de Noviembre de 2030
Paris, Francia
Los habitantes de la Calle Albane estaban conmocionados. Algo muy extraño había sucedido en la tienda de abarrotes. Esa noche, se sintió una presencia macabra que envolvió el sitio por completo.
—Shhhh. A todas las unidades. Necesitamos equipo médico y forense en la Calle Albane —dijo el Comandante Paul Curie desde su radio comunicador.
Paul era un hombre de piel morena, sin cabello, y de ojos café. Poseía una actitud rigurosa que adoptó con el pasar del tiempo. Él había encontrado a una jovencita afuera del Edificio Hálène, diez años atrás, cuando era tan solo un policía. Esa joven era Anette. Jamás olvidaría ese momento; y las consecuencias que atrajo la desaparición de aquellos chicos.
La tienda de abarrotes estaba cubierta con una especie de masa negra y viscosa. De sus ventanas, brotaba una cantidad de sangre absoluta. Parecía que se había repetido aquella fatídica tragedia del año 1999. Pero esta vez, a mayor escala.
En el área posterior de la tienda, se hallaba una niña de 8 años, tendida en el suelo. Su nombre era: Charlotte Braud. Tenía una abundante cabellera rubia, y sus ojos azules turquesa. Estaba en estado de trance.
—¡Oye, pequeña! —dijo el Comandante Curie, mientras intentaba hacerla reaccionar.
La pequeña solo veía a la nada; pero estaba viva. Era la única sobreviviente del macabro juego que se inició adentro de la tienda.
Curie tomó de su cinturón el radio comunicador, mientras sostenía la cabeza de la pequeña Charlotte con la mano izquierda.
—Shhhh. ¿Dónde demonios está el equipo médico? Esto no es un juego.
—Shhhh. Ya va en camino, señor. Tienen un retraso por el tráfico.
—No es de mi incumbencia. Que enciendan la maldita sirena —dijo en tono de disgusto—. ¡MORANDÉ!
—¡Señor...! —respondió Roel Morandé.
Él era un hombre joven de 32 años, de cabello negro, y ojos verdes. Tenía el cargo de Oficial en Jefe.
—Necesito que entres al edificio y revises todo el lugar. Infórmame de la cantidad de víctimas fatales.
—¡Como ordene, señor! —dijo Morandé, mientras hacía una señal a su equipo policial.
Morandé estaba preparado para entrar. Sin embargo, a su mente llegaban imágenes de un incidente presenciado en su niñez, mientras observaba la puerta. Eso provocó que comenzara a agitarse.
...
Era el año 2008 en Pierrette, Paris. Roel Morandé de 10 años de edad, jugaba con sus amigos en la calle. Corrían sin parar, mientras montaban sus pequeños vehículos de juguete, elaborados con delgadas láminas de madera.
Sus risas alegraban a todo aquel que los observaba. Era tan contagiosa, que algunas personas se detenían en medio de la acera para verlos disfrutar de sus juegos.
Ese alegre día, pronto se impregnó de un ambiente pesado e incómodo. El padre de Noah Dumont, un chico afroamericano, de cabellera corta, y ojos pardos, llegó al lugar donde se encontraba jugando. Con enorme ira, lo tomó de su camisa.
—Te dije que no quería verte jugando más con estos chicos.
—Papá; solo estoy divirtiéndome un ra...
—¡No me importa, Noah! Ya te lo había advertido —dijo su padre con un tono cortante.
Noah fue arrastrado hasta su casa, mientras sus amigos lo perseguían. Los gritos del chico se podían percibir a lo lejos.
Luego de cerrar las puertas, una discusión inició, entre Noah, y su alterado progenitor. Luego de un rato, mientras los chicos observaban hacia la puerta de la casa, un disparo se escuchó en el interior.
Todos los chicos huyeron del lugar, menos Roel; quien no apartaba su mirada de aquella puerta caoba, que escondía una fatal tragedia.
Noah Dumont de 11 años, había muerto. Su padre cegó su vida a temprana edad, solo por el capricho de alejarlo de sus amigos.
...
Jules Dumont; fue trasladado a la comisaría, mientras el cuerpo de su hijo era cubierto por un equipo forense, con un papel brillante de color negro.
Mientras todo esto pasaba, la madre de Roel lo tomaba de los hombros. Él no podía apartar la mirada de aquella entrada. Luego de unos minutos, el cadáver de Noah fue trasladado a un vehículo forense. Así, la puerta se cerró para nunca más abrirse.
...
Una lágrima corrió por la mejilla derecha de Roel, mientras observaba la puerta de la tienda. Esta se asemejaba mucho a la de Noah. Era de color caoba, y tenía un aspecto rústico, como pocas en parís.
—¿Sucede algo, señor? —preguntó uno de sus oficiales.
Roel volteó parcialmente, y respondió:
—No pasa nada... ¡Vamos a entrar! Quiero que revisen todo el lugar. Cada esquina. Hasta el más pequeño agujero.
Luego de estas palabras, Morandé le propinó una colosal patada a la puerta. Así, él y todo su equipo policial entraron al edificio. Registraron todo el lugar por completo; pero no había nadie en su interior, solo una cantidad exuberante de sangre en las paredes, y muchas huellas de manos que abarcaban hasta el techo.
De pronto, notó unas palabras escritas con sangre, en un vitral adyacente a una mesa de golosinas.
«Nadie escapa del Escondido»
ESTÁS LEYENDO
Escondido, un Juego de Muerte
TerrorUn juego que parecía ser inofensivo por años, causa revuelo en la Ciudad de París, luego de una serie de acontecimientos relacionados con eventos paranormales. El Demonio de Alexandre Bernard, regresa para tomar venganza a través del juego, transfor...