9. La Respuesta

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El Coronel Bouvier fue en búsqueda de la familia de Roel y Curie, acompañado de cuatro agentes de la policía. Lena estaba confundida.

—¡Coronel! ¿A qué debo el honor de su vista?

—Lena; realmente lamento que esta visita no sea de cortesía. Tengo una noticia que darte.

—¿Le pasó algo a Roel?

—Sí... Pero no es lo que piensas. Está detenido.

—Eso no tiene sentido.

—En estos momentos hay muchas cosas que no tienen sentido.

—¿Por qué Roel está detenido?

—Hay un video que lo incrimina como el autor material de la masacre en Bennet.

—¿Las victimas de El Escondido?

—Esas víctimas no son de El Escondido. Son de Roel.

—¡Es absurdo! Él estuvo conmigo durante toda la semana. Tenía un permiso especial por la salud de mi padre. Usted sabe que es así.

Bouvier dudó por un instante.

—Lo sé, Lena. Pero hay evidencias que dicen lo contrario.

—Él es inocente, Coronel.

—No puedo certificar eso. En realidad no vine para hablarte del tema. Estoy aquí para llevarlos conmigo. Necesito ponerlos a salvo de cualquier eventualidad. ¿Están todos en casa?

—Sí. Menos mi esposo.

—Lena, por favor. No lo hagas más difícil. Deben venir conmigo.

—Quiero ver a Roel.

—Prometo que te llevaré con él.

—¿A dónde iremos luego?

—A mi casa. Hay un refugio en el área inferior. No puedo asegurar que ese demonio no tendrá acceso. Al fin y al cabo, es un ente. Pero fuera de eso, estarán a salvo.

—¡Bien! Denos unos minutos.

—Esperaré aquí.

...

Roel fue trasladado a una celda. Solo pensaba en su familia. El miedo de perderlos estaba por encima de cualquier cosa.

De pronto, mientras contemplaba la portezuela de la celda, un oficial apareció y abrió una ventanilla a mitad de la puerta.

—Roel Morandé. Por favor introduzca sus manos en la ventanilla.

—Descuide, sé cómo es el proceso. ¿Qué sucede?

—Tienes visita —dijo el oficial, mientras le colocaba las esposas.

—¿Es mi familia?

—No. Es una mujer. Dice que te conoce.

Roel estaba confundido.

Morandé fue llevado a una sala de visitas. En el recinto se hallaba una mujer rubia, de ojos verdes, y vestida con una gabardina roja.

El oficial sentó a Roel al frente de una mesa que dividía a ambos.

—Tienen treinta minutos.

—Eso será suficiente —dijo la mujer.

Luego de que el oficial cerrara la puerta, ella habló:

—Escúcheme, Monsieur Roel...

—¡Un momento! ¿Quién rayos es usted?

Escondido, un Juego de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora