5. Sueño Siniestro

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Roel llegó a su casa a las ocho de la noche. Estaba sumamente agotado. Su hijo lo recibió, mientras él colgaba la gabardina en un perchero al lado de la puerta.

—¡Papá!

—¡Hola, campeón! ¿Qué tal tu día?

—Muy bien, papá. Mamá y yo nos divertimos con algunos juegos de mesa.

—¡Dios! Juegos de mesa... No me gustan los juegos de mesa.

—Ya sé por qué lo dices, querido —dijo Lena, saliendo de la cocina.

—Hola, Cariño. ¿Cómo te sientes?

—Todo ha sido muy difícil; pero así es la vida, cariño. No podemos regresar el tiempo. ¿Cómo te fue con esa emergencia?

Roel caminó hacia un sofá que adornaba una pequeña estancia, y se sentó.

—Necesitamos hablar, Lena.

—Cariño, por favor ve a tu alcoba. Yo iré en un minuto —dijo Lena a Axel.

—Sí, mamá... hoy quiero que papá me lea el cuento de los piratas.

—Así será, hijo.

Axel subió, y Lena se sentó en el sofá que se hallaba al frente de Roel.

—¿De qué se trata, querido?

—... Él ha vuelto, Lena.

—¿Quién?

—El maldito demonio del Escondido.

—Pero... ¿Cómo es eso posible?

—Aún no lo sabemos. Ocurrió una desgracia a las afueras; en Bennet. Es el mismo escenario.

Lena se cubrió la boca con ambas manos.

—Sé que parece una locura; pero es real. Ahora tengo que resolverlo. No sabemos cuál será su próxima jugada.

—¿Pensaba que habían acabado con todos los tableros?

—Yo también. Pero al parecer alguien no cumplió con eso. Realmente no sé cómo pasó. Por cierto... ¿dónde está Zoé?

—Está dormida. Tuve que suministrarle un calmante.

—¡Bien! Necesito decirte algo más...

—Me estás asustando de nuevo. Por favor, Roel. No quiero escuchar otra mala noticia. Ha sido una semana agitada.

Roel suspiró.

—No sé cómo vayas a tomarlo. Pero... El Coronel me nombró Comandante el día de hoy.

—¡Roel! Esa es una excelente noticia.

—Para mí no lo es, Lena. Acabamos de sepultar a tu padre. Es injusto suplantarlo tan rápido.

Lena se levantó del asiento y se arrodilló a los pies de Roel.

—Escúchame, Cariño. Mi padre confiaba mucho en ti. En tus capacidades. Dónde quiera que se encuentre, está feliz de que tú ocupes ese lugar.

—Él le envió un mensaje holográfico al Coronel. En teoría... fue su última voluntad.

—Eso lo deja más claro —dijo Lena, levantándose.

—Necesito tomar un baño. Estoy exhausto. Yo iré con Axel, luego. Hoy me toca convertirme en pirata.

—A él le fascinan tus cuentos dramatizados.

—Sí. Es mi alegría ante tantas dificultades.

—Ve, cariño. Te amo —dijo Lena, dándole un enorme beso.

—Yo también.

...

Finalmente llegó la hora de dormir. Roel y Lena pretendían descansar, después de un fatídico día. Luego de apagar una lámpara a su diestra, Roel intentó conciliar el sueño. Aunque parecía difícil, se quedó dormido muy rápido.

...

Roel se hallaba caminando por Champ de Mars. Estaba a metros de la Torre Eiffel, con su hijo y su esposa. Los tres disfrutaban de un momento agradable. Pero de pronto, todo cambió drásticamente. La Torre comenzó a derramar sangre, y todas las personas empezaron a correr despavoridas.

—Por favor, no se muevan de a... —dijo Roel a ambos. Pero ellos ya no estaban.

Luego, La Plaza del Trocadero se transformó en un río de sangre. Roel comenzó a correr. Sentía un miedo de muerte.

De pronto, cambió drásticamente de lugar. Ahora se encontraba en el Centro de París. Estaba rodeado de muchos edificios.

—¿Qué demonios sucede?

En cada edificio se plasmó un enorme número cincuenta. Estaba formado con sangre coagulada.

—¡No es posible! Esto tiene que ser una broma.

Morandé...

—¿Quién dijo mi nombre?

He regresado por ti.

—No. Esto no está pasando.

Sí está sucediendo, Roel. Es tu destino. El fin del juego se acerca.

—¿Cómo regresaste, Malnacido?

De pronto, del suelo emergió aquel ente de tonalidad negra; como un demonio surgiendo del infierno. El cielo cambió de color. Todo se volvió oscuro en segundos.

—¡Alexandre Bernard!

Qué bueno que recuerdas mi nombre. Porque será lo último que escucharás.

—No te saldrás con la tuya.

Voy a convertir a París en un infierno. Luego, me llevaré tu alma.

Así, todos los edificios se destrozaron por completo, y el conteo comenzó. La sangre quedó suspendida en el amplio y oscuro firmamento.

Luego, el demonio se acercó a Roel.

El juego ya ha comenzado. Y solo uno saldrá de aquí con vida. Lamentablemente, tú no serás ese sobreviviente.

—Voy a detenerte.

Nada me detendrá. Yo he ganado, Roel. Observa las consecuencias de tus actos.

Roel comenzó a contemplar su alrededor. Muchas personas salían del interior de las ruinas, mostrando un rostro putrefacto y colmado de sangre.

—No... esto no debe suceder.

Roel volteó a verlo, y el demonio tenía a Axel tomado del cuello.

—¡AXEL! POR FAVOR, SUÉLTALO. ÉL NO TIENE LA CULPA DE NADA.

París se convertirá en un Limbo, Morandé. Plagado de almas perdidas. Mi venganza será implacable.

—Si debes vengarte de alguien, que sea de mí. Nadie merece sufrir esta condena.

Ya es tarde... —dijo el demonio, mientras el piso comenzaba a romperse.

De pronto, el suelo se derrumbó, y Morandé cayó en un enorme hoyo con todas estas personas.

—¡NOOOO!

...

—¡NO LO HAGAS, POR FAVOR! —dijo Roel, despertándose del sueño.

Lena encendió una lámpara a su izquierda.

—¡Calma, cariño!

—EL REGRESÓ. VA A MATAR A TODOS. ¿DÓNDE ESTÁ AXEL?

—Querido, fue una pesadilla. Todo se encuentra bien. Axel está en su alcoba.

Roel abrazó a Lena, y comenzó a llorar incontrolablemente.

El sueño había sido tan real, que recordó de pronto las palabras del Coronel. Probablemente sí estaba padeciendo de trastornos de ansiedad; y eso provocaría que su mente divagara constantemente. 

Escondido, un Juego de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora