2. ¿Quién es Charlotte Braud?

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Paul y Roel, llegaron al estacionamiento del Hospital Galèn. Bajaron del vehículo, y se dirigieron al área de elevadores.

—¿Sabes en qué habitación está la pequeña? —preguntó Morandé.

—Seguramente se encuentra en observación —dijo Curie, mientras realizaba una llamada a través de un dispositivo holográfico que tenía en su bolsillo.

—¿Qué haces? —preguntó Morandé.

—Estoy comunicándome con Investigaciones. Necesito el nombre de la pequeña.

—¿No sabes su nombre?

—No habló, Morandé. Estaba aislada del mundo.

—Esto no está bien —dijo Morandé, colocando las manos sobre la puerta del elevador.

De pronto, el holograma de una mujer, emergió del dispositivo. Tenía una vestimenta de tonalidad blanca.

¡Hola! Soy Léa. Ha accedido a una red privada del Departamento de Investigaciones de París. ¿Cómo puedo ayudarle?

—Le habla el Comandante Curie, código de confirmación F-0202. Necesito una información urgente —dijo Paul—. Quiero el nombre de la niña que se llevaron esta mañana de la Calle Albane.

Espere un momento, por favor —dijo la operadora de Investigaciones, moviendo sus manos hacia un costado—. Su nombre es Charlotte Braud.

—¡Perfecto! Gracias.

—Que eficiencia la de Investigaciones —dijo Morandé en un tono irónico.

—¡Vamos! —dijo Paul, viéndolo con facciones de desprecio.

Ambos abordaron el elevador hasta el primer piso. Luego, caminaron por un largo corredor lleno de pacientes.

—No me digas que esa pobre niña está en este lugar —expresó Morandé.

—Soy Comandante, Morandé, no médico. Solo hice mi trabajo.

—No estoy culpándote. Solo fue un comentario.

Luego, llegaron al área de información; ahí estaba una joven enfermera de nombre Zoé Faure.

—Buenos días, Mademoselle. Estamos buscando a la pequeña Charlotte Braud.

—¿Cuándo llegó? —preguntó Zoé.

—Hace 2 horas. Es un aproximado.

La enfermera comenzó a buscar en un panel táctil que se hallaba a su derecha.

—¡Sí! Aquí está. Su médico de cabecera es Lucas Blanc. ¿Es usted un familiar?

—No. Soy el Comandante Paul Curie. Yo solicité su traslado.

—¡Bien! Pueden encontrarla al final del pasillo. Es el Área de Observación. División No. 8.

—Muchas gracias, Mademoselle.

—Es un gusto. Mi nombre es Zoé Faure, por cierto.

—Sí, pude notarlo en el gafete. ¡Gracias!

Paul y Roel caminaron hacia el Área de Observación. Este sitio tenía cabinas que simulaban habitaciones pequeñas. Estaba rodeado de muchas pantallas holográficas que mostraban los signos vitales de los pacientes. Así se aproximaron a la División No. 8; el sitio donde se hallaba la Pequeña Charlotte. Ella estaba sentada en su camilla, mientras una enfermera le suministraba un medicamento.

—Es ella —dijo Paul.

—¿Crees que una pequeña de cinco años, nos va a decir lo que sucedió en ese lugar?

—No tiene 5 —dijo la enfermera, saliendo de la cabina—. Tiene 8 años.

—Me alegra saber que ya puede hablar —dijo Paul.

—No ha dicho una sola palabra.

—¿Y cómo sabe que tiene 8 años?

—Esta pequeña es hija de Gabriel y Anais Braud. Dos de nuestros mejores cirujanos.

—¿Dieron con el paradero de sus padres? —preguntó Morandé.

—Aún no. Es extraño. Jamás dejarían sola a su hija.

Paul y Roel se vieron entre sí.

—¿Puedo intentar hablar con la pequeña?

—Puede intentar. Solo quiero que sepa, que ella hablaba mucho conmigo cuando venía al hospital. En ocasiones la ayudaba con sus tareas. Es una niña muy extrovertida. Jamás la había visto así. Si me disculpan, tengo que retirarme.

—Adelante...

Paul entró a la Cabina y se acercó a la niña. Morandé lo observaba desde afuera.

—Charlotte... ¿Me recuerdas?

—...

—Escúchame, pequeña. Quiero ayudarte. Necesito que hables conmigo. Te prometo que...

—No creo que la niña le dé lo que busca, Comandante —dijo Hugo Lefebvre.

Él era un hombre de 60 años que pertenecía al Departamento de Investigaciones.

—¡Lefebvre! Es un gusto verte —dijo Paul—. Ella es quien puede decirme que sucedió allá adentro. Créeme, es...

—Sé lo que es, Curie. Es el maldito juego. Llevo años investigando estos casos.

—Entonces sabes por qué estoy aquí. No encontraré respuestas en otro lugar. Ella es la última sobreviviente.

—La última de ayer...

—¿De qué hablas?

—Hay otro sobreviviente.

—¡Wow! Este juego tiene más sobrevivientes que el Titánic —dijo Morandé.

Lefebvre y Curie lo vieron con desprecio.

—A ver, Lefebvre. Dime lo que sabes.

—Te daré una dirección. Pero no digas a nadie quién te ayudó. Esto se ha mantenido en secreto. Ya sabes cómo es.

—Sí, lo sé.

—La dirección es: Bureau de Toilettes. 72, Rue des pretes-Floriane. Es un departamento de color verde, tercer piso.

—¿A quién debo buscar?

—A Antoine Roussel.

Escondido, un Juego de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora