Capítulo 16: Mitos que se vuelven realidad

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Al día siguiente, Orihime extrañamente se despertó muy temprano, dado que desde antes de su llegada a Karakura había estado durmiendo como un lirón. Esto le extraño a ella misma y a sus doncellas quienes solían madrugar todos los días para atender a su señora.

—Hoy ha madrugado Su Majestad.

—Sí, es extraño ¿Tal vez ya me cansé de dormir tanto? — Murmuro pensativa.

—Es aún muy temprano para tomar el desayuno. — La señora Miyako movió la silla del hermoso tocador color marfil e indico a la pelinaranja tomar asiento para comenzar a prepararla.

—Tal vez me anime a dar un paseo por los jardines. — Dijo animada. — Después explorare lo faltante del palacio imperial. — El día siguiente después de volver de compras había recibido un tour de una parte del palacio, al menos las secciones más importantes. Era demasiado grande y la misma Hinako le comento que tardaría varios días o incluso semanas en conocerlo en su totalidad, incluidos los palacios anexos, le informo que con conocer el palacio principal sería suficiente de momento.

—Muy bien ¿Qué vestido deberíamos ponerle hoy? — Hablo animada Hinako, Agatha se excuso unos minutos antes diciendo que vigilaría si Rena seguía durmiendo.

—Puedes vestirme como desees, seré su muñeca hoy señora Hinako. — Sonrió la reina.

—Que cosas dices pequeña. — Se río la mujer.

Paso poco más de treinta minutos, la preparación de Orihime no llevaba mucho tiempo ya que ella no requería de corsé, su figura ya era la de un reloj de arena y no esa necesario para remarcar sus curvas. Así que poco después Orihime salía de la habitación con un hermoso vestido azul con pequeños puntos dorados; era de mangas largas pero era muy fresco para el clima actual; a su espalda un par de cortes de tela simulaban ser como las alas de un hada al caer la tela grácilmente por parte de sus hombros y llegar hasta su rodilla; y su cabello había sido suavemente recogido dejando ver unos mechones sobre su angelical rostro, dejando ver la línea de su clavícula y la piel de su cuello.

—¿Me veo bien?

—Por su puesto. — Dijo la mucama sorprendida. — Orihime se ve linda hasta con harapos.

Orihime se sonroja levemente por el comentario de Hinako y salió de la habitación.

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Ichigo acostumbraba levantarse muy temprano todas las mañanas para practicar con su espada al igual que sus soldados, sin embargo debido al trabajo acumulado y los pendientes por organizar no se había podido dar el tiempo para ver el progreso de sus hombres, pero por fin había terminado los pendientes más importantes y en ese momento se encontraba en la arena.

Uno de sus hombres lo atacaba un golpe tras otro con arma en mano pero Ichigo no se notaba presionado en lo absoluto, el ataque que recibió en un instante de forma lateral fue limpiamente recibido por Zangetsu e Ichigo, quien esquivo hábilmente moviéndose a su izquierda, atacó con un ágil movimiento de su muñeca, provocando en un segundo una abertura en el área más vulnerable en la defensa del soldado quien se tambaleó provocando que su espada cayera de sus manos. Ichigo dio media vuelta y le dio una fuerte patada en el abdomen logrando que el pobre hombre fuera mandado a volar dos metros debido a la fuerza del impacto que había recibido.

—Majestad e-eso no es honorable en una pelea de espadas. — Murmuro el hombre adolorido mientras algunos de sus compañeros lo ayudaban a recomponerse y otros observaban a su monarca, admirados.

—¡Idiota! — Dijo enfadado el emperador lo cual hizo respingar a sus hombres. — ¡En el mundo real no siempre habrá gente honorable! Habrá enemigos que te ataquen a traición o que incluso tengan asesinos ocultos que saldrán a la luz en cualquier momento. — Dijo seriamente por su propia experiencia. — Sus enemigos querrán rematarlos lo más pronto posible y obtener la victoria, haz soltado tu arma demasiado pronto. ¡¿Qué clase de entrenamiento han estado recibiendo en el tiempo que me ausente?! — Los regaño enfadado.

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