Epilogo 2

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Los ojos le pesaban, sus manos se sentían débiles y le ardía la garganta ¿Que había pasado? Abrió los ojos lentamente y le ardieron al ver la luz del sol reflejándose en la ventana ¿Ya era tan tarde? Estaba a punto de oscurecer. Movió un poco su mano pero no fue posible porque sintió un peso sobre está.

—¿Ichigo? — Murmuro mientras acariciaba los cabellos de su esposo, este se removió inquieto y al verla abrió los ojos sorprendidos mientras se acercaba con suavidad y la abrazaba. — A-agua. — Pidió con voz ronca a lo que su esposo le tendió un vaso y bebió lentamente, una vez que terminó sintió como Ichigo llevaba su cabeza a su pecho.

—Orihime, no me hagas esto, nunca más. — Le rogó con voz ahogada, si no fuera porque lo conocía juraría que lloraba pero sabía que se estaba conteniendo para no hacerlo.

—¿Pero qué pasa con eso? — Sonrió levemente. — ¿Te preocupas por unas horas que me quede dormida?

—Orihime... Estuviste inconsciente una semana entera.

—¿Qué? — Lo mira atónica... entonces su cabeza recuerda algo importante y entra en pánico. — ¡¿Y mi bebé?! ¿Dónde está nuestro hijo?

—El bebé está bien, no le he puesto nombre esperando a que te recuperarás. En este momento está con mi madre. — La conversación se cortó cuando se escuchó la puerta abrirse y unos pasos en la habitación.

—Veo que ha despertado. — La condesa Retsu Unohana entro en la habitación y la vio respirar aliviada. — Me alegra que ya esté conscientes majestad.–Se acercó con suavidad a esta y reviso sus signos. — Todo está correcto, pero debo informarle que usted estuvo muerta un minuto.

—¡¿Qué?! — Dijo sorprendida.

—Tuvo un paro respiratorio, por suerte no tuve que tomar medidas y usted comenzó a respirar por sí misma. –Aclaro la doctora. –Sin embargo debo hacer énfasis de que esté parto ha sido el de mayor riesgo que he atendido.

—¿Si? –Tomo con fuerza la mano de Ichigo.

—Por eso debo informar a usted su majestad, la emperatriz, que no es recomendable que se vuelva a embarazar. — Dijo seriamente. — Su cuerpo quedó muy débil después del esfuerzo que hizo, así que otro embarazo sería mortal para usted.

—Sí, lo entiendo. — La cara de Orihime se apagó un momento pero se recuperó al sentir la mirada del emperador. — ¿Puedo... puedo ver a mi bebé?

—Iré a ordenar que la traigan. –Sonrió levemente la pelinegra, dejando a la pareja a solas.

Ichigo no soporto más y la beso con hambre, con desesperación, pudo sentir unos rastros de barba en su rostro, signo de que él la había estado cuidando todo ese tiempo y velando sus sueños.

—Sentí que te perdía. — Murmura con voz desesperada mientras llevaba la mano de Orihime a sus labios. — Que mi mundo se quebraba cuando caí en cuenta que podías dejarme.

—¿Y dejarte con seis niños a ti solo? Estoy segura de que los amas pero los malcriarías y consentirías demasiado al punto que se harían caprichosos. — Intento levantarle el ánimo pero el semblante de Ichigo no cambio.

—Mi princesa... — La llamo por ese mote cariñoso que amaba. — Ya no más. — Haciendo énfasis a su embarazo.

–Yo...

—Por favor Orihime... no mas ¿Qué haría yo en este mundo sin ti? — Pregunto apasionado. — Viviría monótonamente como un muñeco sin vida solo para esperar reunirme contigo en el otro mundo.

—No digas eso. — Dijo con suavidad acariciando su entrada de barba.

—Pero es la verdad. — Le dijo con un brillo en los ojos que mostraba su desesperación.

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