My Sweet Dad

"Capítulo 2 "

Narra T/N

—Bien, T/N. Aquí están las llaves del departamento, las del garaje y los papeles de la renta.

Hoy por fin terminé de pagar mi alojamiento aquí en Londres. Es un pequeño departamento, pero cómodo y accesible.

—Muchas gracias, de verdad —dije. El chico asintió y salió de mi nuevo hogar. Realmente estaba muy emocionada de empezar en un nuevo lugar.

Mi celular vibró sobre la mesa de la cocina.

—¡Mierda, voy tarde! —tomé el estuche de mi cámara y mi portafolios donde guardaba algunas fotografías. Cerré la puerta del departamento mientras intentaba acomodar el estuche, que se había enredado con mi bolso. En ese intento, choqué repentinamente con alguien, tirando lo que parecía ser una pañalera.

—Lo lamento, estaba distraída —dije, ayudando a recoger las cosas.

—No te preocupes —dijo esa voz... Esa voz la había escuchado hace dos días. Alcé la vista y me encontré con Tom y una carriola.

—¿Tom? —pregunté, sorprendida al terminar de levantar las cosas.

—¿T/N? —respondió él, sonriendo—. ¿Vives aquí? —preguntó, señalando mi puerta.

—Sí, de hecho, acabo de mudarme —le entregué el bolso.

—¿Otra sesión de fotos? —dijo señalando mi estuche.

—Oh, no, es que... —¿por qué estaba nerviosa?—. Es muy extraño, pero siempre pongo una alarma para captar directamente el sol. Es un... pasatiempo —Tom sonrió de lado—. ¿Y tú?

—Pensaba hacer un pequeño almuerzo con mi niña —dijo señalando la carriola.

—¿El superpapá está en servicio? —pregunté divertida mientras pedía el elevador.

—Tom siempre está en servicio —ambos reímos.

—¿Quieres acompañarnos? Digo, si no tienes inconveniente —dudé un poco.

—No quiero ser un estorbo —dije, entrando al elevador cuando las puertas se abrieron. Tomó la parte baja de la carriola para poder entrar con facilidad.

—Gracias —dijo al entrar.

—Se me hace extraño que un actor viva en un departamento —comenté con una sonrisa.

—Bueno, solo somos dos. No necesito una mansión para mi hija y para mí.

Fruncí el ceño, sorprendida. El elevador se abrió en la planta baja y me adelanté para abrir la puerta y que él pudiera pasar. Me volvió a agradecer y comenzamos a caminar a paso tranquilo.

—¿Solo vives con tu pequeña? ¿Eres divorciado? —pregunté nerviosa.

—De hecho... —comenzó, pero lo interrumpí.

—No es tu obligación contarlo si no quieres.

—Tranquila —respondió con una sonrisa. Me miró a los ojos y sentí un escalofrío—. Cuando Kiara nació, tres meses después su madre nos dejó por miedo. Prometí que sería ella y yo contra el mundo, y así he vivido los últimos meses.

—Kiara... es un bonito nombre.

—Por las circunstancias, tuve que escogerlo yo.

Lo miré apenada.

—¿Y tus películas? ¿Cómo acomodas tu tiempo?

—Mis hermanos y mis padres... Gracias a ellos puedo seguir trabajando. Y es un poco incómodo estar en la calle solo con la bebé, ya que me miran con mala cara. Es...