Capítulo 3

4.7K 250 8
                                        


Narra Tom

Hoy estoy en casa de mis padres. He estado de vacaciones desde que nació Kiara y he aprovechado cada día, ya que en unos meses viajaré a Los Ángeles para comenzar a grabar mi nueva película como Spider-Man.

—¿Y dime? ¿Contactaste a la chica del otro día? —mi mamá ha estado obsesionada con conseguirme una "novia", pero ser padre soltero no es nada fácil.

—No, mamá, no la contacté —respondí desde la alfombra de la sala mientras mi princesa ponía sus manitas en mis mejillas con una amplia sonrisa, tratando de ponerse de pie.

—¿No estuvo la otra vez con la fotógrafa de la revista? —mi mamá me miró con los ojos abiertos, y yo fulminé a mi hermano con la mirada.

—Solo es la vecina, no fue nada en serio —dije mientras mamá se acercaba, tomaba en brazos a Kiara y se sentaba en el suelo.

—Sé que es difícil encontrar a alguien más, cariño, especialmente después de lo que pasaste con Raquel —puse las manos en mi cara, suspirando—. Pero no quiero que estés solo, ni tú ni esta princesa, ¿sí?

Me senté bien y le di un beso en la mejilla a mi querida mamá.

—Pero mientras tanto, vamos a ser esta princesa y yo contra el mundo —empecé a hacerle cosquillas en la pancita mientras Kiara reía a carcajadas—. Te amo, bebé —le susurré al oído.

—Venga, te acompaño al auto.

Tomó a mi niña mientras yo tomaba sus cosas. Me despedí de mi familia y mamá me ayudó a acomodar a Kiara en su asiento.

—Sabes que tienes nuestro apoyo. Por cualquier cosa, me llamas. No me importa que sean las tres de la mañana.

La abracé.

—Gracias... También te amo —le di un beso en la cabeza y subí al auto.

Narra T/N

Estaba en el comedor tratando de editar las fotos para la entrevista en la que trabajo. Había pasado toda la tarde en eso, pero la inspiración no llegaba. Me dejé caer en la silla cuando sonó mi celular.

—Hola, pa —contesté en español.

—¿Cómo está mi fotógrafa?

—Muriendo lentamente —bromeé.

—Deberías darte un respiro.

—Ese respiro lo tomé hace unas horas. Necesito avanzar.

Hubo un breve silencio.

—¿Estás comiendo bien?

—Sí.

—No estás durmiendo hasta tarde... quiero pensar.

—T/N, tú tranquila. Estás en Londres, ¡disfruta!

Sonreí ante sus palabras, pero el sonido de la puerta interrumpió la llamada.

—Cuídate, ¿sí? Te mando un beso. Te amo.

—Yo también, cariño.

Colgué y me dirigí a la puerta. Al abrirla, me encontré con Tom y Kiara en brazos. Se le notaba desesperado.

—Perdón por la hora, pero serías la última persona a la que acudiría... No deja de llorar. No tiene hambre, no puede dormir y el pañal está limpio —me pasó a Kiara en brazos.

—Lo más probable es que tenga temperatura —revisé su frente—. No, está cálida, pero no tiene fiebre. —Miré su boquita y noté sus encías—. ¡Ah! Están saliéndole los primeros dientecitos. Todo está bien, tranquilo.

Tom suspiró aliviado.

—Espera aquí.

Le devolví a Kiara y fui a la cocina. Saqué una cuchara pequeña y un bote de helado. Tomé un poco y volví junto a él.

—Es frío y dulce. Le va a calmar el dolor.

Le tendí la cuchara. La colocó en la boca de su hija y el llanto cesó.

—Gracias, de verdad. Gracias.

—Tranquilo, neurótico —dije divertida—. Ya sé que con cualquier cosita los bebés pueden enfermar, pero hay que mantener la calma.

Asintió y notó mi trabajo en la mesa.

—¿Trabajando hasta tarde?

—La inspiración está muerta hoy —me encogí de hombros mientras tomaba la computadora. Nos sentamos en los sillones; yo en el individual.

—¿Puedo echarle un vistazo?

Asentí y le mostré la pantalla.

—No puedo encontrar un color adecuado para la luz...

—¡Ey, yo conozco a este! Es Hazza, el tío de Kiara —dijo con una sonrisa—. Creo que el verde le queda mejor. Combina con su chaleco.

—Creo que tienes razón —le sonreí.

Empecé a hacer cambios en los efectos, añadiendo más luz. Continué con las demás fotos hasta que noté que Tom y Kiara se habían quedado dormidos en el otro sillón. Sonreí, tomé una manta, los cubrí, y coloqué una especie de barrera con cojines para proteger a la pequeña. Subí por dos almohadas y otra manta. Coloqué una a Tom y me acomodé en el otro sillón, lista para dormir.

My Sweet DadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora