Ahí la tenía, a su lado, dormía tranquilamente, aún no sabía cómo es que todo había pasado tan rápido, en un abrir y cerrar los ojos, se encontraba en Argentina, luchando por el amor de ella, aunque a decir verdad, se había dado cuenta tarde sobre lo que sentía...
- Ay mi amor, veinte años han tenido que pasar para que yo reconozca lo que siento por ti -. Decía mientras acariciaba su rostro y acomodaba un mechón rebelde de su rostro -. Cuánto tiempo perdido...
Se levantó y fue a la cocina a prepararle el desayuno.
Hizo el intento de hacer un desayuno romántico, preparó unos pancakes, les puso un poco de miel y una taza de café, junto a unas rosas que encontró, llevo todo en una mesita hasta la habitación, dejo todo a un lado y abrió las cortinas, dejando que la habitación se llene de iluminación.
- Mi amor, despierta...
- Ay no, es muy temprano y aún estoy cansada -. Dijo acomodándose en la cama.
- Anda despierta, te preparé el desayuno, quiero pasar contigo la mayor parte del día antes de tomar mi vuelo
- ¿Tienes que irte?
- Si mi amor, en lo que dure el divorcio
- Y por los niños. ¿Vas a quedarte en tu casa con ellos y Bel, verdad?
- Si mi amor, tranquila, recuerda que yo te amo
- Si lose mi amor, solo que tengo miedo de que cambies de opinión
- No amor, no puedo cambiar de opinión ni de decisión, estoy completamente seguro de lo que siento por ti -. Se acercó a ella y le dió un beso en los labios, Ana colocó sus brazos alrededor de su cuello para jalarlo hacia él, de tal manera que ambos cayeron en la cama, Jorge encima de Ana.
- Mi amor... (Beso) Tenemos que desayunar... (Beso) mi amor... (Beso) ¿No tienes hambre?
- Mmm si mi amor, solo que tengo hambre de ti -. Dijo dejando besos sobre su pecho
- Amor, mirá, tenemos que recuperar energías, que te parece si desayunamos y te hago el amor todas las veces que tú quieras —. Dijo con la voz ronca por el deseo.
- Está bien -. Dijo separándose y dándole un pequeño beso, ambos se sentaron, Ana se puso la camisa de él y desayunaron tranquilos.
Ese fin de semana, las hijas de Ana se habían quedado en casa de su papá, así que tenían la casa solamente para ellos.
— Este desayuno, ha estado muy rico —. Dijo Ana levantándose de la cama y llevándose las cosas a la cocina, Jorge fue detrás de ella y la giró, para luego empezar a besarla.
— Cuánto he extrañado tus besos —. Dijo ella colocando sus brazos alrededor de su cuello.
— Yo también mi amor —. Dijo cargandola y subiendola a la mesa, mientras abría los botones de la camisa que traía Ana, a la vez qué dejaba besos alrededor de cada zona descubierta, en esas estaban, hasta que el sonido del teléfono los sacó de su burbuja.
— Contesta mi amor, yo voy a preparar la tina —. Dijo Ana bajándose de la mesa y llendo al baño, Jorge se acercó a la mesa donde estaba su celular, era Bel.
— Hola Bel —. Dijo cortante
— Hola Jorge, los niños querían conversar contigo —. Le pasó el móvil a Antonio, que fue el primero en querer hablar con su papá.
— ¿Papi, me vas a traer dulce?
— Si hijo, te voy a llevar muchos dulces —. Ana lo miraba desde la puerta de la habitación, como el conversaba con sus hijos, se veía que el era realmente feliz con su familia y si quizás ella tenía la culpa de esa separación entre Bel y Jorge.
Ordeno la cama y fue al baño a ducharse, al salir, se vistió y salió de la habitación, justo Jorge terminaba de hablar por teléfono.