Los adornos navideños decoraban las calles de Manhattan, era época de navidad, el aroma de galletas recién horneadas se respiraba por todas parte, aunque aún faltaban tres semanas para noche buena, todo el mundo ya estaba preparándose, iban de aquí para allá en buscá de adornos, regalos, entre otras cosas.
Mientras yo solo iba como cada tarde, con un abrigo azúl, en dirección al colegio en el que trabajaba ella, hoy le había tocado quedarse unas horas más para reemplazar a una maestra que se había enfermado.
Llegué al colegio y uno de sus estudiantes me reconoció.- Buenas tardes señor Abello -. Dijo acercándose, aquél niño dominaba perfectamente el español, pero como no iba a ser así, si era mi hermosa e inteligente novia su profesora de español.
- Buenas tardes Robert. ¿Sabes dónde está la profesora Ana?
- Si, está en el aula D, en el segundo piso
- Mucha gracias Robert. ¿Quieres que con Ana te acompañemos a casa?
- Oh gracias, pero no sé preocupe, mi nana viene por mí
- Está bien, cuídate
- Hasta mañana señor Abello -. El niño se despidió y seguí mi camino con dirección al segundo piso, al aula D, la mayoría de personas que trabajan aquí, me conocían de años, ya que hace 5 años trabajé aquí, sin embargo deje de ser maestro para enfocarme en la carrera de economía, que era otro sueño mío, así que les recomendé a quien en ese entonces era mi mejor amiga, Ana y ella me reemplazo.
Llegué al aula y vi a través del vidrio de la puerta, ella estaba en el escritorio revisando unas hojas, el salón estaba vacío, de igual forma toque la puerta.
"Toc toc"
- Go ahead* -. Abrí la puerta, ella levantó su rostro y se acercó corriendo a mí.
- Amor! -. Dijo esparciendo un montón de besos sobre mi rostro, la abracé y deje mi rostro en su cuello, para aspirar el delicado olor a fresas de su perfume.
- Buenas tardes, mi vida -. Dejé un beso en su cuello y me separé un poco de ella -. ¿Te queda mucho trabajo?
- No, solo unos cuantos exámenes más. ¿Me ayudas a corregirlos? -. Dijo haciendo pucheros
- Está bien miss Ana, vamos a corregir esos exámenes rápido para irnos a casa y tomarnos una taza de chocolate caliente, mientras vemos una película navideña -. Dije juntando mi nariz a la suya, ella se rió y asintió.
- Si amor, me encanta la idea -. Me dió la mano y me llevo a su escritorio, tomé asiento en una silla frente a ella y empezamos a revisar los exámenes.
Después de media hora, terminamos con los exámenes, la ayude a ponerse su sacó, metí las manos en mi bolsillo para sacar sus guantes, los cuales se había olvidado en casa, saqué una barra de chocolate, la cuál se suponía que le daría apenas la encontrará.
- Ésto es para ti preciosa-. Dije entregándole el chocolate, ella solo dio saltitos como una niña y me abrazo.
- Gracias amor, ahora vámonos de aquí porque sino nos van a llamar la atención por acaramelados -. Cogí su cartera y le di la mano, para luego salir del aula y luego del colegio.
Íbamos abrazados, camino a casa, me encantaba tenerla, era la mujer más bella que halla podido ver.
Hubo un momento en el ambos nos quedamos congelados al ver aquella escena, eran unos padres junto a su pequeña hija, jugando en la nieve, Ana levantó la vista y me miró, sus ojitos estaban brillosos, habíamos intentado muchas veces que Ana saliera embarazada, pero no había resultados y ella sufría mucho por eso, me giré y la abracé muy fuerte, nos habíamos echo exámenes y los resultados dieron que mis soldaditos no eran los suficientes como para que Ana saliera embarazada.