El donut con chocolate sabe mejor

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Debemos creer en la suerte. ¿De qué otra manera podemos explicar el éxito de aquellos que no nos gustan? — Jean Cocteau

La frase <<vive el presente y no pienses en el futuro>> solo le había traído problemas a Percy. Ciertamente lo hizo, durante toda la tarde y noche de ayer estuvo junto a Piper y Leo en su casa buscando información sobre su nueva jefa, descubriendo que para nada es solo una cara bonita y -opinión fundamentada por los tres- con un cuerpo de infarto; Annabeth Chase tenía muchas noticias que la precedían, varios premios dé certámenes juveniles de arquitectura a lo largo de su infancia y cómo no, unas notas perfectas llenas de matrículas de honor. Académicamente, Annabeth Chase es indudablemente el orgullo de cualquier padre o madre y profesor.

Su desvelo por buscar información derivó en que ninguno de los tres escuchasen la primera alarma del día, la de Piper, pero cuando sonó la de Leo que simulaba tener una obra en cualquier rincón de la casa, empezó el caos. Como si se tratase de una redada policial llegando a una carrera ilegal al más estilo Fast and furious, cada uno salió sin dirigirse la palabra en sus coches no queriendo quedar mal el primer día con la nueva jefa.

-¡No me fastidies Bessie! - exclamó Percy golpeando el volante cuando el coche no arrancó y como siempre, fue el último en salir, ya no podrían llevarle. - Te prometo que cumpliré mi promesa de ayer ¿vale? Leo te revisará.

Maldecía el momento en que puso en Google su nombre, lo que iba a ser un rato se convirtió en una búsqueda tan completa que ni recordó decirle a Leo que revisara su coche. Tenía ganas de abrir la ventanilla, sacar la cabeza y cerrarla para cortarse él mismo el cuello, cualquiera que supiese que su compañero de piso además de jefe de cuadrilla de obra era mecánico, aprovecharía cada segundo para tener su auto a la ultima, pero Percy no, lo deja todo a lo último.

-No hagas que el primer mensaje que le envíe sea para decirle que llego tarde, por favor - le suplicó a su coche. - Te cambio el color ¿vale? ¿Qué otro tono de azul te gusta?

Bessie ni respondió ni arrancó.

El movil temblaba en sus manos, tuvo que repetir el sencillo patrón tres veces por los nervios. Solo entrar en WhastApp y ver que un aviso de que llegaría tarde es lo primero que le diría a Annabeth... quería que apareciese ahora un tsunami como en las películas de catástrofes naturales y destrozase Nueva York. Eso sí sería un buen motivo.

Buenos días, señorita Chase. Se me ha roto el coche, llegaré un poco más tarde, en cuanto llegue el autobús siguiente. Disculpe las molestias, Percy Jackson.

Estuvo cinco minutos releyendo el mensaje, sintiéndose cada vez más desgraciado. Ni siquiera tenía suerte para coger el autobús y llegar a tiempo a su hora, sería el próximo. Nada le salía bien hoy.

Casi se le cae el movil de la mano cuando la pantalla se iluminó con la respuesta de Annabeth, dudando si abrirlo o no de los nervios, esperando una respuesta tan brusca como las de Atenea que le hagan replantearse si no es mejor irse a buscar trabajo a un museo de guardia jurado. Ahí las estatuas no se van a mover ni quejar porque llegue tarde.

Buenos días.
He leído en su currículum que una de sus aficiones es montar en monopatín, estoy segura de que podrá explotar su talento para llegar puntual. Me ofrezco desinteresadamente para guardar su vehículo en una esquina de mi despacho.
Atentamente, Hipatia de Alejandría, Presture CEO.

Podía jurar que leyó el mensaje unas diez veces, quedándose cada una de ellas más sorprendido que la anterior. Había desechado su súplica de permitirle llegar tarde con una gracia y elegancia que no pudo evitar que sonriera como un estúpido, como si de verdad no fuese un problema.

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