Levantarse con calma y paz nunca fue una opción

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Es duro sentir que nadie te entiende, sentir que parece que se ponen en tu lugar pero en realidad no -  Ikeli O'farrell

Cuando se ha disfrutado tanto algo, ni en los primeros instantes de la mañana se es capaz de olvidar. Nada más Thalia comenzó a despertarse, lo hizo sonriendo en grande percibiendo ese cansancio y dolor agradable en todo su cuerpo. Recordaba todo, absolutamente todo con lujo de detalles, podría reproducir esas largas horas en su mente sin saltarse nada.

-No jodas - masculló al ver el brazo con el tatuaje de Reyna anclado en su cintura. - Soy la cuchara pequeña, qué bajón.

Como si fuese el mismísimo Joker ya sin sentido de lo que hacía, se rió en voz baja de su broma, ahora lo que menos le importaba era quién había abrazado a quién mientras dormía, nada podía quedarse esa profunda felicidad que la recorría.

Soltó un suspiro demasiado largo al girarse sin hacer movimientos bruscos y ver a Reyna aún dormida. Ya no había forma de que no pudiese creer que todo había por fin pasado, pero el aceptarlo no lo hacía menos impresionante. Apenas habrá dormido tres horas, notaba el cansancio a flor de piel por haberse acostado tan tarde, pero por nada cambiaría esas horas con Reyna.

-Joder - susurró mirándola, levemente cubierta con las sábanas. Su cuerpo se había convertido en su paisaje preferido. - Lo hice, dioses.

Estaba maravillada. No le hacía falta cerrar los ojos para recordar las muy claras imágenes de Reyna retorciéndose debajo suya, cada centímetro de su cuerpo que se dedicó a besar y tocar, recordaba todo y estaba segura de que jamás se le olvidaría. Había sido demasiado bueno como para que fuese otro polvo en el olvido.

Se quedó paralizada con su mano posada sobre la mejilla de Reyna cuando esta abrió los ojos, tan quieta como si se tratase de una gacela y estuviese a expensas que el tigre que tenía frente a ella mirándola no la matase. Sus ojos negros brillaban como nunca, no rompiendo el contacto con los de Thalia unos largos segundos.

-Maldita sea, no fue un sueño - susurró con voz grave girándose hasta estar boca arriba con el brazo ahora sobre su cara. - Mierda.

-¿Así que soñabas con esto? - bromeó Thalia acercándose un poco. - ¿Y cómo que <<mierda>>? Esto no ha sido un "mierda" sino un "hostia puta la mejor noche de mi vida".

-Ni por la mañana dejas de ser tú - murmuró en un quejido y por si brazo aún en su cara no pudo ver la mueca indignada de Thalia. - Un error, Thalia. Es lo que ha sido.

-¿En serio? - espetó sentándose y atrayendo ahora la vista completa de Reyna. - Espera que ahora me saldrás con el cuento de que es porque somos dos tías. Actualízate, idiota.

-¡No es por eso! - se defendió al momento sentándose también, - es porque no te soporto - gruñó tirando de la sábana hacia ella. - Y tápate.

-Como si no hubieses visto todo esto ayer. Y tocado - añadió con socarronería sintiendo la mirada de reojo de Reyna sobre ella. - Así que no me soportas ¿uh? - sonrió mientras se inclinaba hacia el hombro de la empresaria dejando un pequeño beso, viendo cómo no se alejó. - ¿Eso fue antes o después de que gritases mi nombre?

-Vete a la...

Podría acostumbrarse a silenciar a Reyna besándola toda su vida, aunque la realidad era que ya se había acostumbrado. Notó el cuerpo de Reyna destensarse tras un largo suspiro en sus labios, dejando escapar ese mal humor y permitiendo a Thalia guiarla de nuevo para estar acostadas en la cama. Si algo le encantaba a la abogada, es cómo la poderosa CEO se rendía ante ella cuando se besaban, porque Thalia también lo hacía.

Desfile de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora