Capítulo 5

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Pareces hecho polvo —me susurró Jeongin durante el descanso en el patio de la escuela.

—Sí, la verdad es que me siento fatal.— Jeongin me dio unas palmaditas en el brazo.
—Pero te quedan bien las ojeras —dijo tratando de animarme—. Así tus ojos parecen aún más azules.

No pude evitar sonreír al oírlo. Realmente, Jeongin era un encanto. Los dos estábamos sentados en el banco bajo el castaño, y solo podíamos susurrar porque detrás de nosotros estaba sentada Kim Haneul con una amiga y a su lado Kim Daehyun -Oso Gruñón- hablaba de fútbol con otros dos compañeros de clase. No quería que oyeran ni una palabra de nuestra conversación. Ya me encontraban bastante raro sin necesidad de eso.

 
—¡Ay, Lix, deberías haber hablado con tu madre!
—Jeongin, ya me lo has dicho al menos cincuenta veces.

—Y te lo repito, porque es verdad. ¡Realmente, no entiendo por qué no lo has hecho!
—Porque... Bueno, para ser sincero, yo tampoco lo entiendo. Supongo que en cierto modo esperaba que no volviera a ocurrir.
—¡Imagínate lo que hubiera podido llegar a pasar solo en tu aventura nocturna! Piensa en la profecía de tu tía abuela: solo puede significar que te amenaza un grave peligro. El reloj representa los viajes en el tiempo; la torre alta, el peligro, y el pájaro... el pájaro... ¡No tendrías que haberla despertado! Probablemente la interrumpiste en el momento en que el asunto iba a ponerse realmente emocionante. Esta tarde lo investigaré todo a fondo (el cuervo, el zafiro, la torre y el serbal); he encontrado una página sobre fenómenos extrasensoriales muy instructiva. Y, además, me he agenciado un montón de libros sobre viajes en el tiempo. Y películas. Las tres partes de Regreso al futuro. Tal vez podamos sacar algo de ahí...

Pensé con añoranza en lo divertido que era siempre tumbarse en el sofá en casa de Jeongin para mirar DVD. A veces quitábamos el sonido y doblábamos la película con nuestros propios textos.

 
—¿Tienes vértigos?— Sacudí la cabeza. Ahora sabía cómo se había sentido el pobre Minho las últimas semanas. Todas estas preguntas podían provocarte un ataque de nervios. Con mayor motivo aún porque yo mismo estaba examinándome todo el rato a la espera de que apareciera alguna señal de mareo.

 
—Si al menos supiéramos cuándo va a pasar la próxima vez... —dijo Jeongin—. La verdad, encuentro que esto es muy injusto: a Minho lo han estado preparando desde que nació para este momento, y en cambio tú tienes que lanzarte de cabeza al agua completamente a ciegas.

 
—No sé qué habría hecho Minho ayer por la noche si se hubiera encontrado en mi lugar y lo hubiera perseguido ese hombre que dormía en nuestro armario empotrado — repuse—, pero no creo que sus clases de danza y de esgrima lo hubieran ayudado en esa situación, pues no había ningún caballo con el que pudiera huir al galope.


Reí entre dientes porque me estaba imaginando cómo hubiera escapado Minho del armario perseguido por el furibundo Walter si se hubiera encontrado en mi lugar. Tal vez hubiera cogido una espada de la pared del salón y hubiera hecho una escabechina entre los pobres sirvientes.

—No seas tonto. A él eso no le hubiera ocurrido porque hubiera viajado a otro sitio con ese cronoloquesea. ¡A un sitio agradable y pacífico donde no pudiera pasarle nada! Pero tú prefieres jugarte la vida antes que decirle a tu familia que han entrenado a la persona equivocada.

—Tal vez a estas alturas Minho también haya saltado en el tiempo y ya tengan lo que quieren.

Jeongin suspiró y empezó a hojear la pila de hojas que tenía sobre el regazo. Había preparado una especie de dossier para mí con un montón de informaciones útiles. O también no tan útiles. Por ejemplo, había imprimido fotos de coches antiguos y había escrito al lado el año de fabricación. Según eso, el coche que había visto en mi primer viaje en el tiempo era del año 1906.
—Jack el Destripador cometió sus crímenes en el East End. Fue en 1888. Estúpidamente, nunca llegaron a descubrir quién era. Sospechaban de un montón de tipos, pero no pudieron probar nada. De manera que, si te pierdes alguna vez por el East End, recuerda que en 1888 cualquier hombre es potencialmente peligroso. El gran incendio de Londres fue en 1666, y había pestes casi todo el tiempo, si bien en 1348, 1528 y 1664 fueron especialmente virulentas. Luego están los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Comenzaron en 1940; todo Londres estaba en ruinas. Deberías averiguar si vuestra casa se salvó; si es así, allí estarías segura. Si no, la catedral de Saint Paul sería un buen sitio, porque, aunque la alcanzaron las bombas, se mantuvo en pie de forma milagrosa. Tal vez podrías refugiarte allí directamente.

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