La clase se arrastró hasta el final con una lentitud torturadora, la comida era repugnante como siempre (pudin de Yorkshire) y cuando por la tarde, después de una clase doble de química, pudimos irnos por fin a casa, en realidad me sentía a punto para meterme de nuevo en la cama.
Minho me había ignorado durante todo el día. Durante e recreo traté de hablar con él, pero él reaccionó diciendo:
-Si lo que quieres es disculparte, ¡ya puedes ir olvidándote!
-¿Por qué iba a tener que disculparme? -le pregunté indignado.
-Si ni siquiera tú lo sabes...
-¡Minho! Yo no tengo la culpa de que haya sido yo, y no tú, el que ha heredado ese estúpido gen.
Los ojos de Minho echaban chispas.
-No es ningún «estúpido gen» -me espetó furioso-. Es un don muy especial. Y ese don, en alguien como tú, es sencillamente un desperdicio. Pero eres demasiado infantil para comprenderlo aunque sea vagamente.
Dicho eso, dio media vuelta dejándome con la palabra en la boca.
-Ya se tranquilizará -me animó Jeongin mientras recogíamos nuestras cosas de la taquilla-. Tiene que acostumbrarse al hecho de que el ha dejado de ser especial.
-Pero es tan injusto... -repuse-. Al fin y al cabo, yo no le he quitado nada.
-¡En el fondo sí! -Jeongin me alargó con determinación el cepillo del pelo-. ¡Toma!
-¿Qué quieres que haga con él?
-¡Pues cepillarte el pelo! ¿Qué si no?
Obedientemente, me pasé el cepillo por los cabellos.
-¿Por qué estoy cepillándome el pelo? -pregunté unos segundos después.
-Solo quiero que estés guapo cuando vuelvas a ver a Hyunjin. Por suerte, no necesitas rímel, tus pestañas son increíblemente largas y negras...
Me había puesto rojo como un tomate al oír el nombre de Hyunjin.
-Tal vez no le vea hoy. Al fin y al cabo van a enviarme a un sótano de 1956 para hacer los deberes.
-Sí, pero tal vez te cruces con él en algún momento antes o después.
-¡Jeongin, no soy su tipo!
-Él no ha dicho eso.
-¡Sí que lo dijo!
-¿Y qué? Puede cambiar de opinión. En cualquier caso, él sí es tu tipo.
Abrí la boca para volver a cerrarla enseguida. No tenía sentido negar que era mi tipo, aunque me hubiera encantado creer lo contrario.
-Cualquier chico o chica lo encontraría genial -reconocí-. Al menos, físicamente. Pero todo el rato me está sacando de quicio y no para de hacerse el mandón y sencillamente es... increíblemente... increíblemente...
-... genial? -Jeongin me sonrió cariñosamente-. ¡Tú también lo eres, de verdad! Eres el chico más genial que conozco, exceptuándome a mí. Y, además, tú también puedes hacerte el mandón. Ahora ven, quiero ver la limusina con la que vendrán a recogerte.
Changbin inclinó la cabeza rígidamente cuando pasamos junto a su nicho.
-Espera un momento -le dije a Jeongin-. Tengo que preguntarle una cosa a Changbin.
Cuando me detuve, la expresión ofendida del rostro de Changbin desapareció para dar paso a una sonrisa de satisfacción.
-He vuelto a reflexionar sobre nuestra última conversación -dijo.
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Rubí
RomanceLibro Uno Vivir en una familia cargada de secretos no es fácil, o al menos eso piensa Lee Felix. Y es que en su casa -un imponente palacio situado en pleno corazón de Londres- nada ni nadie es del todo normal: empezando por su excéntrica (¡y cotill...