Epílogo

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Hyde Park, Londres 24 de junio de 1912

—Estas sombrillas son realmente prácticas —comentó  joven mientras hacía girar la suya—. No entiendo por qué han desaparecido.

—Posiblemente porque aquí no para de llover, ¿no crees? —respondió él con una media sonrisa—. Pero yo también las encuentro muy monas. Y los trajes de verano blancos con puntillas te sientan de maravilla. Poco a poco también me voy acostumbrando a los pantalones formales. Me encanta el momento en que te vuelves para sacártelos.

—Pues yo nunca me acostumbraré a no llevar vaqueros —se lamentó él—. No hay día que no eche de menos mis vaqueros.

Él sabía muy bien que no eran los vaqueros lo que tanto echaba de menos, pero se cuidó de decirlo. Durante un rato permanecieron en silencio.

Bañado por el sol del verano, el parque desprendía una maravillosa sensación de paz, y la ciudad que se extendía detrás parecía construida para la eternidad. El joven pensó en que al cabo de dos años empezaría la Primera Guerra Mundial y los zepelines alemanes lanzarían sus bombas sobre Londres. Tal vez entonces tuvieran que retirarse un tiempo al campo.

—Es idéntico a ti —dijo él de pronto. Él supo enseguida de quién hablaba.
—¡No, es idéntico a ti, príncipe! Lo único mío que tiene son los cabellos.

—Y la forma de ladear la cabeza cuando está reflexionando sobre algo.

—Es precioso, ¿no te parece?. Él asintió.

—Es curioso. Hace dos meses era un recién nacido al que sosteníamos en nuestros brazos, y ahora ya tiene dieciséis años y me saca medio palmo. Y solo es dos años más joven que yo.

—Sí, es una locura.
—Pero, en cierto modo, me siento increíblemente aliviado de que le vaya bien. Solo lo de Kihyun… ¿Por qué tuvo que morir tan joven?

—Leucemia. Nunca lo hubiera pensado. Pobre chico, que horror perder a su padre tan pronto… —Carraspeó—. Espero que se mantenga alejado de ese muchacho. Mi… hummm… sobrino o lo que sea. No hay manera de aclararse con estas relaciones de parentesco.

—No es tan difícil: tu bisabuelo y su tatarabuelo eran hermanos gemelos. De modo que tu tatarabuelo es al mismo tiempo su tatatarabuelo. —Al ver su cara de perplejidad, se echó a reír—. Tendré que dibujártelo.

—Lo que yo decía, no hay quien lo entienda. En todo caso, el chico no me gusta. ¿Te has fijado en cómo lo controlaba todo el rato? Afortunadamente, él no se ha dejado dominar.

—Está enamorado de él.

—No lo está.

—Sí lo está. Solo que aún no lo sabe.

—¿Y de dónde sacas eso?

—Bah, simplemente salta a la vista. Oh, Dios mío, ¿viste sus ojos? Verdes como los de un tigre. Creo que a mí también me temblaron un poco las piernas cuando me miró tan enfurecido.

—¿Qué? ¡No lo dirás en serio! ¿Desde cuándo te gustan los ojos verdes?

Él rió.

—No te preocupes. Tus ojos siguen siendo los más bonitos, al menos para mí. Pero me parece que a él le gustan más los verdes…

—Es imposible que se haya enamorado de ese creído.

—Pues sí, se ha enamorado de él. Y él es exactamente como tú eras antes.

—¿Qué dices? ¡Ese…! No se me parece en nada. ¡Yo nunca he sido tan mandón contigo, nunca!

Él sonrió irónicamente.

—Sí lo fuiste.

—Solo cuando era necesario —repuso él echándose el sombrero hacia atrás—. Debería dejarlo en paz de una vez.

—Estás celoso.

—Sí —reconoció él—. ¿No es normal? ¡La próxima vez que le vea le diré que le saque sus manazas de encima!

—Creo que en el futuro nos cruzaremos a menudo en su camino —dijo él, sin sonreír ahora—. Y me parece que deberías empezar a practicar esgrima. Nos esperan tiempos difíciles.

Él lanzó su bastón de paseo al aire, lo atrapó con destreza y dijo:

—Yo estoy listo. ¿Y tú, príncipe?

—Estoy listo si tú lo estás.



N/A: Muy pronto publicaré la continuación, espero que les guste está adaptación

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