CAPÍTULO 13

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Cuando estaba por entrar a la casa salía Natalia junto Elena y Juan Carlos.

-Mira Cris lo que me regalaron los abuelos –mostrándole.
-¡Qué bueno mi vida! Espero que lo disfrutes mucho
-Sí, y me dejan decirle abuelos –la niña contaba emocionada. Se sentía bien en esa familia.
-Claro que sí, puedes llamarnos abuelos y recuerda que te queremos mucho.
-Gracias abuela.
-Bueno, vamos que tu papá te espera, ya deben irse. De todas maneras no estamos muy lejos, nos veremos, te lo prometo –le comentaba Cristina.
-Adiós abuelita, adiós abuelito –abrazó a ambos.
-Adiós mi vida –le dijo Elena –pronto nos veremos, yo tengo una casa en la ciudad, cuando vaya también te visitaré.
-Adiós mi nieta preciosa.
-Te quiero Cris –la abrazó.
-Y yo a ti mi pequeña –Le besó la cabeza –pórtate muy bien ¿de acuerdo? –Natalia asiente.

Mientras Cristina veía que se iba el coche, lentamente se iba quitando la alianza y el anillo de compromiso. La partida de Dionisio con retorno o tal vez no, le hizo ver que tenía que salir adelante, o perdería mucho más.





Al otro día....

Empresas Ferrer.

-Buenos días Lupita –llegando al escritorio de su secretaria.
-Buenos días Señor–comentó su secretaria uniformada impecablemente.
-¿Alguna novedad mientras no estuve?
-Algunos pendientes señor, y su abogado lo espera en su oficina.
-Muchas gracias. ¿Me traes un café por favor?
-Sí señor, enseguida.

-Javier –ingresaba a su oficina.
-Dionisio, qué gusto verte hombre –lo saluda –Estás perdido.
-Un poco, algo muy interesante hay en ese lugar –yendo a su asiento.
-¿Qué puede ser tan interesante para Dionisio Ferrer que no sean los negocios? –vuelve a sentarse.
-Una mujer. Una mujer que me tiene loco.
-Bueno, siempre te han gustado las mujeres –tomándolo de manera natural.
-Pero ella es distinta, no es como las otras. Me hace sentir cosas que jamás había sentido.
-No me digas que estás enamorado. Nunca te gustaron las relaciones serias ni los compromisos.
-Mejor hablemos de lo que me comentaste, porque todo entre ella y yo es muy complicado.
-Sabes que cuentas conmigo, y espero conocerla algún día.
-Por lo pronto no iré a San Miguel, quiero concentrarme en recuperar a Natalia. Regina la golpea y quiero quitársela.
-¿Cómo que la golpea? –asombrado.
-Cristina me ayudó a descubrirlo, Regina golpea a Natalia, la culpa a ella de lo que pasó entre nosotros.
-¿Tienes pruebas?
-Según me dijo Cristina tiene un moretón sobre su cadera, pero eso no me va a servir, pudo haberse golpeado. Además Regina no mide lo que habla con la niña. Sabe que le doy dinero a su madre para poder verla. Y le dijo que si yo no estoy con ella, no la quiere.
-Se volvió loca.
-Te juro que la mataria con mis propias manos –haciendo puño su mano.
-Bueno, con calma. Tengo una buena noticia dentro de todo esto... hay un posible testigo que podría declarar en contra de Regina.
-¿Quién es? ¿Qué declararía? –prestándole toda la atención.
-Lo que pasó, y lo que ocasionó todo lo del accidente. Pero... -fue interrumpido por la puerta.
-Adelante –dijo Dionisio.

-Permiso señor, le traigo su café –se acerca y se lo deja sobre el escritorio.
-Muchas gracias Lupita.
-Con permiso señor –se retira.

-¿Pero qué? –volviendo a retomar la conversación.
-Quiere dinero a cambio.
-No me importa, estoy dispuesto a dárselo.
-Espera Dionisio, no te adelantes. Si sale a la luz que le diste dinero se puede tomar como que estás comprando un testigo.
-¿Y qué sugieres?
-Déjame hablar con él para ver realmente por qué quiere atestiguar ahora y no antes. Porque por lo que me dijo fue amante de Regina.
-No me extrañaría que el dinero que le doy lo gaste con ese tipo –se levanta enojado.
-Llegaremos al fondo de todo esto, pero tenemos una gran posibilidad Dionisio.
-Quiero recuperarla.
-Lo harás... y dime ¿Cristina se llama? –para distender el ambiente.
-Sí, Cristina –no podía evitar sonreír al hablar de ella.
-Así que te trae loco, pero ¿por qué lo de ustedes es difícil?
-Sospecha que puedo ser el asesino de su marido y quien saboteó la cosecha, no pude hablar bien con ella, digamos que pláticas tranquilas no hemos tenido más que por Natalia. Y tampoco creo que me perdone lo que le hice.
-¿Qué le hiciste? –él dudo antes de hablar.
-Económicamente estaba muy mal, su padre preso por ser garante de su marido, la hacienda hipotecada... le ofrecí dinero, a cambio de una noche.
-No me digas que te atreviste a eso –totalmente asombrado.
-Javier, esa mujer me enloquece... no me podía acercar a ella –se vuelve a sentar.
-¿Y aceptó? –acomodándose en su asiento.
-Al principio no, pero estaba desesperada por liberar a su padre que había recibido una golpiza y terminó aceptando.
-Te debe odiar, prácticamente la compraste.
-Supongo que sí, pero tenerla en mis brazos fue grandioso –se recostaba en su asiento.
-Estás bien metido Dionisio, me sorprendes. Y... ¿qué pasó con Isadora?
-Después de haber estado con Cristina no quise saber más nada de ella, me buscó, fue allá pero ya no me interesa.
-Y ¿el negocio que tenías con ella, el proyecto del centro comercial moderno en San Miguel?
-La verdad no hice nada, algunas averiguaciones y reuniones. Hay gente que está en contra de reformar su estilo de vida, gente que no se niega a vender. Pero la verdad desde que conocí a Cristina no me interesa seguir en ese proyecto.
-Son muchos millones, Isadora te va a odiar.
-No me importa, solo me importa Cristina.
-Quién te ha visto y quién te ve Dionisio –sonreía irónico.





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