CAPÍTULO 14

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-Necesito hablar contigo... urgente -no le gustó nada verlo con esa mujer y menos como le coqueteaba.

-Lo siento señor -interrumpió su secretaria -no tiene cita.
-No te preocupes Lupita, la señora no necesita cita -no le quitaba la vista de encima -adelante por favor -le indicaba el paso -Isadora, que te vaya bien.
-¿No prefieres que me quede? -No quería dejarlo solo con Cristina.
-No, te hablo luego -Isadora enojada se retira -Lupita, que no nos interrumpa nadie.
-Sí señor.

Ingresaron y apenas Dionisio cerró la puerta Cristina expulsó el reclamo que tenía atragantado.

-¡¿Por qué demonios no contestas mis llamadas?! Toda la mañana llevo llamándote y dejándote mensajes de voz. -Estaba molesta, porque no le había contestado las llamadas pero no podía negarse a sí misma que estaba molesta por verlo con ella - ¡Y ni siquiera los has visto! Claro... estabas tan ocupado -dijo irónicamente.

Dionisio la observaba, la veía furiosa y no dejaba de hablar. Se dio cuenta que no le molestó, al contrario a Cristina le permitía todo, lo que quisiera, algo que no había hecho con nadie, jamás. Se había convertido en su punto débil, en su talón de Aquiles. Se veía tan hermosa enojada, en su oficina que no lo dudo más, se acercó a ella, puso una mano sobre su nuca, la otra sobre la cintura y la besó sin darle tiempo a nada.

Cristina quedó inmovilizada, sin reacción y cuando sintió su lengua traviesa se entregó a ese beso. No había ido a eso pero él la desestabilizaba con solo verlo. Lo agarró de las solapas de su saco y abrió su boca permitiendo su acceso.

Un beso apasionado, Dionisio la presionó más a él y lo profundizó más. La extrañaba, extrañaba su boca, su cuerpo, su compañía aunque solo pelearan, pero la extrañaba. Al cabo de unos instantes detienen el beso pero quedan muy cerca, hasta que él se aleja un poco.

-Muy bien, ahora que ya estás calmada explícame ¿qué haces aquí? -la miraba estando a unos metros de ella.
-¿Por qué.... Por qué no contestas mis llamadas? -tratando de recobrar el aire.
-Olvidé el teléfono en la casa, tenía una reunión importante y no fui a buscarlo aún ¿pero qué sucede?
-Me llamó Natalia.... Regina volvió a pegarle -dijo sin más.
-¿Cómo que volvió a pegarle? -la ira comenzaba a invadirlo.
-Dice que le dolía la panza y que su madre le pegó porque para ella era una excusa para no ir al colegio. Y le dijo que no permitirá que te vuelva a ver.
-No puede hacerle eso -caminando furioso por la oficina.
-Tienes que hacer algo Dionisio. No puedes permitir que la siga maltratando.
-Vamos ahora mismo al departamento de Regina.
-Yo no debería ir. Ya tu mujer cree que soy una de tus amantes. Sería peor para Natalia.
-¡Deja de llamarla mi mujer! -le dijo furioso.
-Has algo por tu hija. Sino yo voy a denunciar a Regina por maltrato.
-Hazlo, denúnciala. La quiero bien lejos de mi hija -Yendo hacia el baño de su oficina y saliendo a los segundos -Y ahora vamos -le toma la mano -Acompáñame a buscarla. No quiero que mi hija pase más tiempo allí.
-Tampoco puedes llevártela -Mientras salían de la oficina.
-No me importa nada Cristina -a la secretaria -Lupita, llama a Roque, dile que prepare el coche que voy bajando.

-Señor. Roque no está, usted lo mando por unos pendientes y no ha vuelto.
-Maldición.
-Tranquilo, puedes ir en mi coche, está estacionado abajo -le dijo mientras él no la soltaba.
-Ven conmigo, por favor -acercándose.
-Está bien -le dijo al tiempo que lo miraba profundamente.

Una vez que se retiraron...

-¿Has visto cómo se veían? -comentó una secretaria a otra.
-Sí, pero esa mujer no vino nunca aquí, no es de las que frecuenta el jefe.
-No. Pero me dejó bien claro que ella no necesita ser anunciada. ¿Se habrá enamorado?
-No lo creo, él no se enamora, son mujeres de alguna noche.

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