EPÍLOGO - PARTE 2

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Era inexplicable lo que Cristina estaba sintiendo en ese momento... toda la familia, pero ella como mamá, más aún. Dionisio se llenó de furia y ordenó que buscaran a Isadora hasta debajo de las piedras si era necesario.

En algún lugar...

-Quiero ir con mi mami -comentó la pequeña llorando a Isadora.
-No vas a ir con tu mami ahora... ni nunca. Así que deja de llorar escuincla.
-Me mentiste, me dijiste que me tenías una sorpresa.
-Pues era mentira, no hay ninguna sorpresa. Lo único que quiero es hacer sufrir a tu mamá y a tu papá.
-Ellos son buenos.
-No... no son buenos, tú mamá me robo a tu papá. Él era mío.
-No es cierto -sin dejar de llorar -quiero ir con mis papás.
-¡Ya cállate! No vas a ir a ningún lado -la llevó del brazo a una habitación y la aventó en la cama -te quedas ahí calladita.



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Horas de mucha angustia. Sin probar bocado, salvo Natalia y Alejandro que debían alimentarse y aceptaron comer algo junto a Juan Carlos.

Cristina sentada en el sillón con la cabeza entre sus manos totalmente desesperada. Su pequeña de tan solo 4 años estaba con una extraña, vaya a saber dónde, en qué estado, si le había hecho algo, si le dio de comer...

-Mami -se acercó Alejandro y Cristina se incorporó -Perdón.
-¿Por qué me pides perdón, mi vida?
-Yo tenía que cuidar a mi hermanita, y no lo hice.
-No fue tu culpa, hijo -le extendió los brazos -ven mi amor.
-En vez de cuidarla, la regañé.
-¿Por qué? -mientras le acariciaba la cabeza.
-Porque yo estaba con mis amigos y ella se puso en el medio. Pero yo te prometo que cuando vuelva le voy a dar todos mis juguetes y la voy a cuidar mucho.
-Mi amor -no pudo evitar volver a llorar. En ese momento por su cabeza pasaba si la volvería a ver, quería convencerse que sí, que su hija iba a volver.
-Yo te lo prometo mami.
-Lo sé mi amor -le besó la cabeza y él se quedó con ella hasta que se quedó dormido con su cabeza en las piernas de su mamá.
-Déjame llevarlo a la cama -Dionisio lo tomó en brazos -Hija, tú también ve a dormir. Tienes que descansar -se llevó a Alejandro.
-Quiero quedarme papi, a esperar noticias de mi hermana.
-Ve mi amor -le dijo Cristina con su voz cansada -ve a dormir. Ustedes también mamá.
-No podremos hija, queremos quedarnos contigo.
-Debes cuidarte, por tu presión y mi papá igual. Estaré más tranquila.

Momentos después Dionisio volvía.

-Cristina, ven mi amor.
-No voy a ir a dormir -negándose a levantarse del sofá.
-No quiero que te pase nada -se inclinó delante de ella y le tomó las manos.
-Necesito a mi hija, no puedo más con esta angustia -se tapaba la cara.
-Lo se mi vida, pero me preocupas.
-No puedo creer que estés tan tranquilo.
-No estoy mejor que tú, pero intento mantenerme fuerte por ustedes y por Isabella.
-No puedo Dionisio, no puedo más -rompió en llanto y cuando Dionisio se sentó a su lado se aferró a su pecho -No sé cómo estará, si le dieron de comer, si tiene frío. Esta angustia me está matando.
-La voy a encontrar, te prometo que la voy a encontrar.

Y eso pasó bajo la mirada de Rosa, quien no se había acercado demasiado pero que sufría igual que la familia.



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Un nuevo día llegó a la Benavente y con él los rastros de una noche en vela. Habían logrado que Cristina se recostara un poco luego de descompensarse la noche anterior.

Era la hora del desayuno pero ella solo había aceptado una taza de té. No le pasaba bocado con la angustia de no saber de su hija. Se quedó en su habitación y los recuerdos se apoderaron de ella.

 Se quedó en su habitación y los recuerdos se apoderaron de ella

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