♥☠Encerrada Con Una Mafiosa (Jori)☠♥

♠️☠CAPÍTULO "4": niñas de la calle...

Lacuna coil, está banda es increíble, en verdad me encanta y más que nada la dupla de vocalistas que es sin lugar a duda es la mejor. Espero que les guste la canción y disfruten del capítulo...
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❤☠CAPÍTULO "4": Elizabeth west...
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...Narra Jade...

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Es viernes veintiocho de febrero, un día soleado típico en las costas, últimamente sólo tuve tiempo para el trabajo, pero hoy es diferente, hoy mis ojos son testigos de la inmensidad del mar mediterráneo a orillas de mi hogar Sicilia, no nací en tierra italiana, nací en Inglaterra, perdí a mis padres a la corta edad de seis años, fui de orfanato en orfanato, desde pequeña siempre me encantaba hacer daño, lastimar a los demás, hacer travesuras, no era una buena niña y solo ne gustaba ver sufrir a los demás.

En años transucrridos, en mi octavo cumpleaños llegué al orfanato San Mauricio de la piedad, un lugar alejado de la ciudad, las montañas daban un difícil acceso al pueblo y aún mas al edificio.
El edificio comprtia espacio con un convento de monjas, el padre Vendetti, un hombre de unos cuarenta y tantos de edad, era el encargado del orfanato, cuando lo conocí creí que era un buen hombre, hasta lo vi como una figura paterna auténtica, la verdad cuando salió a la luz me destrozo, y lo peor de todo fue que yo lo descubrí. Era entrada la noche, recuerdo que no podía dormir, las pesadillas eran constantes, sufría de una parálisis en pleno sueño, en la que aún consciente, no podía moverme, odiaba dormir ya que no tenía noches en paz, solo el padre Vendetti era un confort para mi, escapé de mi habitación como en otras noches, y me escabulli por el pasillo, todo estaba silencioso, demasiado silencioso.
Llegué a la habitación del padre, y allí estaba, despierto, la luz encendida, pero, mi corazón dio un vuelco cuando lo vi sobre una de las niñas del orfanato, la caberrera roja era inconfundible para mi, la niña era Catherine o como le decía, Cat, el hombre se reía a carcajadas mientras Cat lloraba en silencio, mi sangre hirvio, al ver sufrir a quien veía como mi hermana, mi cuerpo temblaba de la furia incomparable, sentí decepción y asco, era un hombre que yo apreciaba y le hacía esto a las niñas, tenía que hacer algo, debie mi vista del cerrojo de la pierta, y vi la puerta fe su oficina cercana a su cuarto.
Siempre me gustaron los animales, sobre todo los felinos grandes, su forma de cazar a su presa con tanto sigilo y delicadeza me parecía lo mas hermoso que puede haber sobre esta tierra, y me gustaba jugar a que era esos animales, a imitarlos, como si fuera una leona, me escabulli en la oficina, sin hacer un solo ruido, no queria que me escucharan.
El en si escritorio tenia unas tijeras de plata, heredadas por su abuelo, el fundador del pueblo, solo eran simbólicas, pero era suficiente para mi.
Tomé aquél objeto punzante y me aproxime a su caurto, abriendo la puerta con delicadeza, tanta que no se escuchó el rechinar, seguido me acerqué a el por la espalda, aprovechándo su distracción, lo odiaba, queria verlo muerto, quería abrir su cuerpo como el carnicero a un bovino, cuando estaba lo suficientemente cerca, tomé por detrás de su cabellera tirando su cabeza hacía atrás, clavando las tijeras en la garganta del hombre, torci la muñeca a mi derecha y bajé con fuerza la mano abriendo y cortando piel, carne, y arterias. Como si de una manguera se tardara, la gran y espesesa marea de sangre salpico el suelo, la cama y toda mi cara.
El hombre se retorcio, gritó y chillo como un cerdo en matadero, el tonto se quitó las tijeras de la garganta, terrible, terrible, terrible error, eso no hizo mas que marcar su fín, ya que la cascada de sangre que brotaba era ahora imparable, su mirada de desesperación al verme en sus ultimos segundos será algo que jamas olvidaré.
Se tardó unos instantes el terminar de desangrarse, su cuerpo ya inerte cayó al suelo en un charco de su propia sangre.
Yo solo lo vi atenta, en shok, sentí miedo por ser descubierta, me había dado cuenta de lo que hice y de que aquéllo no tenía arreglo.
Tiritando de frio, con la sangre helada y el corazón aterrado me acerqué a una figura semidesnuda, acurrucada en la cama, llorando, sollozando en silencio.