Capítulo 10

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Adriana.

Fruncí mi ceño esperando que el auto de Thomas se aproximará por el final de la esquina, faltaban pocos minutos para la hora en la que habíamos quedado, pero él siempre llegaba minutos antes, bueno, ahora que anda un poco desorientado no lo sé. Me extraña su comportamiento, no ha querido asistir a clases presenciales porque no quiere estar rodeado de gente, cosa lo exaspera últimamente, a mí también, ¿pero a él? No es como que lleve una vida sociable, es "tímido" por así decirse, pero no llega al punto de exasperación.

Un leve tirón de cabello me hizo dar un respingo, me di la vuelta para abofetear a quién ha hecho tal cosa, mi mano se detuvo a unos centímetros de su cara.

—Oye fiera, ¿quieres calmarte? No puedes ir por ahí abofeteando a todo mundo—murmuró Oliver poniendo sus brazos sobre mis hombros.

—Sí que puedo.

—Bueno, sí. Qué raro que el amor de mi vida no esté aquí.

—El amor de tu vida, dices—bufé.

—Sí, eso dije exactamente. El. Amor. De. Mi. Vida. ¿Te enoja que él lo sea y tú no?

Bufé.

—No me enojo por cosas que no me interesan.

—Ajá.

—Bueno, pero sí es un poco extraño que no haya llegado, le llamaré.

Saqué mi teléfono buscando su número y marqué múltiples veces, nunca respondió porque siempre sonaba apagado.

—Qué raro, llama tus padres.

Marqué el número de mamá no respondió, el número de papá y tampoco. Me estaba asustando un poco que no respondiera. Llamé al número del hospital, pero tampoco respondieron. Miré a Oliver que estaba frunciendo el ceño viendo su teléfono.

—Me están diciendo que mires las noticias, ¿para qué mierda voy a ver las noticias?

—No lo sé, por si llegan a pasar la novela.

—Qué graciosa.

Rió, pero una llamada interrumpió su risa, su sonrisa fue desapareciendo poco a poco, se quedó en silencio y un poco pálido.

—Oliver, ¿qué pasa?

No me prestó atención, pero busco algo en su teléfono y me lo paso. Son las noticias ¿por qué debo ver...? Me callé cuando vi el encabezado.

¡Noticia importante y de última hora! Hay un atentado en el hospital general. Se confirman 12 muertos y más de 22 heridos, las autoridades están haciendo lo posible por entrar, pero las puertas y cámaras han sido manipuladas.

La respiración se atascó en mi pecho, Oliver tuvo que sostenerme para que mis rodillas no tocaran el suelo, mamá y mi hermano estaban ahí. Yo... yo... yo no quiero pensar que algo malo les sucedió, claro que no. Ellos son fuertes, ellos se pueden proteger. Ellos están bien. Algo en mí me dice que ellos están bien, pero por otra parte la idea de perderlos me carcome. 

Yo no puedo perderlos a ellos, por una parte, sé que papá está bien, ya que trabajan en distintos hospitales. Pero mi madre y mi hermano me alteran demasiado. Quiero salir corriendo y a la vez no puedo moverme. Oliver me sienta en el suelo, luego él hace la misma acción dándome estabilidad.

—Ellos estarán bien, ¿cierto?

—Claro que sí—me responde él, acariciando mi cabello.

—Duele.

—¿Qué duele? — preguntó de vuelta.

—Duele sentir un dolor en el pecho cuando sientes que pierdes a alguien, que el aire se escapa de tus pulmones y no regresa. Los pensamientos te aturden y la culpa llega a ti de las peores maneras posibles, quieres decirles lo que nunca pudiste, pero ya es demasiado tarde. Lo que quisimos decirles ellos ya no lo escucharan, entonces, ¿qué sentido tiene decírselos cuando ya están muertos?

Mi oscuro secreto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora