Capítulo 3

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Adriana.

Me quedé ida viendo su imponente cuerpo frente a mí, el olor de su colonia golpeó fuertemente mi nariz, me encontré inhalando para que el olor perdurará en mis fosas nasales. No hablé, sólo pude verlos y era extraño verlo, después de no haberlo visto por dos años y medio.

Mis ojos se dirigieron al suelo para detallarlo. Sus botas negras que brillaban por la tonalidad de las luces, su vaquero negro que parecía de militar solo que era de color negro. Su camiseta totalmente negra, sus brazos con algunos que otros tatuajes que antes no tenía. También tenía tatuajes en su cuello, uno de ellos era una serpiente bien detallada, entre color negro y azul, que por cómo se ve, parece que viniera desde su espalda y se termina en donde queda su pulso.

Sus manos eran portadoras de anillos, y allí estaba ese anillo. Ese anillo completamente negro con cara plana. Sus venas se marcaban en sus brazos con cada movimiento que hacía, enfoqué mis ojos en su cara, mandíbula marcada, nariz respingada y fina, unas pequeñas y no muy visibles pecas adornaban el puente de su nariz. Sus largas pestañas y sus ojos totalmente verdes que, ahora eran más negros que verdes, analizaban mis movimientos. Su cabello más largo en desorden y mojado por su sudor.

Ya no era el mismo, claro que no. Ahora se miraba mayor y tiene ese aire de superior, me sonrió sus dientes blanquecinos y perfectos, me sonrieron tal y como lo hicieron la última vez hace dos años y medio.

—Daren. —Las palabras salieron en un susurró de mis labios, hace mucho tiempo que no mencionaba su nombre.

—Ha pasado tanto tiempo.

—Volviste —mascullé.

—Creo que ya era hora, ¿cierto?

Sus ojos se encontraron con los míos, pero con una pregunta interrogante ahondando en ellos. No todavía no era tiempo, no.

—No lo creo —musité.

—Yo creo que sí —volteó a ver detrás de mí donde Lucas se encontraba —. ¿Lucas, no es así?

—Sí, Lucas.

—Un gusto —sus ojos se enfocaron en mí, aparté la mirada porque la intensidad de la suya me hizo sentir incómoda, pero no en un mal sentido. —Soy Daren, un viejo amigo de la señorita Adriana.

—Seas bienvenido —masculló apretando mi cintura, con más fuerza de la que esperaba, Daren notó eso y bajó la mirada a su mano.

—No seas tan posesivo, ¿quieres? No te la voy a robar, o tal vez sí.

Lo miré directamente a los ojos alarmada, pero él no se inmutó, es más, me dedicó una lenta, pero muy sensual sonrisa torcida guiñándome un ojo en el proceso. Eso solo le hizo recordar la primera vez que nos conocimos, hizo lo mismo.

—¿Hace cuánto llegaste?

—Hace algún tiempo.

—¿Te unirás a algún equipo? —preguntó Lucas.

—Ajá. Si me disculpan debo irme —se acercó a mí dándome un beso en la comisura de mis labios —. Un gusto volver a verla, señorita.

Le dio una pequeña palmada en la espalda a Lucas antes de desaparecer detrás de nosotros.

Tragué. ¿Por qué me ponía nerviosa estar en su presencia?

Quizás solo es porque no nos vemos desde hace tiempo. Sí es por eso.

¿Por qué más podría ser?

No lo sé, dime tú.

Salí de mi trance cuando Lucas apretó mi mejilla, le di un manotazo.

Mi oscuro secreto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora