Capítulo 25

805 62 235
                                    

Adriana.

Me moví incómoda por lo que estaba debajo de mí. No sabía qué era, pero era un poco incómodo. Palpé lo que había debajo de mi cuerpo y lo que toqué, era dureza. Abrí los ojos de golpe, cosa que no se abrieron mucho porque seguramente estaban hinchadísimos por haber llorado anoche, y caí en cuenta que estaba en la casa de Daren y también estaba durmiendo encima de él.

Sigue dormido con un brazo sobre su cara y otro sobre mi espalda, quiero dormir otro ratito más, pero recuerdo que ando en mis días y que, también tengo hambre. Dejo un beso en su pecho y me levanto sin hacer mucho ruido, busco en su cajón de ropa interior algo que pueda quedarme y me adentro al baño, me tomo mi tiempo bañándome, después me cepillo los dientes y salgo del baño vistiendo su ropa, verifico que siga dormido y salgo de su habitación.

El pasillo está desierto al igual que su sala de estar y su cocina, supongo que su hermano también está dormido. Entro a su cocina y me pongo a hacer café, abro el refrigerador buscando algo que comer, consigo tocino, huevos y también voy a hacer panqueques. Busco harina, leche, soda, levadura y azúcar. Cuando ya tengo todo comienzo a hacer los panqueques tomándome una taza de café y bailando un poco.

—Bueno, veo que amanecimos bien contentos el día de hoy—la voz de Daren me hace dar un respingo y hacer volar el panqueque tenía en la espátula.

—¡Me asustaste! —coloco la mano en mi pecho, él atrapa el panqueque y comienza a comerlo.

—Pensé que tenías oídos biónicos o algo así.

—Pues no—gruño.

—Deja de gruñir que pareces perro—susurra acercándose a mí.

Abro la boca exageradamente colocando mis manos en mi caderas, quiero parecer intimidante, pero al parecer no porque comienza a reírse.

—¡No te rías! ¡No te voy a dar comida! —me doy la vuelta y apago la estufa, ya no se está riendo y siento su cuerpo detrás de mí.

—¿Ah sí? ¿En serio? —susurra, su aliento en la parte trasera de mi oreja hace que me estremezca.

Asiento.

—Sí, no voy a darte comida por burlarte de mí.

—Muñeca, tú eres mi payaso personal.

Bufo.

—Tu payaso persona mis...

—¿Mis qué? —se acerca a mí, siento su dureza en mi espalda baja y ahogo un quejido. — ¿Mis qué? —arremete contra mí, su mano se cuela por mi cuerpo y llega a mi cuello, lo aprieta y vuelve a arremeter contra mí.

—Mis huevos—finalizo y su agarre en mi cuello se vuelve más fuerte, muevo mis caderas al sentir su erección en mis nalgas, eso hace que afloje el agarre y suelte un suspiro.

—Los míos, ¿recuerdas la forma la que los exprimiste? —arremetió contra mí y me incliné sobre la barra para sentirlo mejor.

Quitó la mano de mi cuello y la bajó hasta mis pantalones, adentró las manos y acarició mis nalgas.

—Supongo que eres una ladrona de mi ropa interior—suspiró en medio de una risa, iba a bajar mis pantalones cuando lo detuve, poniendo una mano sobre la suya.

—No podemos... tu hermano está durmiendo—un jadeo se escapo de mi boca cuando se restregó contra mis nalgas—, no podemos.

—Sí que podemos, él está dormido y duerme más que un koala, tampoco lo despierta el sonido.

—Pero... si tu hermano baja, nos verá.

—Que nos vea, de eso se trata. La adrenalina de que nos vean, de disfrutarlo, de sentir tus gemidos ahogados en mi piel o boca, sabiendo que pueden oírte. Me encanta.

Mi oscuro secreto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora