Adriana.
Han pasado los días y, ciertamente, no han mejorado nada. Tampoco es cómo si hubieran empeorado, no, pero tampoco están mejor. No tuve una hermosa Nochebuena, tampoco una Feliz Navidad y mucho menos un precioso Año Nuevo, fueron los peores días de mi vida. Me la pase llorando todas esas noches, sin comer, sin dormir, sin hablar. Llorar es bueno, libera todo lo que nos hace daño, no ayuda a desahogarnos, no sé cómo explicar mis sentimientos en estos momentos son muy confusos.
Bueno, cambiando un poco de tema en mi miserable vida. Mañana es mi graduación, estoy nerviosa, pero no porque vaya a graduarme, sino es porque, en realidad, no quiero ver a nadie. No quiero que solo me miren para darme el pésame, no quiero que nadie mencione a Oliver mañana. Quiero disfrutar un poco de mí y no dejar que nadie arruine mi noche, solo quiero un puto día de felicidad. No pido nada más. Solo uno.
En este momento, mamá me está acompañando a recoger el vestido, iban a dármelo hace una semana, pero bajé de peso y ya no me queda como antes, tuvieron que ajustarlo a la nueva yo. Es un asco. Soy un asco, no quiero hablar con nadie, no quiero saber nada de nadie. Mamá intentó que yo hablará con un psicólogo, pero no quise. Le dije que, en verdad, no lo necesitaba. No quiero un psicólogo que me diga sí estoy o no bien.
—¿Necesitas algo más? —me pregunta, niego.
—No. ¿Podemos comer algo? Tengo hambre.
Asiente y nos dirigimos a un local que vende comida, cargo el vestido y los zapatos en la bolsa especial para ellos. Nos sentamos en las mesitas que brinda el pequeño local al aire libre, esperamos la comida. Es un local de comida mexicana, me encantan los tacos de este lugar. La comida llega unos minutos después, agradecemos y procedemos a comer. Mamá, de cierta manera, se alegra de que pueda comer. No lo hago tan seguido, llorar y dormir me quitan el hambre.
—¿Cómo te sientes?
—Igual —me encojo de hombros, ella hace una mueca y se recompone rápidamente. Siempre trata de hacer conversación conmigo y yo siempre evito hablar mucho—, lo siento no...
—Está bien. Yo entiendo.
—Pero, supongo, no lo sé... estoy un poco nerviosa por mi graduación.
—¿Por el motivo de que vas a graduarte o es algo más?
—Eso, no quiero que nadie se acerque a mi para darme el pésame... —trago saliva y volteo a ver hacia otro lado —. De bueno... ya sabes... eso.
—Entiendo, Adriana, pero si no enfrentas las cosas nunca vas a superarlas. No quiero decir que vas a superar la muerte de Oliver, no. No vas a superarla, pero sí vas a aceptarla y vivir con el dolor que su pérdida dejó. Es mentira lo que la gente dice, la muerte nunca se supera, tampoco es como que deja de doler. Aprendes a vivir con el dolor y el vacío que esa persona dejó en ti —suspira y sus manos sujetan las mías, sus ojos azules me transmiten la calidez que necesito—. Dejas de llorar y de sentirte culpable por muchas cosas, no pasa de un día para otro, a veces conlleva mucho tiempo.
—Gracias, mamá. A veces siento que me abrumo demasiado.
—Lo haces, amor, uno siempre lo hace. No está mal que consigas ayuda, es bueno tratarlo con un especialista.
—Lo sé, pero... por ahora no quiero saber nada.
Asiente y seguimos comiendo. Disfruto del tiempo con mamá, de la brisa golpeando mi rostro. Terminamos de comer, mamá paga y caminamos hacia el estacionamiento, cuando estamos cruzando la calle siento un mareo que me hace sostenerme del brazo de mamá.
—¿Pasa algo? —me pregunta, niego. Me ayuda a sostenerme y llegamos al auto, me subo al asiento del copiloto. Ella busca pastillas en su bolso y me la entrega.
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Mi oscuro secreto ✔️
Mystery / ThrillerAdriana, una chica un tanto misteriosa. Desapariciones. Acciones inesperadas. Venganzas. Traición. Secretos del pasado que viene persiguiéndolos. Y no se irán hasta que los destruya a ellos, o ellos la destruyan a ella. ⚠️Advertencia⚠️: Contiene...