Vino.

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¿Se le ofrece algo señor?

...

Ella no era Muriel.

No, lo siento, sólo te confundí con alguien.

Entiendo, no hay problema.— Dijo sonriente aquella mesera.

- ¿Por qué hice todo esto?
Era obvio que no iba a existir ninguna Muriel.
¿Satisfecho Jamie?
Mejor vuelvo a casa. -

— James regresó a su casa, los días normales sólo eran eso, "normales" no había meseras que le hacían la vida difícil a su novia, no había edificios que debían ser destruídos...

— Muriel daba y daba vueltas por la cabeza de James.
Una semana después de su salida del hospital, se decidió por visitar nuevamente la cafetería.

— James entró al café y se sentó en una mesa similar en la que logró ver el anuncio de venta del edificio.

Hola, me sirves un Mocca por favor.— Dijo James.

¡Hola, es usted otra vez! ¿Estuvo todo bien? — Dijo la mesera.

Si, sólo estaba confundido.

Lo sé, parecía como si hubiese visto a un fantasma ja, ja. Por cierto, soy Sophie. Sophie Collins.

¿Collins? ¿Es una broma? — Dijo James soltando una solitaria risa.

Nop, ninguna broma.— Dijo Sophie.

¿Qué haces Jamie? Será mejor que ya supere eso.— Musitó James.

¿Dijo algo?

No Sophie, sólo balbuceo... Yo soy James Campbell.

(Su apellido es Collins y trabaja en esta cafetería, debe ser algún tipo de coincidencia.
¿Será que es ella la chica de mis sueños?
Tal vez ella podría ser mi Muriel).— Pensó James.

Oye Mur, me preguntaba si tú...

Acepto James.— Dijo Sophie con gran entusiasmo.

¡Perfecto! ¿Entonces cuándo te veo?

— Sophie anota su número de teléfono en un papel y se lo entrega a James.

Llámame cuándo estés listo, y yo te diré si salimos.

Eso no es justo, ¿tengo qué pasar alguna prueba?

Así es, empieza por no decirme Mur.— Sonriendo dijo Sophie.

Perdón es que...

No me expliques, tengo qué volver al trabajo... ¡Llama! — Sophie se va haciendo el signo de teléfono.

— James espera por su Mocca y cuando lo termina, sale de la cafetería y se va a su casa.

Wow, qué chica tan fascinante, me siento como si estuviera engañando a Muriel pero... creo que no hay problema si ella no existe.—

— Entra James a su casa mientras sus padres organizaban su vestimenta formal.

¿Saldrán a algún lado?

Oh, hijo, iremos a Napa, un amigo mío sacará por fin su primer vino.— Dijo Aaron.

Hoy seremos catadores.— Bromeando dijo Rachel, la madre de James.

Deberías venir con nosotros. Tal vez hasta compremos un viñedo, nunca se sabe.

Si, supongo que si, iré con ustedes.

— Y se marcharon de casa hacia Napa Valley.

— Cuando iban llegando, James leyó aquel famoso letrero de Napa.
"Bienvenidos a la mundialmente famosa región vinícola"

— Y extraños pensamientos retrospectivos llegaban a su mente.

Al llegar a Napa, Aaron presentó a su familia con su amigo George. Inmediatamente les dió a probar el vino terminado.

¡Es delicioso! — Dijo Aaron.

¿Verdad? Esta uva sólo crecía en Moskowite Corner, está a media hora de aquí.
Nosotros decidimos traerla a Napa, y se dió muy bien.

¿Moskowite? — James de pronto recordó que Muriel había crecido en ese pueblo.

¡Debo ir allí!

— James tomó el auto de su padre y manejó media hora hasta Moskowite Corner.
Preguntar por la familia Collins y que le dieran noticias exactas era muy probable, ya que el pueblo tenía apenas 250 habitantes.

— Se detuvo en dónde vió a la primer persona en el pueblo, un anciano que tomaba café en su pórtico.

Hola, disculpe señor, busco a la familia Collins.

La casa de la esquina.— Dijo aquel señor.

— James llegó a dicha casa y bajó presuroso del auto.

— Había un hombre afuera, parecía estar arreglando su camioneta.

Hola señor, ¿aquí vive Muriel?

¿Tú quién eres? — Dijo el hombre.

James señor.

¿Por qué buscas a mi hija?

¿!Entonces ella está aquí!?

¿De dónde vienes hijo? No sé por qué razón la buscas, ni por qué lo haces con tanta emoción.
Pero...

Ella falleció hace 18 años.

— A James se le hizo un nudo en la garganta.

— ¡Muriel era real!
Pero no era para nada lo que esperaba encontrar.

Lo siento señor, yo...

Ven hijo, nunca nadie vino a preguntar qué pasó, ni siquiera aquel viejo que siempre quiere enterarse de todo.

— James le contó al padre de Muriel sobre su accidente y cómo él había imaginado una vida junto a ella mientras estuvo en coma.

Una vez fuimos a San Francisco, cuando Muriel cumplió 5 años.
Estábamos muy emocionados por ver una ciudad, el mar, todo era una primera vez para nosotros.
Una ocasión, paseamos en el parque Golden Gate, y a ella le gustó mucho un molino del parque.
Se metía y jugaba adentro del molino, incluso hizo un amiguito ahí mismo.
Nos quedamos en la ciudad casi una semana, y Muriel nos hacía ir a ese parque cada día, de verdad le gustaba ese molino, ¿sabes por qué?
Su amigo iba también todos los días y jugaban ahí dentro.
Un día, ese niñito no fue al parque, por lo que Muriel se entristeció mucho. Se encerró en el molino.
Yo fui un padre muy despistado, creí que todo estaría bien, que ella seguiría jugando con su amigo y me distraje en otras cosas.
Cuándo voltee, vi a Muriel arriba en el molino, ella se acercó a la valla de madera pero tropezó y cayó al suelo desde 5 metros de altura, fatales para una niña de esa edad.

— James no dijo nada, agradeció que le contara eso, se despidió y regresó a San Francisco.

- Yo era ese niñito que jugaba con Muriel, mi mente trajo a mi ese recuerdo en el hospital y le dibujó una historia.

Como te soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora