Capítulo V
─ Entonces, ¿está decidido? ¿No hay otro modo? ─ preguntó Steve, bebiendo un sorbo de su café.
Tenía la preocupación pintada en sus rasgos. Aquel era un tema peligroso. Sus fuentes ya les habían informado que los alemanes estaban expectantes, esperando un paso en falso para diezmar a toda la población del gueto y a cuanto rebelde encontraran. Sin embargo, estaba dispuesto a seguir sus instrucciones y a acatar sus decisiones. Después de todo, eran ellas las que manejaban aquel submundo surgido de la compasión.
─ No, tiene que ser ahora y tiene que ser así─ afirmó Yelena, con un dejo de tristeza en la voz que no pasó desapercibido para nadie.
Los tres se encontraban sentados en la cocina de la pelirroja, planeando sus próximos movimientos. Natasha tenía ya demasiados niños en casa y eso la ponía en riesgo. Cada día que pasaba era un día más que engañaban a la muerte, pero, su suerte no duraría para siempre y el tiempo comenzaba a acabarse. La guerra avanzaba a pasos agigantados y los aliados parecían incapaces de parar los avances de Hitler. Los ingleses estaban siendo acosados día y noche con bombardeos indiscriminados, los franceses ya se habían rendido y los holandeses eran apenas una mancha en el mapa. Los rusos parecían ser los únicos en pie, pero, para ellos no era ningún alivio. Fueran los alemanes o los rusos los ganadores, los polacos serían los perdedores. Mientras ellos discutían los planes a seguir, los niños dormían, todos acurrucados en un solo cuarto, en una sola cama, compartiendo sus sueños infantiles y espantando a las pesadillas con el solaz del calor del otro.
─ Entonces, tú vas a llevarte a Jair, ¿no es así? ─ preguntó nuevamente Steve, pensando en cómo le dirían a la niña que la separarían de su hermano, quizás para siempre.
Yelena asintió y cogió la libreta que Natasha había dejado sobre la mesa, anotando un par de nombres y una dirección con su caligrafía pulcra y cuidadosa. Se lo extendió a su compañera y ella lo miró con interés.
─ Ésos son los nombres y la dirección de la familia que recibirá al niño. Guárdalo, junto con los demás. Quizás, si tenemos suerte... sus padres o su hermana puedan encontrarlo cuando todo esto termine─ Natasha asintió y escondió el papel en su corpiño, esperando poder guardarlo más tarde.
Natasha llevaba un cuidadoso registro de cada niño y niña que había salvado a lo largo de esos años. Anotaba el nombre del niño, el nombre de sus padres, la fecha en la que se lo llevó y la dirección donde lo escondió. Cada papel era plegado cuidadosamente sobre sí mismo hasta convertirlo en una pequeña bola que guardaba dentro de frascos de vidrio que luego escondía en un lugar que sólo ella conocía. Por seguridad, no le había transmitido a nadie la ubicación de aquel secreto tan importante para ella y para decenas de familias polacas. Estaba segura de que muchos de aquellos niños ya no tenían a sus padres con vida, pero, confiaba en que un día, alguien, algún pariente lejano, un amigo de la familia, alguien... alguien pudiera dar con ellos y devolverles el hogar que les arrebataron con tanta crueldad.
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An angel in disguise
Fanfiction"Una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad". Irene Sendler. En medio de la guerra y el dolor, dos almas se unirán para hacer el bien y salvar a los inocentes de una muerte injusta, descubriendo que...