01

2.2K 161 325
                                    

Con pereza anoté las cosas escritas en la pizarra sobre mi cuaderno, haciendo un par de garabatos en las esquinas de la cuadriculada hoja porque era el rey de la distracción, y me aburría con facilidad. Incluso el ruido de los autos en el exterior conseguían captar mi atención, y así lograba perderme la parte más importante de la clase. Los ronquidos de mi compañero no tornaban las cosas más divertidas, incluso me transmitía ese sentimiento un par de veces, y mi cerebro parecía desconectarse por momentos, pero mi cabeza ya estaba cayendo cuando me daba cuenta, y despertaba con rapidez de mi corto sueño.

El sonido del timbre me hizo dar un brinco en mi lugar, y observé rápidamente a mi mejor amigo, que repentinamente había levantado la mitad de su cuerpo que descansaba en la mesa y ahora limpiaba la saliva que tenía en el rostro por su extensa siesta. Reí con pereza ante la imagen, y él hizo lo mismo, quizás nos veíamos estúpidos pero eso no me importaba.

El sonido de la puerta abrirse alertó a toda la clase, incluyéndome, pero luego de eso nadie pareció seguir prestando atención, a excepción de nosotros dos cuando notamos que se trataba del docente con mayor poder en la escuela; el director.

Tras un carraspeo leve, pero bastante sonoro y desagradable por su ronca voz, todos voltearon. Yo sólo lo veía mover sus labios y murmurar bla, bla, bla mientras mantenía mi mejilla apoyada sobre la palma de mi mano, jugando con mis pies bajo la mesa, sintiendo el peso de mi compañero a mi lado porque tal vez estaba haciendo dibujitos en mi cuaderno. Su discurso era tan aburrido que mis párpados comenzaron a luchar por mantenerse abiertos, hasta que las palmadas del idiota a mi lado me trajeron de regreso al mundo real.

—Ese tipo no debe tener ni veinte años. —alcé una ceja ante sus palabras, y rodó los ojos mientras apuntaba frente suyo.— Mira frente a ti Lennon.

—No fastidies, estaba medio dormido. —me quejé, mirando al frente de una vez.

Oh por dios.

De pie junto al director había aparecido un hombre de aspecto ultra joven, incluso con la corta barba en su rostro parecía tener cara de bebé. Mantenía el cabello peinado hacia atrás, y un par de mechones caían por su frente, los cuales tiraba hacia los costados con sus dedos mientas observaba al director hablar, manteniendo una bonita sonrisa en sus labios. Utilizaba pantalones vaqueros que se ajustaban al inicio de sus piernas, pero que al finalizar se volvían más anchos, acompañados de unos botines de color negro, catalogando su look atractivo por completo al llevar una camiseta blanca de mangas cortas con un chaleco abierto sobre ella.

Ese tipo era un adonis.

—Si lo sigues mirando de esa forma voy a vomitar, baboso. —sin dudarlo le pegué con el codo.— Auch.

—Silencio Stuart, es digno de ser observado como un dios griego. —su estruendosa carcajada ante mi no tan falsa y bromista confesión me hizo cubrirme el rostro de inmediato.

Me hice el tonto cuando el director miró en nuestra dirección, regañando a mi mejor amigo a través de sus horribles gafas. No pasé por alto que el tipo a su lado también nos había mirado, y de paso sonrió.

Yo sonreí de regreso, importandome poco si me había sonreído a mí, o por la situación.

—Joven Sutcliffe, ¿escuchó la información? —mi amigo asintió.— ¿Qué dije?

—B-bueno... Usted dijo que... —cubrí mi boca para no reír.— Lo siento, me falla la memoria.

—¿Qué hay de usted, joven Lennon? —fue el turno de mi amigo para burlarse de mí.

Me quedé callado, y el viejo rodó los ojos. Ésta vez me obligué a prestar atención a todo su molesto discurso por segunda vez, pero claro, no miraba al director precisamente, observaba al guapo hombre a su lado.

practice teacher ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora