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La inseguridad se había instalado hasta el fondo de mi pecho aquél día, aquél día donde me di cuenta de que mi maestro realmente me gustaba, y que las cosas habían dejado de ser un juego como creí al inicio. Sentía miedo al rechazo, al saber que algún día él podría enterarse de esto, y era algo que debía suceder, algo que sucedería definitivamente.

Había escuchado historias donde los maestros se vuelven amigos de sus alumnos cuando salen de la escuela, pero, yo no sólo quería ser su amigo; quería ser algo más. En algún momento tenía que contarle la verdad, decirle cuánto me gustaba, hacerle notar la increíble química que había entre nosotros cuando tocábamos. Pero aquello definitivamente no podría ser ahora, le arruinaría la cómoda estadía en esta escuela, Paul ya no podría estar tranquilo impartiendo la materia para mi clase. Las cosas serían horribles.

Temía que mis sentimientos salieran a flote, y él lo supiera. Aún no era momento.

—¡John Lennon! —el grito ensordecedor de mi padre me hizo pegar un salto en mi lugar, al igual que a mi madre.— ¿Puedes verlo? Te lo dije. Este niño está en la luna.

—Lo siento, mañana tengo un examen y estaba pensando en eso. —mentí, porque no tenía un examen mañana.

De hecho, mañana es sábado.

—El lunes lo tienes, cariño. —añadió mi madre, y evité suspirar de alivio para no delatarme ante papá, que ya había fruncido el ceño.— Es tu último año Johnny, debes estar repleto de cosas en la escuela y te confundes con los días.

—Así es, lo lamento mucho. —me disculpé una vez más, y el hombre frente a mí asintió.

—Hm... Debes poner más atención al mundo real John, y dejar de ser tan estúpido. —respondí con un monosílabo, y seguí comiendo mi comida.

Al finalizar, me encargué de limpiar y ordenar todas las cosas, quitándole un poco de carga a mi madre, y me marché a mi habitación cuando terminé. Con pereza me dejé caer sobre la cama, finalmente era viernes, y aún el día no finalizaba, pero estaba tan agotado que sólo necesitaba dormir, y aquello me repondría por completo. Mi último esfuerzo del día fue cepillar mis dientes y cambiarme de ropa, para meterme bajo las cobijas y cerrar los ojos para descansar, aunque claro, los mensajes de mi celular no me dejarían hacerlo.

—¿Por qué no lo puse en silencio? Tonto John Winston Le-

¡Hola! Recuerda que mañana nos veremos en el estudio, puedes llegar a mediodía si quieres, yo me encargaré de nuestro almuerzo. Descansa y ten una bonita noche John. Estoy ansioso porque toquemos juntos ;)

Y pude dormir completamente tranquilo esa noche, pensando en lo bonito que Paul es, y en que nos veríamos pronto para disfrutar.

Aquella mañana del sábado mi alarma biológica me despertó, tan motivado por levantarme temprano como nunca. Dejé mi habitación impecable, y me fui a dar una corta ducha, buscando mis mejores prendas después para lucirme con Paul. Una vez completamente listo tomé mi guitarra, me despedí de mi madre y salí de casa, dirigiéndome a la parada de autobuses con las mejillas doliendo de tanto sonreír.

Caminé por las calles sin necesidad de verificar en mi celular la dirección que ya me había aprendido, sujetando las correas del bolso que transportaba a mi guitarra con infantil emoción. Una vez divisé el característico edificio con las escaleras subterráneas, aceleré el pasto, hasta hallarme frente a mi destino. No pude evitar reprimir una risa en cuanto me encontré con el mismo tipo de la vez anterior, ese que se creía Kurt Cobain. Por un momento temí que me recordara y me encogí de hombros, pasando por su lado con rapidez para bajar por las escaleras, hasta dar con las salas de ensayo.

practice teacher ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora