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Un pequeño escalofrío invadió mi cuerpo, el ambiente estaba un poco frío, pero una manta cubría mi desnudo cuerpo, y el calor corporal de Paul también me hacía sentir mejor. Sus dedos acariciaban mi cabello, y sentí que aquella había sido una muy bonita manera de despertar.

—Hm... ¿Dormí mucho? —pregunté perezosamente, y el azabache rió, besando mi frente.

—Yo desperté hace unos minutos, pero dormimos más de una hora. —mis ojos se abrieron por completo.

—¿Dijiste una hora? —pregunté otra vez, incorporándome en mi lugar, pero esa fue una pésima idea.

Un intenso dolor se alojó en toda mi espalda baja, y un fuerte quejido escapó por entre mis labios. Paul no tardó en sentarse y verificar mi estado, mientras que yo sólo lloriqueaba contra el colchón.

—John, ¿qué sucede? Oh por dios, ¿fue mi culpa? —preguntó un poco alterado, y yo seguí quejándome contra sus sábanas.

Quería golpear mi cabeza contra la pared por haber sido tan idiota.

—¡Te mentí Paul, perdóname! —exclamé, y acarició mi cabello.— Si soy... Era virgen, pero no quería que pensaras que era un tonto inexperto...

—Oh John... ¿Por qué no fuiste sincero? Pude haber sido más romántico y gentil contigo, lo siento tanto cariño. —mi maestro rodeó mi torso contra su cuerpo, dándome un abrazo, y me sentí un poco mal por haber mentido.— Lamento haber sido tan rudo, te prometo que lo compensaré la próxima vez Johnny...

—Me daba vergüenza confesártelo, perdón. —Paul acarició mi espalda.

—No debes avergonzarte por algo así John, sé que la sociedad impone estándares, y si no los cumples, te sientes mal por ello. No debes hacer caso a ese tipo de estupideces y vivir tu vida a tu propio ritmo. Sólo tú puedes decidir cuándo estás listo para hacer ciertas cosas y-oh por dios. —mi maestro frenó en seco sus palabras, y lo observé confundido.— No te obligué a hacer nada, ¿verdad? Si te sentiste presionado perdóname, yo-

—Tranquilo Paul. —interrumpí.— No me obligaste a hacer nada, yo me sentía listo para esto, para hacer esto contigo... No te disculpes, lo disfruté mucho y me siento muy feliz de que hayas sido mi primera vez...

Mi maestro sonrió, y supe que estuvo más tranquilo con mi respuesta.

—¿Te parece si te doy un masaje? Debes estar un poco adolorido. —preguntó, y asentí.

—¿Puedo tomar una ducha primero? Estoy todo pegajoso. —confesé con las mejillas ardiendo, y rió bajito, accediendo a mi petición.

Me di una corta ducha primero, mientras que Paul cambiaba las sábanas y ordenaba nuestro desastre. Tuve que morder mi lengua durante toda mi trayecto a esa habitación, pero no quería verme como un bobo débil y quejarme todo el tiempo, al menos el agua caliente había servido bastante para relajar mis músculos. Regresé al cuarto de Paul rodeado por una toalla gigante y suavecita que me había prestado, encontrándome con todo ordenado, y a mi bonito maestro doblando un par de prendas sobre la cama.

—Oh, ahí estás. —sonreí.— Ten, están nuevos, y puedes ponerte esto también.

Me tendió un par de bóxers que aún tenían su etiqueta, una camiseta y shorts de pijama, ¿quería que me quedara aquí?

¿Qué hora es?

—Gracias Paul. —me limité a decir, recibiendo un besito en la frente antes de que fuera a ducharse también.

Me vestí con la ropa que me entregó, notando que su pijama me quedaba gigante, pero eso me importó poco. Me senté con suavidad en el borde de la cama, y recordé que mi celular aún estaba en la sala, por lo que me apresuré en ir a buscarlo, sintiendo el piso frío bajo mis pies descalzos. Sonreí con victoria en cuanto lo encontré en el suelo con nuestras ropas, las cuales recogí también y las llevé hasta su habitación antes de saludar brevemente al pequeño gatito que seguía dormido en su cama. Lo envidiaba.

practice teacher ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora