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Aquél día supe que algo extraño sucedía con Paul. Desde ayer me miraba de forma extraña, o tal vez yo simplemente estaba pensando cosas que no eran. De todas maneras, mi sexto sentido me decía que algo extraño ocurría, y realmente temía que se hubiese enterado de mis sentimientos y ahora intentaba poner una barrera entre nosotros, pero era demasiado amable y no se atrevía a mandarme a la mierda.

Si eso ocurría, temía que decidiera no invitarme a tocar junto a él en su show mañana. Este era nuestro último ensayo.

—¿Qué opinas de los arreglos que hice en la canción Paul? —pregunté en su dirección.

El maestro me observó durante unos segundos, para luego volver a poner su atención sobre sus dedos tocando la guitarra en sus piernas. Bufé no muy notoriamente en respuesta.

—Son cool. —se limitó a decir, comenzando a tocar Blackbird, aquella primera canción en la que podría decirse que colaboramos juntos.

—¿Hice algo que te molestó? Estás extraño. —me atreví a decir, y a continuación sintiéndome lo bastante apenado por mis palabras como para mantener la mirada puesta en su persona.

Oí con claridad el ligero suspiro que emitió, y a continuación, el sonido de su guitarra ya que la había dejado sobre el atril sin mucha delicadeza. El ruido de sus zapatos se me hicieron cada vez más fuertes porque caminaba justamente en mi dirección, y no pude hacerme el tonto por mucho tiempo más, ya que estaba de pie frente mío. Alcé la vista, manteniendo la seriedad en mi rostro, pero el temor en mis ojos.

—Yo necesito hacerte una pregunta, y quiero que seas muy sincero. —dijo él, sonando suplicante al final.

—Por supuesto. —se llevó las manos al rostro, y cerró los ojos, susurrándose palabras de ánimo, yo lo observé confundido.

Se puso de rodillas frente a mí, quedando a mi altura ya que yo estaba sentado, y acomodó una de sus manos sobre mi pierna. Sentí que casi podría hiperventilarme por su cercanía.

—La canción que escribiste... —mi respiración hizo cortocircuito en ese momento.— ¿Era para mí?

—Uh...

Me había borrado por completo.

No podía reaccionar, simplemente me había desaparecido del cuarto. Mi mente estaba en blanco, y yo hacía lo posible por no desmayarme de la vergüenza, e intentar disipar lo muy mal que me estaba sintiendo.

—John. —insistió, moviendo mi pierna con sutileza.

Lo observé con un nudo en mi garganta, y sentí ganas de correr muy lejos de allí. Las palabras no salían de mi boca, por mucho que intentara decir algo, ¿por qué no salían? Intenté enterrar mis uñas en las palmas de mis manos para despertar de esa horrible sensación, me sentía como si de pronto me hubiese relentizado, y todo el mundo avanzaba en su curso normal, todo excepto yo. Crucé miradas con él, observándolo con ligero temor, y tragué saliva.

—No... —contesté finalmente. Me sentía como si me hubiesen atrapado cometiendo un horrible crimen.

Cometiendo el crimen de enamorarme.

Él se levantó del suelo lentamente, y tomó la guitarra que estaba entre mis brazos para dejarla a un costado sobre su atril. Paul puso ambas manos sobre mis hombros, y se acercó un poco, invadiendo por completo mi espacio personal.

—¿Era para Roger? —preguntó ligeramente molesto, confundiéndome, y negué.— Se nota a millas que le gustas...

—No... —repetí una vez más, desviando la mirada de sus penetrantes ojos color avellana. Por dios, me sentía acorralado.

practice teacher ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora