Estaba algo preocupado, y nervioso. No para de dar vueltas en la cama que le había dejado la señora Choi. A la mañana siguiente tendría que pelear en combate por un príncipe que ni siquiera conocía. Que irónico.
Pero bueno, no duraría mucho tiempo, puede que se dejara vencer o abandonaría el pueblo en la tarde. Solo una última experiencia.
Con un suspiro, elevo su torso, quedando sentado en la cama. Cerró los ojos, y masajeo su frente. Definitivamente no podía dormir.
Y pues así, se pasó la noche en vela, pensado en posibles maniobras de ataque para poder lucirse. Nunca había peleado cuerpo a cuerpo con nadie, ya que en la montaña lo único que había eran árboles. Pero no iba a frenarlo.
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Abrió sus ojos, sintiendo todo el sueño esfumarse de un momento a otro. Era el día, su libertad había acabado, se había consumido como la mecha de una vela. Una oleada de tristeza lo lleno, la última gota de agua había entrado al vaso, y toda el agua había salido.
Trago duro, sintiendo un nudo en su garganta.
De un momento a otro, la puerta de su cuarto se abrió, dejando ver a las sirvientes que lo despertaban y ayudaban cada mañana, aunque realmente no le hacía falta.
- ¡Arriba, pequeño Felixie!- grito la peli roja, emocionada.
Sana, la hija de una de las cocineras, que también trabajaba allí. Ella era mayor por unos años, pero eran grandes amigos desde pequeños. Ella siempre le trataba sin formalidad en privado, tenían mucha confianza.
Felix renegó, tapándose hasta la cabeza con las sábanas.- Sanaaaaa, no quiero...- se quejó.
La chica se acercó a él y le arrancó las sábanas de cuajo.- Ya, deja de hacer el tonto, tienes que prepararte. Además...- murmuró, cambiando el tono a uno más misterioso.- Esta mañana pude ver a los muchachos que se presentaron, y he de decir que no están tan mal, no son tan mayores.- dijo.
Felix saltó de la cama, viéndola con un brillo en los ojos.- ¿En serio? Con suerte solo me sacará diez años...- dijo ilusionado.
Sana negó, con una gran sonrisa.- ¡Menos! Bueno, más o menos. Pero hay chicos muy jóvenes, no tan pequeños como tú, pero casi.- dijo, arreglando un poco el desorden del lugar.- Ahora vístete, tienes la ropa en el cambiador. Date prisa, tus padres quieren que desayunes rápido, y luego vayas a la zona del patio.- le explico.
El rubio asintió, marchándose detrás del cambiador, poniéndose la ropa. Una camisa blanca con un traje de chaqueta negro, algo discreto. Su cabello peinado de forma que se viera casual, y muy poco maquillaje. Normalmente, siempre iba vestido igual.
Al acabar de hacer sus cosas, fue escoltado por un guardia y Sana a su otro lado, hasta el comedor. Cuando entró, no había nadie.
Por fin, el primer día que podía comer tranquilo sin sus padres. Se sentó en su silla, y vio el plato de comida frente a él. No tenía hambre, ni un poco, pero intentaría comer algo porque sabía que le hacía falta. Metió la comida en la boca, y masticó de forma distraída. Divagaba en su mente, pensamientos sobre lo que podría pasar.
Se alegraba mucho de que los hombres no le sacaran tanta edad, porque era su mayor miedo. Pero aunque fueran jóvenes, nadie sabe con lo que podría encontrarse. Rezaba porque todo fuera bien.
Acabo de comer más rápido de lo que pensó, y fue llevado a la zona del patio. En este, había un gran espacio de campo verde, con un balcón. En este, ya se encontraban sus padres, sentados a la vista de casi la mitad del pueblo, en el jardín. En el centro, había un espacio, lo que parecía ser donde "lucharían" los hombres aquellos.
Trago duro, y se sentó al lado de su padre. Su progenitor se puso de pie, e hizo callar a toda la gente que hablaba. Carraspeo un poco.- Bien, declaró en este momento, el comienzo del combate por la mano de mi hijo.- dijo alto y fuerte.
Felix bajo la mirada, avergonzado, y puso su mano en su frente, para que no pudieran verle el sonrojo. Su padre dijo algunas cosas más, y luego, empezó a explicar las normas.- Bien, el primer combate consistirá en que, lucharán en parejas, hasta que uno de los dos salga fuera del área marcada o se rinda. Se puede hacer todo tipo de técnicas, luchas y armas. Los que ganen, pasarán a la siguiente ronda.
La gente entendió, y enseguida se pusieron a vitorear. Una fila de hombres, se pusieron en el centro del círculo, dejándose ver. Felix prestó atención, ¿aquellos eran los hombres o jóvenes, que lucharían por su mano? Bueno, algunos se veían jóvenes y lindos, había tenido suerte.
Los primeros hombres pasaron al centro, cada uno portando un arma, y la pelea comenzó. Al principio, era interesante, ya que pocas veces pasaba eso en el reino, pero ronda tras ronda, se aburría más. Así que, acabo sentado en la silla de forma incómoda, deseando que aquello se acabara para poder irse a dormir de nuevo.
Dos nuevos luchadores se anunciaron, los últimos. Por fin, podría largarse a dormir. A un lado, había un chico de cabellos largos y rostro fino y alargado, portando en su mano una espada. Su nombre era Joshua, bastante lindo. Dirigió su mirada hacia el otro costado, en este, un joven con capa negra, cabellos azabaches y ojos con mirada profunda.
No podía ser. ¿Peter? No, Jisung. Se llamaba Jisung. Prestó total atención, ya que era el único luchador que conocía, y no llevaba un arma común, llevaba un palo de madera fino y largo. Eso sería interesante.
El rey habló.- Empiecen.- dijo.
Cuando la orden fue dada, uno de ellos atacó primero.
왕자
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Luchar por un príncipe // Jilix
FanfictionVivía en el monte, en la casa que perteneció a su abuelo en un pasado, desde que murió su madre. Pero Jisung decide volver al pueblo para visitar la tumba de su difunda. Lo que no sabe, es que se acabará metiendose en una competicion para ganar la...