왕자 4: Peter 왕자

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-Actualidad-


Apenas había podido pegar ojo aquella noche, estaba realmente nervioso. Y para colmo, sus padres querían que desayunaran juntos, algo totalmente extraño, ya que ellos siempre comían separados, su padre en el despacho y su madre en la biblioteca.

Bajó temprano, ya cambiando con sus ropas, y se sentó en la mesa de aquel gran comedor. Todo empezó un poco tenso y con un ambiente algo extraño, pero la cosa se fue calmando.

El rey se aclaró la garganta antes de hablar.- Ya empezamos a buscar en el pueblo a los mejores hombres, y he de decir que de momento hay muy pocos.- dijo el hombre, Felix se sentía asfixiado con ese tema.- Pero un rumor ha llegado a mis oídos.

Toda la atención de la reina y el príncipe fue a parar al hombre. La reina le miro intrigada.- ¿Un rumor? ¿Qué clase de rumor?- pregunto.

El hombre siguió comiendo mientras explicaba.- Un rumor recorre todo el pueblo desde esta misma mañana, después de que dimos la noticia de la pelea por la mano de mi hijo. Se habla, que hay un hombre muy bueno, serio y solitario.- explico el rey.- Pocos lo conocen, siquiera saben su nombre. Dicen que su cabello se tornó negro por el dolor del pasado y que sus ojos no muestran emoción alguna. Lo llaman Peter, pero no se sabe quien es.- acabo de decir.

Felix trago duro. Parecía un hombre que daba miedo a simple vista, pero solo eran rumores, nada demostrado.

- Pero de momento únicamente hemos reclutado a un par de hombre del pueblo, nada importante.- continuo el rey.- Intentaré que esto sea rápido y reclutar lo más rápido posible, hoy mandaré un mensajero al pueblo.

- Me parece bien, cuanto antes mejor.- dijo la reina.

Felix trago duro, acabando de comer. Cuanto antes peor, no quería casarse.

/////

-Actualidad-

Había pasado dos años en la casa de la montaña, sin bajar al pueblo. Bueno, lo hizo por el simple de hecho de que estar ahí arriba le ayudaba a despejar su mente.

Siguió los pasos de su padre, tomándose al pie de la letra los apuntes de su abuelo. Entreno cada día, con la simple esperanza de que así, el tiempo pasara más rápido, y vaya que lo hizo. Medito, y práctico artes marciales, y al principio todo se le daba muy mal, pero aprendió rápido, y le resulto hasta divertido. No tener contacto con nadie en tanto tiempo era malo, y se acercaba la fecha de la muerte de su madre, por lo que estaba pensado en si bajar al pueblo o no.

Había puntos positivos y uno de ellos era, que podría volver a ver a Seungmin y Jeongin, visitar la tumba de su madre y poder volver a recorrer esas calles que tanta felicidad le aportaron de pequeño.

Con la mirada en el río, el agua que danzaba frente a el, sin pensar en nada, sintiendo la hierba blanda bajo sus músculos. ¿Volver al pueblo sería buena idea? Bueno, ni que fuera a quedarse, pasaría dos días allí y volvería a la casa de su padre lo más rápido que pudiera.

Había reflexionado muchas veces en su fututo. Su madre, quería que se casara con una mujer guapa, lista y que le quisiera, pero realmente no tenía paciencia para aguantar a mujeres. Tampoco quería la típica vida de infeliz, cuidando campos o haciendo pan. Prefería estar rodeando de naturaleza, poder salir a correr cada mañana sin que unos bandidos le robaran.

- Bien, solo iré al pueblo a ver la tumba de mama y a Seung e Innie. Después, volveré aquí.- se dijo a sí mismo.

Se levantó del pasto y se dirigió hacia el interior de la casa. En aquel tiempo, descubrió algunas ropas que su abuelo guardaba en el trastero, también consiguió ropa de las casas de los alrededores. Se vistió con su blanca y gastada camisa, que se había vuelto un poco amarillenta, y unos pantalones negros ceñidos, botas y por último la capa. Una capa de tala negra, que había llevado su padre en un pasado no tan lejano.

Su cabello se había vuelto negro, ni el mismo sabia como. Puede que fuera por culpa de aquel tarro que le cayó de una de las estanterías del trastero, le costó bastante que esa cosa saliera de su pelo. Pero personalmente, se ve mejor así.

Salió de la casa y agarro ese viejo palo con el que practicaba a veces, y empezó a bajar el sendero por el que una vez subió. Todo se veía completamente igual, el era el que había cambiado.

Como era muy temprano en la mañana cuando salió, al medio día, ya se encontraba en las calles del pueblo. Cuando volvió a pisar las calles color anaranjado, sus ojos brillaron bajo su capucha y sintió su corazón palpitar. Eso le traía tantos recuerdos.

Notaba algunas miradas extrañas hacia el, porque parecería extranjero. Camino con prisa, hasta llegar frente a la casa de su infancia. Estaba igual a cuando la dejo, la puerta seguía igual de destartalada, las ventanas sucias y el suelo mugroso. Sonrió con nostalgia.

Sintió una mano en su hombro, y se giró con rapidez, encontrándose con la tranquilizadora sonrisa de una de las mujeres más viejas del barrio, la señora Choi. Era una mujer muy respetada, dudaba de que aún estuviera viva, pero su duda ya estaba resuelta. Hizo una pequeña reverencia y la mujer le correspondió.

- El joven Han, cuando tiempo sin verte, muchacho.- dijo la mujer con una sonrisa amable.- Me entere de lo que paso poco después de que me contaran que te habías marchado. ¿Qué te trae de vuelta?- pregunto, acariciando sus manos.

Jisung sonrió.- Vine para visitar su tumba y volver a sentir los recuerdos del pueblo. No tardaré en irme.- le explico.

- Tu casa está en muy malas condiciones.- razono ella.- Si quieres, puedo acogerte esta noche en la mía, realmente me haría mucha ilusión, hace tantos años que dejaste de ir.- dijo con nostalgia.

Iba a negarse, pero ver la ilusión en los ojos de la mujer, le llenaban de vida. Además, se había jurado no volver al pueblo nunca más, por lo que sería su última vez en este y quería pasarla bien. Asintió con la cabeza, y la mujer sonrió orgullosa.

- Bueno, te dejo que hagas tus cosas y ya vendrás más tarde, te esperaré, ¿de acuerdo?- le pellizco una mejilla, mientras Jisung reía.- Nos vemos más tarde, pequeño Han.

Jisung se despidió. Había olvidado aquella sensación que sentías cuando hablabas con alguien, no era lo mismo hablar con un árbol.

Despejo su cabeza, y tomo rumbo hacia Trottel, donde se encontraba la panadería de los Yang. Mantenía la mirada alejada de otras personas y sus pasos eran rápidos, quería llegar cuando antes. Pero fue parado por unas manitas que tiraban de su capa. Su vista se dirigió al suelo, y allí encontró a un pequeño niño de ojos brillantes y cabellos castaños.

- ¿Es un caballero?- pregunto emocionado el chiquillo. Jisung sonrió de lado, y asintió, poniendo más alegre al pequeño.- ¿Cómo se llama, señor caballero? Yo soy Minchan.- dijo con voz aniñada.

Jisung lo pensó.- Peter.- ese era el nombre de su padre.

- Adiós, caballero señor Peter.- dijo el niño, corriendo por las calles.

Le había dado ternura. Volvió a caminar en dirección a la panadería, y cuando llego frente a esta, no pudo evitar sacar una sonrisa. Había pasado mucho tiempo, pero seguía reconociendo el olor de las galletas que preparaba Seungmin.

Con algo de nervios, entro a la tienda, con la capucha bajada. Una mujer salió por la puerta trasera.- Buenos días, ¿en qué puedo ayu...?-

La señora Yang se calló, al reconocer el rostro del chico que había delante de ella. Sonrió en grande, y acogió emocionada entre sus brazos a Jisung, quien correspondió. Un abrazo, después de tanto tiempo.

La señora Yang se separó, mirándole por todas partes.- Ha pasado mucho tiempo, y has crecido tanto. ¿Cuántos tienes ya? ¿Veinte? ¡Estás hecho un hombre! Te añoré mucho, pequeño Sung.- hablo rápido la mujer.

Jisung solo podía sonreír con ternura.

Por la misma puerta, entro Seungmin, llevando un delantal y la cara llena de harina.- ¿Por qué gritas tanto...?- su vista cayó en Jisung, quien le sonreía. Dejo caer el trapo que traía en las manos, y corrió a abrazar a su amigo.- ¡Jisung!- grito alegre

- Por fin que vuelves.- rechisto otra voz desde la puerta, Jeongin, quien le sonreía.- ¿Tanto tiempo pasaste en la montaña que nunca bajaste a vernos?- pregunto.

- Bueno, realmente no caí en cuanta y me mantuve ocupado.- se excusó.

- ¡Memeces!

- No importa, ahora ya ha vuelto, todos felices.- dijo Seungmin.

No por mucho, pensó Jisung, aunque no lo dijo para que no se volviera triste el ambiente. Estaba realmente feliz, no quería estropear las cosas.

- ¿Qué hiciste allí arriba?- pregunto la señora Yang, ordenado algunas cosas.

Sonrió de lado, apoyándose en el mostrador.- Bueno, salí todos los días a correr y a nadar al río, entrene por mucho tiempo. Seguí los pasos de mi padre...-explico de forma rápida.

Seungmin estaba por hablar, pero fue interrumpido por el ruido de la puerta. Todos dirigieron sus miradas hacia aquel hombre vestido con buenas ropas. Traía unos papeles en la mano, y el signo de casa real bordado en la capa en su espalda.

Se aclaró la garganta.- Se les comunica, que la próxima semana se llevara a cabo una competición de entre los mejores hombres del pueblo, para conseguir la mano del príncipe.- hablo en alto.- Se corrió el rumor de que había alguien apto en esta tienda.- volvió a hablar.

La señora Yang frunció el ceño.- No voy a preguntar sobre lo del matrimonio, pero espero que con "alguien apto", no se refiera a uno de mis hijos.- dijo la mujer. Seungmin rodó los ojos, indignado.

El hombre volvió a hablar, esta vez, leyendo un pequeño papel.- Alguien dijo que era un hombre alto, con capa negra y cabellos azabaches, ojos sin vida y llamado Peter.- les explico.

Jisung trago duro.- ¿Un rumor? Pero si apenas llegue hace un par de horas...- murmuro.

El hombre lo miro.- ¿Es usted, Peter?- pregunto, y Jisung asintió.- ¿Es cierto lo que se dice?

- ¿Qué se supone que se dice?- pregunto serio.

- Que es usted buen luchador, fuerte y de los mejores.- explico el mandado.

Jisung trago. Debía ser una mala broma, no tenía sentido. Pero asintió inseguro a la anterior pregunta del hombre. Este último le entrego un papel.- La competencia será la próxima semana, esperamos verle allí, señor Peter.

- Soy Han, no me llame Peter.- le respondió de forma seria y seca.

El hombre asintió.- Esperamos verle allí, señor Han.

Seguido de eso, el hombre se marchó por donde vino, dejando un silencio extraño en la tienda. Jisung pensaba. No podía ser cierto. ¿Él, un buen luchador? Por favor, que risa. Aunque, estaría divertido ver como una panda de patanes se pelea por ser rey, estaría bien echarse unas risas antes de retirarse a la montaña.

Seungmin llego frente a el y le arrebato el folleto.- ¿Con qué pelearte por un príncipe? Que pena por él, lo que le espera.- suspiro.

- No seas idiota, tiene que ser una lata que te casen obligado.- le dijo Jeongin.- ¿Entonces, participaras?

Jisung pensó.- No está entre mis planes ser rey, no entrene durante tanto tiempo para después sentarme en un trono, pero lo pensaré. Sería divertido.- sonrió de lado.- Bueno, tengo que irme ya, nos veremos.- se despidió.

Unos minutos después, salió de la tienda, en dirección a la casa de la señora Choi. Aún pensaba en el tema. Si era cierto que sabía pelear, realmente tenía gran resistencia, pero la idea de pelear por un príncipe no le parecía correcta. Eso era para idiotas.












왕자

Luchar por un príncipe // JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora