Capítulo 15

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Hermione corrió por el corredor como alma que lleva al diablo, hasta llegar a la soledad de su habitación. Cerró la puerta con seguro y se sentó en su cama, temblando. Su mente trataba de procesar lo que acababa de suceder, pero aún no llegaba a creérselo.
Draco Malfoy la había besado.

Y, aún peor, ella le había correspondido. Era inútil negarlo: aquel beso le había encantado. La forma en la que los labios de Draco se habían apoderado de los suyos la había vuelto loca. No tenía idea de cómo iba a mirarlo a la cara a partir de este momento, ya que lo más probable era que Draco se burlara de ella de por vida. Hermione gimió y se cubrió el rostro con ambas manos.

¿Y si Malfoy le contaba a Ron? ¿Cómo le explicaría a su novio que se había besado con un mortifago? Con una simple acción había traicionado a toda la gente que amaba: a Ron, a su mejor amigo, a la orden del fénix, a los Weasley... se había comportado como una tonta.

Además, Malfoy era un mortifago. Probablemente había torturado a varias personas, o incluso asesinado. Aquella idea la horrorizo tanto que se olvidó momentáneamente del beso: ¿Y si Draco había matado a alguien? Lo conocía muy bien y sabía que podía ser arrogante, insensible y cruel, pero no creía que fuera capaz de asesinar a una persona. O al menos eso esperaba. Si ya era suficientemente malo haberse besado con un Slytherin, peor sería si encima era un asesino.

Un golpe en la puerta la distrajo.

—¿Q-quien es? —balbuceo Hermione, nerviosa. Suplico internamente que no fuese Draco, ya que aún no se encontraba lista para enfrentarse a él después de lo que había pasado.

—El hombre más sexy del mundo —respondió una voz del otro lado. Hermione se tranquilizó inmediatamente: era Blaise. Se levanto de la cama y abrió la puerta.
—Zabini, ¿Qué quieres? —pregunto Hermione, sin molestarse en ser amable. Lo único que quería en aquel momento era estar tranquila, y era imposible estar en tranquilidad con Blaise.

—Granger, permíteme decirte que te vez hermosa con salsa de tomate en la nariz —la halago Blaise, entrando en la habitación—. Aunque te verías más hermosa si estuvieras desnuda, claro.

Hermione suspiro.

—Si has venido para eso...

—No, en realidad venia para felicitarte por el desastre que causaste abajo. Esta fiesta necesitaba un poco de diversión —Blaise se recostó contra la pared y sonrió.

—Astoria fue la que empezó, yo solo me defendí —explico Hermione.

—Tienes más carácter de lo que creía, Granger. Te defendiste de Astoria como si fueses una fiera. Me dejaste sorprendido —sonrió.

Hermione desvió la mirada, avergonzada.

—Hay varias cosas de mí que no conoces, Zabini.
—Pues me encantaría conocerlas, Granger. Por ejemplo, tus curvas. ¿Te importaría quitarte el uniforme por unos minutos? No te arrepentirás.

Hermione agradeció no haberse sonrojado.

—Ni muerta —respondió, tratando de parecer relajada e indiferente.
—Vamos, Granger, no seas cruel conmigo —Blaise comenzó a caminar lentamente hacia ella— Solo piénsalo: tú, yo y una cama -seguía avanzando—. ¿No suena divertido?
Hermione, al ver que Blaise se acercaba a ella, comenzó a retroceder, hasta llegar a estrecharse contra la pared. Blaise continuó avanzando hasta detenerse frente a ella, y coloco ambas manos en la pared, rodeándola e impidiéndole escapar. Sus ojos estaban brillantes.
—Si quieres negarte, este es el momento para decirlo —dijo Blaise—. No pienso detenerme después.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora