Capítulo 7

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Hermione abrió los ojos. Se encontraba recostada en un sillón de cuero blanco, con una venda rodeándole la cabeza. Millones de recuerdos acudieron a su mente: la fiesta, ella corriendo descalza por el césped, Malfoy gritando a sus espaldas, ella tropezándose con una roca, unos ojos grises furiosos...
Blaise Zabini estaba sentado en el sillón contiguo, tomando una copa de licor.
—Al fin despiertas, bella durmiente —sonrió.
—¿Cuánto tiempo llevo dormida? ¿La fiesta ya termino? —pregunto Hermione, alarmada.
—Llevas inconsciente aproximadamente dos horas. Y la fiesta término, también, hace dos horas, por culpa de la tormenta.
—¿Dónde está Malfoy? —pregunto, comenzando a preocuparse. ¿Y si se había marchado sin ella? ¿Y si estaba tan pero tan enojado como para abandonarla aquí?
—Está afuera, discutiendo con Astoria. La pobre se puso como loca cuando vio llegar a Draco todo mojado, llevándote a ti en brazos —Blaise rio entre dientes.
—¿Malfoy me trajo hasta aquí? —su voz era incrédula.
En ese momento, Astoria y Draco ingresaron en la habitación. Astoria tenía los ojos llenos de lágrimas y Draco estaba inexpresivo, pero sus ojos mostraban furia. Astoria fulmino a Hermione con la mirada, como si esta tuviese la culpa de todos sus problemas.
—Las escobas están rotas —anuncio Draco, con voz neutra—. La tormenta las arrastro e hizo que se estrellaran contra un árbol. No podemos regresar.
Ni siquiera la había mirado. Ni siquiera pareció percatarse de que ella estaba ahí presente. ¿Acaso la estaba ignorando? ¿Se habría enojado con ella?
—Pueden quedarse aquí —ofreció Blaise—. Pero no pueden usar mi habitación, porque una hermosa rubia está esperándome en la cama y no queremos tener compañia —sonrió—. A menos que sea la tuya, Granger, por supuesto.
Hermione lo fulmino con la mirada.
—¿No tienes una habitación de huéspedes? —pregunto Astoria.

—Si, pero solamente una. Y si mis cálculos no me fallan, ustedes son tres —respondió el moreno.

Draco se paso una mano por el cabello y suspiro con fuerza.

—Utiliza tu la habitación de huéspedes, Astoria —dijo, sin mirarla. A Hermione le reconforto un poco saber que ella no era la única que estaba siendo ignorada.

—¿Y tu donde dormirás? —pregunto ella, dudosa.

—No lo se —su respuesta fue tajante, dando a entender que no iba a responderle mas preguntas.

Hermione se estaba comenzando a sentir un poco mareada. Era consciente de que Draco estaba ignorándola, ya que ni siquiera le había dedicado una mísera mirada. La trataba como si no se hubiese percatado de su presencia, como si fuese un mueble más de aquel salón y ni siquiera mereciera su atención. Lo que no entendía era porque eso la hacia sentir tan mal.

—Astoria, ve —ordeno Draco, al ver que su prometida no se había movido de su sitio. Alzo la mirada hacia ella y la observo sin pestañar, con advertencia. Tras un corto duelo de miradas, la joven agacho la vista y desapareció por uno de los pasillos.

Blaise carraspeo.
—Lamento tener que dejarlos, pero mi acompañante espera —dijo—. Si escuchan gritos o algo parecido, no se asusten.
Una vez que Blaise también se fue, el silencio inundo la habitación.

—Ve a buscar mantas al armario —dijo Draco, recostándose en el sillón mas alejado al de Hermione.

—No soy tu sirvienta, Malfoy —respondió ella, solo para provocarlo y así obtener su atención.
Draco suspiro con fuerza y se levanto del sillón como si llevara una mochila llena de piedras en la espalda. Se acerco a un armario que había en el salón y de ahí saco dos mantas. Le arrojo una a Hermione sin mirarla y se recostó nuevamente en el sillón.

Luego de unos instantes de silencio, Draco aplaudió dos veces. Hermione estaba a punto de reírse de lo ridículo, pero entonces las luces se apagaron.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora