Capítulo 1

3.6K 136 3
                                    


Alguien toco la puerta.
—¡Draco! —llamo su padre desde el otro lado—. ¡Draco, necesito que bajes inmediatamente!
Draco se levanto de su cama con hastió.
—¿Qué quieres? —pregunto, sin molestarse en ser amable, mientras abría la puerta y fulminaba a su padre con la mirada.
—Tengo un nuevo trabajo para ti —explico Lucius, sin poder contener la emoción en su mirada.
—¿Un nuevo tra...? ¿De que estas hablando?
—Te lo explicare todo en el comedor.
Antes de que Draco pudiese formular una respuesta, Lucius se dio media vuelta y comenzó a bajar las escaleras.
Pese a que la idea de trabajar no le atraía en lo absoluto, Draco suspiro y siguió a su padre rumbo al comedor. Allí había mucha gente reunida: en un extremo estaba su madre y en el centro había varios mortifagos apresando a una mujer.
Draco no tardo mucho en reconocerla: incluso con esos cortes, la sangre, y la suciedad que llevaba encima, su cabello indomable era perfectamente identificable.
Hermione Granger.

Draco sonrió malvadamente.

—Vaya, vaya. Comenzaba a preguntarme de donde provenía aquel olor a podrido, y aquí encuentro la respuesta —se burló, divertido, mientras miraba de arriba abajo a la sangre sucia.
Incluso en aquella situación de inferioridad, Hermione se las arreglo para alzar la mirada y clavar sus ojos marrones furiosos sobre él. Sin embargo, permaneció en silencio.
—De esto quería hablarte, hijo —explico Lucius—. La hemos capturado mientras intentaba huir del Ministerio con sus amiguitos. El señor Tenebroso quiere que la tengamos aquí, ya que puede sernos de mucha utilidad. Cuando Potter se entere de que tenemos a su amiguita, no dudara en venir hacia aquí a rescatarla. Y el señor Tenebroso estará esperándolo, por supuesto.
Draco asintió.
—¿Y que tengo que ver yo, padre?
—Desde ahora, la sangre sucia es tu responsabilidad, Draco. Te aseguraras de que no se escape y de que nada le suceda. Suena fácil, pero créeme que no lo será. Me han dicho que es muy... complicada —Lucius se acerco a ella y tomo un rizo entre sus manos. Hermione se sacudió, indignada—. Será como tu mascota.

Draco jamás había tenido una mascota. Pero comenzar a experimentar con Hermione Granger, su enemiga desde hace años, le parecía una idea fabulosa, por lo que sonrió ampliamente.

—De acuerdo, padre.
—Puedes hacer que tenga una habitación al lado de la tuya, así puedes vigilarla de cerca —sugirió Narcisa.
—Es una buena idea —concedió Draco—. Me la llevare ahora mismo. Vamos, Granger —comenzó a caminar hacia las escaleras, esperando que la sangre sucia lo siguiera, pero esta permaneció quieta—. ¿Acaso eres sorda?

Hermione levanto la barbilla. El leve temblor de su cuerpo y su piel pálida indicaban que estaba al borde del colapso físico, pero aun así no estaba dispuesta a doblegarse.

—No vas a darme ordenes, Malfoy —su voz era firme, pese a su apariencia débil y enfermiza.Todos los mortifagos se tensaron, e incluso algunos se atrevieron a reír mientras esperaban la respuesta de Draco. Este sonrió, con malicia.

—Me parece que aún no eres consciente de la situación en la que estas, Granger. Estas en mi casa, bajo mis ordenes, y harás lo que yo quiera. ¿Tanto te cuesta entender? —dijo Malfoy, tranquilamente—. Voy a decirlo una última vez: levántate y sígueme.

—Si quieres que te siga, deberás arrastrarme, porque yo no pienso moverme.Draco asintió, complacido.

—Como gustes.

Se acerco a ella de dos zancadas y la agarro fuertemente del brazo, con tanta fuerza que Hermione gimió de dolor. La obligo a levantarse del suelo y comenzó a arrastrarla por las escaleras, ignorando su forcejeo para escapar. Los mortifagos rieron y algunos victorearon, evidentemente complacidos con la actitud de Draco.
Una vez que llegaron al segundo piso, Draco abrió la puerta de la habitación contigua a la suya y empujo a Hermione dentro de ella, sin un atisbo de amabilidad. La castaña cayó sobre el suelo con un gemido de dolor, mientras Draco ingresaba también y cerraba la puerta a sus espaldas.

—Muy bien, Granger, vamos a aclarar algunas reglas —dijo Draco, apoyándose contra la puerta y mirándola desde arriba—. La principal es sencilla: yo ordeno, tu obedeces. En caso de que no lo hagas voluntariamente, usare métodos más dolorosos para doblegarte. Tienes determinantemente prohibido salir de mi vista, intentar huir, intentar comunicarte con tus amigos, o desobedecerme como hiciste allí abajo —enumero con los dedos—. Ahora vete a tomar un baño, porque ese hedor que despide tu cuerpo se me hace cada vez mas insoportable.

Hermione permaneció en silencio por varios segundos, sosteniéndole la mirada a Draco. Este también la miraba fijamente, con frialdad y amenaza. Ninguno parecía querer rendirse.Finalmente, Draco sonrió.
—Esto es sencillo, sangre sucia: si no quieres bañarte por ti misma, deberé hacerlo yo. Y se que la idea de que te toque te repugna tanto como a mí, así que... tu decides.
Hermione suspiro y, tras levantarse del suelo con un gran esfuerzo, se dirigió hacia el baño con la barbilla alzada. Sin embargo, cuando estaba apunto de girar la perilla, se detuvo.
—Quiero que tú también sepas algo, Malfoy —dijo, de espaldas a él—. Puedes ordenarme, y yo puedo obedecerte, puedes torturarme y lastimarme, pero jamás voy a respetarte, y mucho menos temerte.

Draco se trago su provocación con expresión neutral, aunque su instinto le pedía asesinarla en ese instante.

—Ya lo veremos.

—Y para mí siempre serás el tonto niño rico y cobarde que conocí en Hogwarts, hagas lo que hagas. Jamás podre verte de otra manera —agrego Hermione.

Draco sonrió, amenazante, pese a que ella no podía verlo.

—No tientes tu suerte, Granger. Ya no estamos en Hogwarts, y tus amiguitos no están para defenderte. Puedo hacer lo que quiera contigo, así que no me provoques.

Antes de que Hermione pudiera formular una respuesta, Draco abandono la habitación con un fuerte portazo. Una vez afuera, su sonrisa se transformo en una mueca de ira. ¿Quién se creía que era esa sangre sucia? No solo se había atrevido a cuestionar su autoridad frente a todos los mortifagos, sino que también se atrevía a definirlo como un tonto niño rico y cobarde.
Furioso, le pego una patada a la puerta de Granger. Su comportamiento era inaceptable. Decidió que, durante su instancia en la mansión, le haría la vida imposible: la sangre sucia se arrepentiría de haber nacido.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora