Capítulo 27

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Las horas pasaban y Hermione no podía pegar un ojo. Sentía la calmada respiración de Draco sobre su cuello, sus manos envolverla por su espalda, y una sensación de culpabilidad la embargaba. Por un lado, estaba deseosa de ser rescatada: de hecho, tenía la convicción de que Harry y Ron vendrían por ella esa misma noche. Apenas les llegara el memorandum, irían a buscarla como alma que lleva al diablo. Pero había otra parte de ella, una mas profunda, que sentía miedo y tristeza al pensar en abandonar a Draco. ¿Qué seria de ellos una vez que abandonara la mansión? ¿Volvería a verlo alguna vez, o sus destinos serian separados para siempre?
La sensación de angustia que la invadió fue enorme. Le costo reconocerlo, pero la idea de no ver a Draco nunca mas le aterraba. Los ojos se le llenaron de lagrimas, pero antes de poder derramar una lagrima, un fuerte estruendo proveniente del piso de abajo llamo su atención. El reloj marcaba las cuatro de la mañana, por lo que no podía ser ninguno de los Malfoys y tampoco la servidumbre.
Agudizo los oídos y supo que la puerta de la mansión acababa de ser forzada.
Tal y como esperaba, sus amigos habían venido por ella.

Quito con lentitud el brazo de Draco de su cintura y se dispuso a levantarse con sigilo de la cama. Deseo con desesperación que el slytherin siguiera durmiendo, que ni siquiera se percatara de su huida. Quizás así todo seria mas sencillo. Sin embargo, cuando estaba apunto de pararse, una mano la apreso por la muñeca con rudeza.

-¿A donde vas, Granger? -gruño Draco, sin abrir los ojos.
Hermione agradeció que no la mirase, ya que la luz de la luna alcanzaba a alumbrar sus rasgos repletos de nerviosismo. Se obligo a fingir un tono despreocupado y respondió:

-Voy al baño.
Draco vacilo unos instantes antes de soltarla.
-No tardes -le ordeno.
Hermione se alejo en puntillas de pie y una vez que abandono la habitación suspiro con alivio. Sin mas preámbulo, bajo rápidamente las escaleras de la mansión, en busca del sonido que había llamado su atención.
Dos figuras, oscuras por la falta de luz, estaban en el hall de la mansión. Antes de que Hermione pudiese procesar la situación, unos fuertes brazos la envolvieron. Reconoció su olor y su tacto al instante: era Ron, su novio.
-Hermione -susurro cerca de su oído, con la voz quebrada-. Temía que no estuvieses viva. Gracias a Merlín.
Conmocionada, ella le devolvió el abrazo. Toda aquella situación parecía ser un sueño, pero estaba dispuesta a dejarse llevar.

-No hay tiempo para reencuentros -dijo otra voz, que Hermione reconoció como la de Harry-, el maleficio rompe-escudos de Ginny no durara mucho. Tenemos que irnos antes de que los mortifagos lleguen.
Hermione, en estado de shock, fue arrastrada hacia la puerta, aún sin poder creer que al fin estuviese camino a su libertad. Sin embargo, las cosas nunca salen a la perfección, y cuando estaban apunto de abandonar la mansión Malfoy una voz amenazante pregunto a sus espaldas:
-¿Qué diablos estas haciendo, Granger?
Hermione se volteo, asustada. Draco Malfoy, vestido únicamente con un pantalón de seda negro y con el cabello muy despeinado, estaba parado en lo alto de las escaleras mirándola furioso.
-Yo... -sintió la necesidad de darle una explicación.
-Vámonos, Hermione -la alentó Ron, agarrándola de la mano y echando a correr con ella rumbo a los jardines.

El trio dorado corrió a toda velocidad. Hermione sabía que no podrían transportarse hasta estar fuera del predio de la Mansión. Sin embargo, no contaba con que Draco, descalzo y medio dormido, iba a perseguirlos a toda velocidad mientras lanzaba maleficios a diestra y siniestra.
-¡Detente, Granger, o lo lamentaras! -amenazo-. ¡Si no se detienen, los asesinare!

Ignorando sus gritos, el trio continuo huyendo hasta llegar a las afueras de la mansión. Una vez allí, Harry agarro a Ron y a Hermione de las manos con intención de transportarse. Sin embargo, Draco fue mas rápido y cogió por el hombro a Harry, logrando transportarse con ellos.

Lo último que pudo ver Hermione antes de caer inconsciente fue a Draco Malfoy cayendo al suelo con expresión de dolor, para ser inmediatamente apresado por unas cadenas. Muchos rostros, algunos conocidos y otros no, pululaban a sus alrededores. Intento decir que lo soltaran, que no lo lastimaran, pero las palabras no salieron de su boca y se dejo caer en los brazos de Morfeo.

* * *

Los recuerdos golpearon a Hermione con violencia cuando al fin despertó: la mansión Malfoy, el engaño, el mensaje para sus amigos y la exitosa huida. Draco. Intento levantarse de la cama, pero el cuerpo le pesaba demasiado. En su mesita de luz había una bandeja llena de comida, pero se sentía demasiado mal como para ingerir algo. Lo único que le importaba, lo único que quería saber, era como estaba el slytherin.
El la había seguido. Se había transportado con ellos hacia la Orden del Fenix. Y lo habían encadenado. ¿Le habrían hecho daño? Estaba convencida de que el mortífago causante de su secuestro no seria bien recibido en la Orden del Fénix.

Saco fuerzas de quien sabe donde para levantarse. Necesitaba saber como estaba Draco urgentemente. Comenzó a bajar las escaleras con rapidez y sintiendo que la ansiedad la invadía. El bullicio que venia del comedor la guiaron hacia allí.

Efectivamente, Draco Malfoy estaba allí. Lo habían sentado en un banquito y encadenado tanto de pies como de manos. Seguía vestido con su pantalón pijama negro y su pecho, blanco e inmaculado, estaba al descubierto. Su cabello rubio estaba despeinado y sus ojos grises, fríos e inexpresivos, clavados en el suelo.

Harry y Ron estaban parados delante de él, aparentemente interrogándolo.
-Necesitamos que respondas, Malfoy -insistía Harry, con tono paciente-. ¿Qué otras personas están secuestradas en la mansión? ¿Luna esta allí?
Draco no omitía palabra. A decir verdad, parecía haberse convertido en una estatua. Hermione permaneció en el marco de la puerta, observando la situación con ojos angustiados.
-Es inútil, Harry -farfullo Ron, con desprecio-. Deberíamos torturarlo para que se le afloje la lengua.

Hermione, sintiendo que se le revolvía el estomago vacío de tan solo pensar en esa posibilidad, abrió la boca para replicar, pero para su suerte Harry se le adelanto.

-No aún, Ron. Esperemos un poco mas.
El pelirrojo bufo, claramente disconforme, y de la nada se percato de la presencia de Hermione en la habitación. Sus ojos azules se iluminaron y se acerco a ella con una expresión que se debatía entre la preocupación y la felicidad. Antes de que Hermione pudiese procesar su extrema cercanía, él la abrazo con mucha fuerza.
-Hermione, te hemos extrañado demasiado -dijo, con tono torturado-. Estos meses fueron una pesadilla. Te buscamos por cielo y tierra y creímos... creímos que estabas muerta.
Hermione sonrió y le palmeo la espalda con algo de incomodidad.
-Yo también los extrañe y... ya estoy aquí -respondió, intentando ocultar la sensación de incomodidad. No sabia porque motivo, pero que Draco presencie el reencuentro con sus dos amigos la hacia sentir sumamente incomoda. Por el rabillo del ojo, pudo notar que el chico había apartado su mirada del suelo y los miraba atentamente.
-Nos tenias muy preocupados, Hermione. Me alegra que estés aquí -dijo Harry, acercándose para abrazarla también.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora