Capítulo 6

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—Juro que jamás volveré a subirme a una escoba —aseguro Hermione, sintiendo como su cabeza daba vueltas.
Volar en escoba había sido la experiencia mas desagradable de toda su vida. En varios momentos había tenido la sensación de resbalarse y caer al vacío, por lo que se había visto obligada a aferrarse con brazos y piernas —literalmente— a la espalda de Draco, que reía a carcajadas y la miraba de reojo de vez en cuando.
—Pues tendrás que romper tu promesa, Granger, porque aún nos queda el viaje de regreso —le respondió Draco.

En ese momento, Astoria aterrizo al lado de ellos. Se había retrasado algunos kilómetros porque Draco conducía mucho mas veloz que ella. Hermione no pudo evitar sentir una oleada de incomodidad: a Astoria no se le había movido un solo cabello de lugar, mientras ella parecía haber corrido una maratón y haber tropezado en un charco de estiércol en el camino.

—Iré a buscar a Blaise, espérenme aquí —dijo Draco. Entro por las enormes puertas de entrada de la mansión Zabini, que estaban abiertas.
Una vez que estuvieran a solas, Astoria la miro con furia.

—Dime, Hermione, ¿crees que soy estúpida? -pregunto Astoria, cruzándose de brazos y mirándola con furia.

Hermione opto por no responder.

—¿Por qué lo preguntas?

—No te hagas la inocente, he visto cómo te aferrabas a Draco. Eres mucho más inteligente de lo que me esperaba: fingir que no sabes conducir una escoba para poder ir con mi prometido, y encima abrazarlo... es un plan brillante, a mí no se me hubiera ocurrido algo mejor.Hermione parpadeo, confundida.
—¿Crees que yo... fingía cuando dije que jamás me había subido una escoba? —pregunto, incrédula ante tanta imaginación. Estaba segura de que Astoria podría escribir un best-seller.

—No lo creo, lo sé. Se cuáles son tus intenciones con Draco, y déjame decirte que no tienes ninguna oportunidad con él. Jamás se fijaría en ti, eres solo una sangre sucia. Y además, me tiene a mi... ¿Qué podrías ofrecerle tú que yo no?

Hermione suspiro, harta de aquella situación. Astoria tenia un serio complejo de autoestima, además de enorme distorsión de la realidad. ¿Cómo se le ocurría pensar que ella podía sentir algo por Malfoy, la persona que la había tratado como escoria a lo largo de tantos años?
—Estas demente —murmuro, mirándola fijamente—. Astoria, te repito que no tengo ningún interés por Malfoy.

—¿Y tienes interés en mí, Granger? -pregunto una voz a sus espaldas. Blaise Zabini caminaba hacia ellas, con una camisa blanca que contrastaba con su oscura piel y una sonrisa de lado.

Draco iba a su lado, con el rostro inexpresivo.

—No te hagas esperanzas, Blaise, que a Granger solo le gustan los pelirrojos —aseguro Draco, sin dejar de mirarla fijamente.

Hermione se sonrojo y Blaise lanzo una carcajada.

—No la recordaba con tantas curvas —le susurro a Draco, lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan.

—¿Desde cuándo te gustan las sangres sucias? —pregunto Draco, dándole un codazo amistoso.

—Desde que están tan buenas —Blaise paseo su mirada por el cuerpo de Hermione, haciendo que esta se sonrojara.
¿Por qué hablaban de ella como si no estuviera presente?

Astoria, que no parecía estar conforme con el tema de conversación, interrumpió:

—¿Qué les parece si siguen discutiendo acerca de las curvas de Granger en la fiesta?

Todos estuvieron de acuerdo. Entraron por las enormes puertas de la mansión, y comenzaron a subir una larga y lujosa escalera, que conducía a una terraza. Los enormes tacos que le había prestado Astoria hacían que subir escalones se convirtiera en algo complicado e inseguro. Cada menos de dos minutos, Draco miraba hacia atrás, para percatarse de que no había escapado.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora