Capítulo 21

1.2K 82 13
                                    

Hermione estaba lívida, mientras procesaba lentamente las palabras de Malfoy. Una parte de ella sentia una enorme tentación de golpearlo, para que aquella sonrisita irritantemente encantadora desapareciese de su rostro. Pero había otra parte, una muy oculta profunda, que se moría por besarlo en aquel preciso momento.

-Estás loco -se atrevió a decir Hermione, finalmente. Aquella era una explicación muy razonable para el comportamiento de Malfoy. ¿Ella, suya? ¡Claro que no!

-Tú me estas volviendo loco, Granger -corrigió Draco. Estaban a menos de un paso de distancia, ambos mojados, en ropa interior, encerrados en un baño y atados por unas esposas.

Era el escenario y momento perfecto para una violación. Hermione se inquieto. Trato de abrir la boca para hablar, probablemente para insultarlo, pero no pudo emitir ningún sonido.

-Y se que, aunque lo niegues, tu también estas loca por mi -continuo Draco. Acto seguido, corto la poca distancia que los separaba y la aferro por la cintura con fuerza.

Antes de que Hermione pudiera oponerse o lanzar alguna queja, Draco capturo sus labios. Esta vez, la castaña abrió casi inmediatamente la boca, para profundizar el beso. Se aferro al cuello de Draco con fuerza, atrayéndolo más hacia ella, mientras que el la abrazaba por la cintura.
Trato de recordar si algún beso con Ron o Krum se parecía aunque sea un poco a los que le daba Draco, pero apenas podía acordarse. Aquellos besos palidecían en contraste a la forma en la que Draco envolvía su lengua con la suya propia e investigaba cada rincón de su boca. Era una sensación nueva, extraña, que solo sentía cuando lo besaba a él.
Sin saber lo que hacía, Hermione se apretó mas contra Malfoy, estrechando su pelvis contra la de él, y se movió ligeramente. El efecto fue de inmediato: Draco se aparto de ella de un salto, como si le hubiera dado una descarga eléctrica.
-¿Qué sucede? -pregunto Hermione, asustada. ¿Habría hecho algo mal?
Draco no respondió. Varias expresiones pasaron por su rostro: sorpresa, miedo, y diversión. En ese orden.

-Granger... no vuelvas a besarme semidesnuda -dijo Draco, respirando agitado-. A menos que quieras terminar teniendo sexo desenfrenado bajo la ducha -agrego.

El rostro de Hermione pasó del blanco al rojo, y lo miro algo confundida. ¿Acaso Draco estaba protegiendo su virginidad? Sintió el impulso de decirle que no necesitaba que la cuidara, que ella jamás se acostaría con un imbécil como él, pero se contuvo.

-Creí que eso era lo que querías -dijo Hermione, confundida. En cierta forma, se sentía agradecida.

-Sí, pero no precisamente en una bañera -explico-. Las camas son más cómodas.
Hermione lo miro con mala cara. Oficialmente, Draco Malfoy era un imbécil.
* * *
-¿Granger, ya puedo quitarme esta maldita venda? -pregunto Draco, por decimocuarta vez.
-No -respondió ella.

Colocarse un vestido con solo una mano era extremadamente difícil. No era el mismo que había llevado la ultima vez, en la fiesta de Blaise, se había negado rotundamente a llevar esa cosa de nuevo. Por lo cual, Draco y ella habían tenido que entrar a hurtadillas en la habitación de sus padres y robar un vestido de Narcisa.

Habían elegido uno negro, corto, con un escote bastante pronunciado, y algunos brillos. Era bastante sencillo, pero aun así Hermione se sentía incomoda. Sus largas piernas estaban descubiertas, y marcaba demasiado sus pechos. Estaba segura de que nunca había llevado una prenda tan provocativa como aquella.
-Listo, puedes quitarte la venda -anuncio Hermione. Draco se quito la venda (la castaña lo había obligado a ponérsela mientras se cambiaba), y la miro de arriba abajo con expresión evaluativa.
El llevaba una camisa negra, que contrastaba con su pálida piel, y unos jeans oscuros. Su aspecto era sencillamente perfecto, pero Hermione no pensaba hacer públicas sus opiniones.
-Te ves bien -le dijo Draco-. Espero no tener que patear traseros por tu culpa, Granger -le dijo, con la vista clavada en su escote.
Hermione no comprendió el comentario, pero tampoco pregunto.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora