Capítulo 14

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El salón de los Malfoy era un caos. Todos los invitados arrojaban comida a diestra y siniestra, incluso los mortifagos. Ya no quedaba más del elegante y fino salón que había sido hace un par de minutos, ahora más bien parecía un campo de batalla.

Hermione estaba tan distraída tratando de esquivar los bombardeos de comida que no se percató de cuando Draco se acerco a ella y le rodeo la cintura con los brazos.


—Granger, tienes crema en los labios. ¿Quieres que te ayude a limpiarte? —ofreció, caballerosamente. Hermione se zafo de su agarre y lo encaro, sonriendo divertida.

—Tú tienes salsa de tomate en el cabello, pareces pelirrojo. Si tuvieras un poco más de pecas, te confundiría con Ron —dijo, solo para molestarlo.

Funciono.

—No me compares con ese idiota.

—Tienes razón, no hay punto de comparación. Él es mucho mejor persona que tú.

—Puede ser, pero yo beso mejor. ¿Te gustaría comprobarlo? —Draco sonrió de lado.

—No, pero gracias por el ofrecimiento.
Draco alzo ambas manos.

—Tú te lo pierdes.

Se escucho un grito desgarrador. A un par de metros de distancia, Astoria corría desesperadamente por el salón tratando de encontrar la salida.
—¡No! ¡Mi cabello! ¡Noooooooo! ¡Este vestido cuesta más que sus propias vidas, malditos infelices! —gritaba histéricamente. Hermione no pudo evitar reír a las carcajadas.
—Parece que tu novia está pasándola de maravilla —ironizo la castaña.
—Nosotros también podríamos pasarla de maravilla... en mi habitación.

—Olvídalo, Malfoy —respondió. Se saco un largo fideo que tenía en la cabeza y se lo puso a Draco sobre los labios, como un bigote. Comenzó a reír nuevamente.

—¿Cómo me veo, eh Granger?
—Ridículo —respondió ella, sin dejar de reír.
Draco se pasó los dedos por la cabeza, ensuciándolos con salsa de tomate. Luego los paso por la nariz de Hermione, manchándola a ella también y dejándole la nariz toda roja.
—Listo, Granger, ahora pueden darte el título oficial de payaso —dijo—. El único problema es que en vez de causar risa, das lastima.

—Yo soy muy divertida.

—Tienes razón. Provocaste una guerra de comida, eso te convierta en una persona divertida —concedió Malfoy.

—No fue mi culpa, fue Astoria la que empezó —se defendió.

Una manzana paso volando a pocos centímetros del rostro de Draco.
—No se tú, Granger, pero ya ha sido suficiente diversión para mí. Me largo —anunció Draco, caminando hacia la puerta principal.—Te acompaño —lo siguió Hermione, a la cual tampoco le apetecía participar en la batalla de comida ni ensuciarse más de lo que ya estaba.

Salieron por la puerta, recibiendo una porción de torta en la cara como despedida. Subieron las escaleras hasta llegar al segundo piso, y luego se dirigieron a la habitación de Draco.

—Te vez terrible, Granger —le dijo Draco—. Quiero decir, más terrible de lo normal. Ahora estas sucia tanto dentro como por fuera.
Hermione lo miro con expresión aburrida.

—Malfoy, tus bromas comienzan a resultar patéticas. ¿Dónde quedo tu creatividad?

—Lo dices porque te da envidia que yo sea divertido, y tu no. 
—Oh, me descubriste. Si, Malfoy, estoy muerta de envidia —ironizo.

—El sarcasmo no te queda bien, sangre sucia.

Hermione abrió los ojos horrorizada al ver que Draco comenzaba a desabotonarse la camisa poco a poco, y luego se la quitaba.

—¿Qué haces, Malfoy? —pregunto, temerosa. Sabía que Malfoy no la iba a violar, pero no quería arriesgarse. Con él nunca se podía estar segura de nada.

—Me voy a dar un baño, Granger. A diferencia de ti, yo no soy sucio. ¿Quieres acompañarme?

—Ni loca.

—Vamos, tú también estás sucia. Además, si nos bañamos juntos tardaremos menos tiempo y ahorraremos agua —argumento.
—Malfoy, preferiría bañarme con anguilas eléctricas antes que contigo.

Draco rio suavemente y comenzó a caminar lentamente hacia Hermione, con el sigilo de una serpiente. La castaña retrocedió un par de pasos hasta chocar su espalda con la pared, de manera tal que quedo acorralada. Draco coloco ambas manos en sus caderas, con delicadeza, y acerco su rostro al cuello desnudo de Hermione.

—¿No te gustaría más ser mordida por una serpiente?

Y antes de que Hermione pudiera responder, Draco la beso.

Hermione estaba demasiado sorprendida como para apartarlo. Trato de mantener la boca cerrada, pero los labios de Draco eran tan expertos y se movían con tanta rapidez que logro introducir su lengua en su cavidad bucal sin ningún inconveniente. El beso era violento, y no se parecía en nada a las anteriores veces en las que la habían besado. Krum había sido exageradamente delicado y suave, como si ella fuera la cosa más frágil del mundo. Y Ron... había sido torpe, aunque dulce. Draco, en cambio, era como el fuego. Rápido, violento, y lleno de pasión.
Sin poder evitarlo, Hermione le devolvió el beso. Sus manos se entrelazaron detrás del cuello de Draco, y él le rodeo la cintura con una mano y la otra la coloco en su nuca, para atraerla hacia sí mismo. Lo único que sabía Hermione en aquel momento era que quería más. Nunca se había sentido de aquella manera, tan libre, tan deseada. No pensó por un segundo en Harry, Ron, Lucius, Narcisa, y Voldemort. Y si lo hizo, no le importo. En ese momento, todo le daba lo mismo. Lo único que quería era que Draco continuara besándola de aquella forma.

Los labios de Draco comenzaron a deslizarse por su mandíbula, rumbo a su oído. Mordió suavemente el lóbulo de su oreja, y murmuro:

—No sabía que una sangre sucia pudiera besar tan bien.

Draco comenzó a bajar hacia su cuello. Hermione se mordió el labio inferior con fuerza, pero no pudo evitar que un leve gemido saliera de su boca. Draco rio suavemente en el hueco de su garganta.

—Moriría por ver la cara de Weasley si se enterara de que su novia gimió por mí —se burlo.Ron, su novio.

Como si hubiera sufrido una descarga eléctrica, Hermione lo aparto de un empujón, respirando agitadamente. ¿Cómo había podido ser tan estúpida? Acababa de serle infiel a su novio con Draco Malfoy. Incluso la frase sonaba absurda. Si se lo contaba a Ron, lo más probable sería que el pelirrojo respondiera "Que buen chiste, Hermione". ¡Era su enemigo! ¡Su secuestrador! ¡Y ella una sangre sucia! ¿Cómo habían terminado de aquella manera?

—¿Por qué te detuviste? —pregunto Draco, limpiándose la boca con el dorso de la mano.

—Yo... no puedo... quiero decir... yo no... —balbuceo Hermione.

—Siempre sospeche que mis besos atontaban a las mujeres, pero me parece que estas exagerando...
Hermione se cubrió el rostro con las manos, avergonzada.

—No puedo, Malfoy.

—¿Qué no puedes?

—Esto. Besarte.

—Claro que puedes. De hecho, lo hiciste —sonrió de lado.

Los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas.

—Tienes que admitir fue mejor que besar a Weasley —continuo diciendo Draco, a modo de provocación.
—¡Yo amo a Ron! —exclamo Hermione. ¿Por qué aquellas palabras habían soñado tan vacías?

Draco rodo los ojos.

—Granger, seamos realistas: si lo amaras tanto como dices, no me hubieras devuelto el beso —opino, astutamente.

Eso era cierto. Si amara a Ron, jamás se hubiera atrevido a besar a Malfoy.

Sin poder soportarlo más, Hermione salió corriendo de la habitación. Tenía mucho que pensar.


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Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora