Capítulo 26

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A Hermione no le entusiasmaba la idea de compartir habitación con su enemigo. A decir verdad, le aterraba. No podía evitar pensar en lo que dirían Harry y su novio, Ron, si solo supieran: probablemente le diagnosticarían un grave delirio y la internarían en San Mungo en contra de su voluntad.
-¿Y si me niego? -pregunto la castaña, con tono desafiante.
Draco alzo una ceja.
-Pues entonces tu amiguita disfrutara de compartir celda con las ratas y los dementores.
Hermione cerro los ojos, sabiendo que había perdido.

-De acuerdo, tu ganas -dijo, con pesar- Dormiré contigo en tu habitación.

Hermione intento convencerse de que no tenía opción. Dormir en la habitación de Malfoy era solo un medio para alcanzar su fin: sacar a Luna del calabozo. Sin embargo, una voz en su interior le susurro que la idea de dormir con él no era completamente desagradable. Incluso, quizás, podía ser atractiva.

Al oír su respuesta, Draco sonrió con malicia.

-Pues entonces recoge tus pertenencias, Granger -ordeno, sin dejar de mirarla como si fuese su presa y el un cazador-, te estaré esperando en mi habitación.
Mientras agarraba su escasa ropa y algunos utensilios básicos -como peine y cepillo de dientes-, Hermione pensó que dormir con Malfoy podría ser una buena oportunidad para escapar. O, al menos, para obtener información o recuperar su varita mágica.

Rápidamente ideo un plan que podría llegar a funcionar si se cumplía al pie de la letra: primero, debía fingir inocencia y buen trato con él. Luego, tenía que intentar seducirlo con todas las armas que poseía. Y si esto funcionaba, Draco estaría tan loco por ella que incluso puede que le devolviese su varita el mismo y la escoltase hasta la puerta de la mansión. Pero incluso si ese no era el caso (a decir verdad, sonaba poco probable), al menos lograría quebrar sus defensas y revisar libremente cada rincón de su habitación una vez que el se durmiese.

Hermione camino hacia la habitación de Draco sintiéndose mas decidida que nunca: esta noche, Draco Malfoy caería a sus pies. Sin embargo, cuando toco la puerta y los ojos grises del slytherin se encontraron con los de ella, su confianza comenzó a flaquear un poco.

-¿Porque tardaste tanto, Granger? -pregunto, con tono reprobador-. Adelante, entra.
La habitación era tal cual la recordaba: enorme, lujosa y elegante. Los muebles oscuros, las sabanas de seda esmeralda, la enorme e imponente biblioteca en una esquina. Hermione no pudo evitar reprimir una mueca de disgusto al ver que Draco había colocado barrotes de hierro en su ventana, como si quisiese impedir cualquier tipo de "escape muggle" de su parte.

-¿Acaso crees que voy a lanzarme por la ventana? -pregunto, burlona.
-Contigo nunca puedo estar seguro -señalo Draco, sentándose en su cama y mirándola con intensidad. Si Hermione no lo conociese, pensaría que estaba un poco nervioso.
-¿También temes que pueda asesinarte mientras duermes?
Draco lanzo una carcajada.
-Te sobreestimas mucho, Granger. Ni en tus mejores sueños estarías cerca de poder intentarlo -respondió, con el mismo tono burlón de ella. Sin embargo, adopto una postura mas seria y agrego-. Además, ambos sabemos que no podrías hacerlo incluso teniendo la oportunidad.
A Hermione le molesto la seguridad que había en sus palabras, pero en el fondo sabía que el tenia razón. Aunque nunca se atrevería a reconocerlo en voz alta, su percepción de Malfoy había cambiado, y su relación con él también. No solo en el ámbito físico, sino que entre ellos había comenzado a formarse un vinculo mas profundo. Estaban prácticamente todo el día juntos, compartían bromas privadas, se besaban y Draco la protegía de una forma bastante inusual.

Sin embargo, Hermione sabía que nunca podría confiar en él. Era un mortífago que la tenia como prisionera, y el nunca podría verla como un igual. Siempre sería una sangre sucia, un ser inferior, ante sus ojos. Pensar en eso le hizo tener mas convicción en su plan: esa noche, engañaría a Draco Malfoy y escaparía de la mansión.

-¿Y donde se supone que voy a dormir? -pregunto Hermione, cambiando de tema. Había notado que Draco no había colocado ninguna cama extra en la habitación.
Draco se recostó en la cama, con los brazos cruzados a sus espaldas, y sonrió.

-Tienes dos opciones, Granger: mi cama o el piso.
Si hubiese sido cualquier otra noche, Hermione se hubiese recostado en el suelo solo para fastidiarlo y no darle el gusto de dormir a su lado. Pero aquella noche se había propuesto seducirlo, por lo que se acerco a la cama y recostó a su lado con actitud segura.
Draco la miro algo sorprendido, pero para nada disgustado, y se giro sobre la cama apoyando la cabeza en su mano.

-¿Debo temer por mi integridad, Granger? -pregunto, con una sonrisa cínica-. Tendré que pedirte que no te aproveches de la situación, por mas tentadoras que sean las circunstancias. 

Hermione bufo, y se coloco en la misma posición que él para mirarlo de frente.
-Tu virtud esta a salvo conmigo, Malfoy, no tienes de que preocuparte -ironizo.
-Me encantaría poder decir lo mismo de la tuya, Granger. Pero... -poso la mirada en sus labios- no puedo prometer nada esta noche.
Hermione percibió el momento exacto en el que el tono de Draco pasaba de ser burlón a estar cargado de deseo. El slytherin se acerco a ella lentamente con intenciones de besarla, pero ella se adelanto a la situación y capturo los labios del chico tomándolo por sorpresa. Comenzaron a besarse apasionadamente, de forma primitiva y desesperada. Decidida a tener el control de la situación, Hermione se coloco a horcajadas encima de él y comenzó a removerse encima de su entrepierna de forma intencional.

Las manos de Draco se deslizaron por su espalda baja, y Hermione podía percibir como su corazón se aceleraba a medida que sus besos se volvían cada vez mas intensos y demandantes. Podía sentir su erección aumentar en contacto con su pelvis, y una sensación de vacío y desesperación la invadió.
A este punto, Hermione intentaba convencerse de que todo lo hacia por escapar. Que solo estaba fingiendo, que devolverle el beso era un simple instinto de supervivencia. Sin embargo, el gemido que escapo de sus labios cuando Draco comenzó a besar su cuello no fue fingido en absoluto. Y cuando el slytherin le quito hábilmente la remera y capturo uno de sus pezones entre sus labios, Hermione tuvo que reconocer que estaba completamente perdida.

Las señales de nerviosismo comenzaron a aparecer cuando las manos de Draco abandonaron su trasero para dirigirse al cierre de su pantalón, el cual desabrocho con una destreza sorpresiva. Fue entonces cuando Hermione se dio cuenta de lo que estaba apunto de hacer con él. Asustada, le sujeto los brazos para detenerlo.

-Espera... yo... no puedo... -comenzó a decir, débilmente.
Draco alzo la vista para observarla con los ojos dilatados y los labios húmedos.

Serás mía, GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora