Baji no iría a clases ese día pues dijo que los fundadores de Toman tendrían una reunión especial, por eso estaba solo junto a Leiko caminando en dirección a su instituto sintiendo los nervios a flor de piel cuando ella se abrazó a su brazo izquierdo.—No quiero ir a clases Matsu.—Farulló ella con un puchero y claro aburrimiento en su voz.—¿Nos podemos saltar clase?.
Pensó un par de segundos sobre que debía hacer. Podía negarse y tener a una Hitomi enfurruñada el resto del día o aceptar e ir con ella a algún lugar lindo para así alimentar las fantasías de que algún día podrían ser una pareja aunque sabía que era imposible.
—Claro, vamos al centro.
Definitivamente era un idiota.
[...]
—Entonces ¿Dices que Kei está así de raro porque está investigando a Kisaki?.—Asintió, la chica lo veía incrédula.—¿Por qué?, Digo, si tiene cejas horrendas y parece que su cabello es color maíz pero esos son los únicos crímenes que ha cometido.
—No sé, Baji piensa que no es de fiar.—Respondió.—No estoy seguro de que sea por eso pero es una posibilidad.
—Bueno, que se crea Sherlock Holmes suena mejor a que me esté engañando.
—Leiko, entiende que Baji jamás te engañaría.—Suspiró.
La pelinegra llevaba paranoica desde lo que había pasado hace casi un año con Airi, y sabía que no desconfiaba a propósito y que a veces esas cosas eran inevitables pero el realmente ponía sus manos al fuego por su amigo y la fidelidad que este tenía hacia su novia.
Si no fuera así, ya se habría encargado de hacerselo saber a la ojionix.
—Como digas.—Leiko le restó importancia a aquello.—Estaba pensando, Fuyu ¿Que vas a querer para tu cumpleaños.
—¿Mi cumpleaños?, Pero si aún queda mucho para eso, Lei.—Rió levemente por lo fuera de contexto que había sido eso.
—Pero necesito tiempo para conseguir tu regalo.—Se justificó ella.—Sólo responde.
Pensó un instante mientras apoyaba su cabeza en sus manos.
Un regalo de cumpleaños ¿Que podía pedir?.
—No, mangas puedo darte cualquier otro día.—Cerró la boca de inmediato, volviendo a sumirse en sus pensamientos.—Algo que sueñes, como esos juguetes que veías en los comerciales de niño y querías pero jamás te compraban.
Asintió comprendiendo, entonces debía ser algo casi platónico.
Que ella fuera quien le hacía aquella pregunta era incluso irónico, tomando en cuenta que era literalmente lo que más deseaba y a la vez; más fuera de su alcance tenía.
—Vayamos a alguna parte juntos.—Respondio después de bastante tiempo en silencio. Dejó su diestra apoyada en la mesa hasta casi rozar con la de la fémina. Las pulseras que compartían brillaban bajo las camisas blancas de ambos.—Solo nosotros, sería el único capricho que tengo.
La pelinegra dudó, a sabiendas de que aquello podía ser más malo que bueno a la larga.
Pero era Fuyu, su Fuyu. El mejor amigo de la tierra, el chico que más adoraba en el mundo y que mejor la conocía y entendía. Sin contra a su novio, claro.
No podía negarle nada a esos ojitos celestes.
—Bien, pero ¿Y que le decimos a Kei?.
—Puede ser nuestro pequeño secreto, Leiko.
[...]
Kazutora sabía que Keisuke le estaba ocultando cosas. Demasiadas.
El pelinegro ya no era el mejor amigo de su infancia, ahora solo respondía sus preguntas de forma robótica y cortante sin intentar sacarle plática o distraerse. Sus ojos ya no lo veían con confianza plena, al contrario.
Parecía que cuando lo miraba veía a un desconocido.
—Bien, haré lo que acordamos, sólo mantén a Chifuyu y a Leiko fuera de esto. No quiero a ninguno de tus imbéciles atrás de ellos, ¿Entendido?.—Rodó los ojos dejando salir un suspiro y un asentimiento. Baji le quitaba lo divertido a la vida ¿Cuando había pasado de ser un imbécil a un chico medianamente maduro?.
—Como digas, pero si ellos se enteran por sí solos será tu problema.
El ojiamabar no respondió, sólo se echó para atrás en su silla. El lugar donde las reuniones de Valhalla se realizaban estaba vacío a excepción de ellos, los graffitis y algunas manchas de sangre en las paredes seguían frescas. Se empinó su gaseosa para aplastar la lata y tirarla haciendo que el sonido metálico rompiera el ambiente tan incómodo.
—¿Qué sabes que Kisaki Tetta, Kazutora?.
Oh, ¿Por que su viejo amigo hacia esa pregunta de la nada?.
—No mucho, pero parece desagradable.—Se encogió de hombros levemente.—¿Tienes problemas con él?.
—Algo así.—Respondió simple.—Debo irme, hoy le prometí a Leiko que veríamos la secuela de American Pie.
—Claro, diviértanse.
El sonido de la puerta de metal al cerrarse hizo eco poco después. Sintió su estómago gruñir, exigiendo comida.
Tal vez podía encontrar algún puesto callejero cerca.
Salió del lugar tranquilamente, sus manos se escondieron el sus bolsillos tratando de no sufrir por el viendo helado. Estaba a punto de oscurecer, debían ser las ocho y algo, bostezó pues su sueño tampoco estaba siendo el mejor últimamente. Con suerte lograba dormir cuatro horas y eso era un logro, está vez no había tenido suerte y no pudo pegar ojo hasta el amanecer.
Las ojeras ya eran pan de cada día en su rostro y le daban exactamente igual en aquel punto. Su aspecto estaba descuidado a la vez que su mera presencia perturbada denotaba un algo extraño que hacía a la gente querer alejarse.
Se detuvo al encontrar lo que quería, el pequeño quiosco de Dangos estaba cruzando la calle.
¿Acaso estaba en una especie de deja vú otra vez?.
El chico rubio, que ahora reconocía como Chifuyu, junto a Leiko estaban comiendo aquellos dulces mientras hablaban alegremente entre sí. Ladeó su cabeza al notar como su dinámica era sumamente cómoda, ambos se veían felices y parecía gustarles estar junto al otro.
¿Podría ser que...?
Abrió de más sus ojos al ver cómo Chifuyu pasaba su brazo por los hombros de la chica con total confianza y ella sólo le sonreía cálidamente. ¿Que no esas cosas eran solo las que hacías con tu pareja?.
Además, si se suponía que Baji y ella verían películas ¿Que estaba haciendo allí?.
Su cerebro no estaba procesando lo que ocurría.
Al menos no de manera correcta.
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𝗧𝗮𝗸𝗲 𝗠𝗲 𝗢𝘂𝘁.-𝗞𝗮𝘇𝘂𝘁𝗼𝗿𝗮 × 𝗖𝗵𝗶𝗳𝘂𝘆𝘂
Hayran Kurgu𝗧𝗔𝗞𝗘 𝗠𝗘 𝗢𝗨𝗧.-"... Estaré aquí esperando por tí..." Luego del desastre que Haiki dejó en su vida y aún sintiendo una opresión en el pecho al ver a su mejor amiga, Chifuyu piensa que su destino es vivir en una eterna tragedia. Y los problemas...