Los trabajadores de la residencia preparaban con cuidado el carruaje que las llevaría hasta la ciudad imperial. La señora Choi se frotaba las manos, algo nerviosa por los últimos sucesos de esos días, no solo el mayor secreto de sus señores se había descubierto, sino que su pequeña señorita había aceptado, sorprendentemente, el título que se le había otorgado desde su nacimiento.
Y la pobre mujer tenía razón de estar nerviosa, la última vez que vio a una de las mujeres de la familia Senju partir hacia la vida en el palacio todo resultó muy mal y doloroso para los involucrados. No quería que él mismo destino de Mebuki-sama recayera en la pequeña Sakura.
-¿pasa algo nana?- la joven pelirrosa apareció por detrás de la mujer mayor, haciendo que esta diera un respingo y comenzara a regañarla por haberla asustado.
Una vez que el regaño acabó, la dama de compañía dio un pequeño suspiro- no estoy muy segura de esto mi señora...
Sakura sonrió enternecida por la preocupación de su nana, ella era lo más cercano que tenía a una madre desde aquel incidente que la separó de Mebuki. La verdad era que ella estaba igual o peor de nerviosa que la señora Choi, hasta hace unos días era una persona particularmente normal, si, con pelo rosado y todo pero normal en lo que cabía, o eso pensó hasta que esos tres extraños chicos vinieron a decirle que era una princesa. Apenas si tenía suerte de que no notaran como estaba temblando.
-la verdad, yo tampoco estoy segura- confeso con nervios- pero si usted está a mi lado entonces estaré bien- dijo con una gran sonrisa, convenciendo a la mujer de que todo estaría bien- por cierto ¿dónde está mi caballo?
La pelirrosa observó por todas partes, pero solo estaban los tres corceles de los príncipes y el carruaje que los mozos preparaban tan amablemente.
-no sería correcto que una señorita anduviera montando por ahí, si ha decidido ir al palacio será mejor que se apegue a las reglas, mi señora- dijo con dureza la dama de compañía- en la capital no suelen aceptar muy bien a los que son diferentes... no son como las personas del pueblo, los nobles no perdonan a aquellos que rompen sus reglas.
En cualquier otra situación Sakura hubiera renegado y tratado de negociar hasta que su nana la dejara ir a caballo y no en ese incómodo y pequeño carruaje. Pero la expresión seria de la señora Choi la hizo cambiar de opinión, sólo la había visto así el día en que perdieron a su madre y a su tío.
Además, ya sabía lo difícil que era la vida en el palacio, mientras que otras niñas crecieron con el sueño de alguna vez vivir la sofisticada vida de la realeza, su madre y su nana se encargaron de hacerle saber sobre el escrutinio, los chismes y rumores que envolvían al palacio. El más mínimo escándalo podía ser su perdición.
¿Ya era muy tarde para arrepentirse? Podía tomar a su nana y escapar de ahí a algún país lejano, uno en donde nadie las encontraría jamás.
-debió ser muy difícil para mamá- susurró. No se imaginaba todo por lo que tuvo que pasar su madre para ser emperatriz.
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Nuestra amada princesa.
FanfictionLa vida en el palacio puede ser muy difícil, llena de chismes, y constantemente controlado por un montón de personas oportunistas deseosas de poder. Sakura tendrá que aprender a vivir como una princesa y ser la digna heredera del trono que todos esp...