Sientes la fortaleza en
la experiencia del dolor.-Anónimo-
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El pasar de los autos por la ruta me había embobado, mis ojos estaban posados en la ventana desde que había comenzado la clase.
Desde que había despertado estaba tan distraída, que en las clases no lograba concentrarme y por más que tratará no me sentía con los animos para estar atenta a al profesor que se encontrase delante.
El día estaba radiante, el sol que se filtraba por la ventana, hacia resaltar aún más mi cabello rojizo. Cosa que no me gustaba del todo.
A lo lejos podía seguir escuchando la clase que la profesora daba, pero mi cabeza estaba en otra parte desde que había despertado. En mis pensamientos no cabía otra cosa que no sea lo de la entrevista.
Estaba más que nerviosa el día de hoy, pero tenía que tratar de tranquilizarme, mi principal objetivo era que tenía que ser lo más simpática, cordial y amable posible, dar esa imagen no debía ser tan complicado ¿No es cierto?
El momento se pinchi cuando sentí que mi cabello o mejor dicho alguien comenzaba a tirar de a momentos. Caí en cuanta que me habían cortado un mechón, cuando había sentido el ruido de la tijera cortando.
Exaltada me dí la vuelta abruptamente encarando de alguna forma al causante de todo esto.
Rixton se encontraba con un mechón de mi pelo entre sus dedos. Una sonrisa malévola y satisfactoria estaba plasmada en su rostro.
Rápidamente empecé a tocar mi cabello buscando el lugar donde había cortado. Aún que afortunadamente no se notaba demaciado y lo peor es que no fue un pequeño pecho fue un pedazo.
—Que lastima un mechón de este color, tan... extravagante que lo lleves tú es una verdadera lastima pobretona. —susurró por lo bajo para que solamente yo lo escuche.
Desafortunadamente eso no sucedió.
—Rixton —en el banco de al lado se encontraba Alex, quién cómodamente se sumó a los insultos de su amigo— ¿Por qué dices esas cosas? No ves lo bonita que es.
Los dos al mismo tiempo se empezaron a reír haciendo que una que otra mirada se posara el ellos.
—Déjenme en paz —exclamé en suplica.
Y como lo patética que soy los ojos me comenzaban a lagrimiar. Porque dolía, aún que a veces me haga la fuerte, la que nada le importa y por más que le diga lo que les diga, mostrándome dura y sin miedo, por dentro me pasaba todo lo contrario.
Pestañe unas cuantas veces tratando de pasar esas ganas de llorar que tenía. Quería gritarles de todo, pero la inseguridad que sentía no me lo permitía.
—Señorita Amonson —la voz de la profesora me sacó del mal momento que estaba pasando y me giré mirándola—, la clase se encuentra aquí adelante no ahí atrás, por favor deje de charlar con su compañero y preste atención.
"Charlando" sonaba más a una charla más cordial, amistosa a la vez, pero ellos jamás habían sido amables.
—Disculpe profesora, lo lamento. No volverá a suceder. —me disculpe dándome la vuelta tratando de prestarle atención a la profesora.
Ellos por su parte comenzaron a reírse por lo bajo. Suspiré tratando de tranquilizarme, porque no era justo que me llamarán la atención solamente a mí.
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Simplemente Aída.
RomanceMe hubiera encantado empezar a contarles lo fabulosa que es mi vida, la gran familia unida de la que soy parte, la hermosa y gran casa en la cual vivo, los encantadores padres que me tocaron, lo bien que me va en los estudios, los sobresaliente que...