Capítulo 13

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Todos nos estamos recuperando de algo que no le decimos a nadie.

-Anónimo-

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Presioné el botón que adorna la puerta de la casa Warner, haciendo que este resonará, anunciando mi llegada. Poco tiempo después con la cara sonriente Samantha me abre la puerta. Me hace un ademán con la mano para que pasé.

—Has llegando temprano Aída.

—Si —me límite a decir. Y luego agregué —. Estaba extrañando a la señora Rosa.

—Y que bueno que has venido más temprano, a la señora Rosa le va alegrar verte. Alguien como tú la alegrara el feo día que está teniendo.

—¿Pasó algo?

—La señora Rosa no se encuentra del todo bien, de hecho desde la mañana que está enferma.

—¿Y qué tiene?

—La verdad no sabría decirte. Pero el doctor de la familia llegará pronto a revisarla.

—Pobre señora Rosa, iré a verla.

—Si, seguramente eso la animará.

Le dediqué una última sonrisa antes de irme.

Subí rápidamente las escaleras.

Cuando estoy en frente de la puerta, me limito a entrar, antes de eso doy dos toques suaves. La voz de la señora Valeria se escuchó con un claro; adelante.
Sin más giré el picaporte y me adentré a la habitación, las cortinas se encontraban cerradas algo demaciado extraño ya que siempre se encontraban abiertas dejando que la luz del sol se filtre a través de la ventana iluminando toda la habitación.

Rosa se encontraba recostada sobre su cama, mientras que su hija la acompañaba a un lado de la cama sentada. La señora Rosa a su vez, con un poco de dificultad por la poción en la que se encontraba, levantó un poco su cabeza y sus ojos me contemplaron, un brillo en sus ojos grises se iluminó y no tardo en dibujarse una calidad y hermosa sonrisa en su rostro.

—Hola, buenas tardes.

—¡Que bueno que llegas Aída! —dejé de mirar a la señora Rosa para prestarle atención a la señora Valeria— Mamá ha estado preguntando por tí. Ya quería que llegarás  —sonrió mientras miraba a su madre y acariciaba su mano.

—¡Si, estaba esperando a que vinieras Aída! No aguanto más —chasquio la lengua—, mi hija Valeria y toda la familia no me dejan levantarme de la cama. Pero yo sé que tú me ayudaras... ¿Verdad?

—Mamá, no vas a...

—Yo estoy bien, me siento muy bien. No sé de qué se preocupan.

Me acerque a la cama aún más para ver mejor a la señora Rosa y lo que mis ojos contemplaron no era la verdadera señora Rosa que yo había conocido, no se veía para nada bien. Su piel se encontraba palida, su cara se veía cansada como que aparentaba que no había dormido en dos días.

Se veía mal.

Un sentimiento de pena y angustia me traspaso, haciendo que un nudo en mi garganta se instalara. Esa no era la señora Rosa, está ves no coincidía en ella, la señora Valeria tenía más que razón.

—Disculpen mi atrevimiento —ambas me miraban ahora—, pero creo que la señora Valeria tiene razón señora Rosa. Realmente no se ve nada bien. Además no le vendría nada mal descansar un poco.

_Ves mamá Aída me apoya —me miró y sin decir una palabra en sus labios formó un Gracias— Ella tiene razón descansar te vendría muy bien, tal vez después te recuperes. El doctor vendrá en unas horas.

Simplemente Aída.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora