Dedicado a
fgcm2310No puedes sanarte si sigues
fingiendo que no te duele.-Anónimo-
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Termino de poner la ropa en la cesta de ropa sucia y paso a la habitación para buscar una sudadera. La noche había caído y el clima había pasado hacer frío y más en la casa. No teníamos estufa y por ende la casa helaba por las noches, pero afortunadamente el calor ya no tardaría en llegar en poco tiempo. Y por el momento un saco o una sudadera eran las únicas opciones. Aún que a estas alturas ya me había acostumbrado y el frío ya no se sentía a comparación de cuando era más pequeña.
El grito de papá llamándome desde la cocina hizo que tomará la primera sudadera que llegue a alcanzar del ropero.
La pava rompiendo hervor hizo que salga de la habitación de inmediato, porque significa que el agua para tomar mate ya estaba lista.
Papá finalmente había dejado de trabajar esas horas extras y hoy era el primer día que llegaba temprano. Todavía se me hacía extraño verlo, la casa se sentía tan vacía cada vez que regresaba de la escuela y me pasaba horas sola en la casa tratando de distraerme con cualquier cosa, para no pensar constantemente en que papá estaba afuera trabajando y nunca saber con exactitud a qué hora cruzaría era puerta.
—Aída.
—Estoy aquí. —comenté cuando aparecí en la cocina. Arrastré la silla para sentarme al lado de papá.
La tele estaba prendida con las noticias del día y como siempre la inseguridad era la protagonista.
Una extraña bolsa mediana de color blanca adornada con un moño rosado, posaba sobre la mesa. No recordaba que haya estado ahí todo el tiempo y se notaba que jamás estuvo en la casa. La miré con curiosidad, se podía observar como el contenido se remarcaba por la bolsa, pero aún así no se podía distinguir el contenido.
Lo observé por unos segundos y la curiosidad no tardo en apoderarse de mí.—¿Qué es esa bolsa papá? —pregunté de inmediato. Mis ojos no se despegaban de la misteriosa bolsa.
Papá la observó un instante y luego volvió a seguir poniendo yerba dentro del mate. Una fugas sonrisa a boca cerrada se le formó en sus labios, pero desapareció cuando me miró y citó tres palabras que me dejaron confundida y sorprendida aún más.
—Es para ti.
—¿Para mí?
—Si —asintió lentamente con la cabeza. Pareciera que le quitaba importancia y pareciera que era lo más normal del mundo que la misteriosa bolsa se encontrará sobre la mesa—. Tómalo y ve lo que hay dentro.
Fruncí el entrecejo. Me levanté de la silla y lentamente y con cautela confundida por todo, mis ojos se achinaron mirando a papá extrañada. Lo único que podía deducir hasta el momento era que podría ser alguna cosa para la casa, pero lo curioso es que papá no compraba nada para la casa sin antes consultarme que hace o haría falta.
Entonces, todo ya era demasiado raro.
Sin más preámbulos rodeé la masa y tomé entre mis manos la pequeña bolsa que tanto me tenía curiosa. Tuve que romperla un poco, ya que tenía un odioso gancho de abrochadora cerrándolo.
Sorpresivamente la caja rectangular de tamaño mediano, se encontraba envuelta en un papel de regalo muy bonito. Un sorpresivo papel pegado en la parte delantera de la caja llamó mi atención. Al despegarlo con cuidado, me lleno de ternura ver lo que la nota expresaba;
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Simplemente Aída.
RomanceMe hubiera encantado empezar a contarles lo fabulosa que es mi vida, la gran familia unida de la que soy parte, la hermosa y gran casa en la cual vivo, los encantadores padres que me tocaron, lo bien que me va en los estudios, los sobresaliente que...