Capítulo 7

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Dicen que; quién menos demuestra,
es quién más siente.

-Anónimo-


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Todavía no me cabía la emoción de que por fin había conseguido el trabajo. Esto significaba muchas cosas importantes. Como por ejemplo una de las más importantes era que papá dejaría de trabajar horas extras y llegaría temprano a casa.

Lo había conseguido al final.

Le dedique una sonrisa a la señora Rosa, le había agradecido más de una vez está oportunidad y le jure que no la decepcionaría.

—Abuela no sabes lo que Ethan acaba de... —una voz completamente nueva para mí, resonó por las paredes de la habitación.

Un chico se había quedado inmóvil en la puerta de la habitación, y para ser más específica, sus ojos estaban puestos únicamente en mí.

—¡Oh qué suerte que llegas querido! —se levantó del sillón y se paró en la puerta, junto al chico, lo rodeo por sus hombros— Te quiero presentar a Aída, será mi nueva compania. Ya sabes la locura de tu madre que insiste en que alguien este conmigo. ¡Tonterías! Pero está dulce señorita me hizo replantearme y ahora me encanta la idea.

El chico todavía no despegaba los ojos de mi, me sentí incómoda porque su mira era tan firme que me removí en mi lugar incómoda. Tenía ganas de salir corriendo, no quería que siguiera viéndome así.

—Hola. —pronuncié tratando de sonar segura, pero pareciera que lo había susurrado.

Me levanté del lugar donde me había sentado y caminé hasta la mitad de la habitación.

—Hola —fue lo primero que comentó antes de tomarse su tiempo para agregar—. Vaya pensé que era mentira lo de mamá, pero veo que no. En fin, —de pronto su expresión de sorpresa cambió totalmente, una espléndida sonrisa me cautivo— soy Jaxon, un gusto conocerte... ¿Disculpa como te llamabas?

Me le quede miraron, hasta que caí en cuenta.

—¡Oh, lo siento! Aída, un gusto también de mi parte Jaxon.

—okey... —sus cejas se frunciendo acompañada con una sonrisa a boca cerrada, me miró y luego a la señora Rosa— yo las dejo, tengo que hacer algunas cosas. —y con eso desapareció por la puerta.

Por su parte la señora Valeria se adentro dentro de la habitación.

—Aída acompañe necesito hablar algunas cosas importantes. Acompañe.

Nuevamente nos encontrábamos en la oficina de la señora Valeria. Básicamente lo que me platicó fueron en lo que consistía mi trabajo, la horas que trabajaría y lo que ganaría, que a decir verdad era mucho más de lo que llegue a imaginar.

Cuando la señora Valeria, termino de contarme todo, le pidió a Samantha, la chica que con anterioridad había abierto la puerta, que me mostrará la casa. En ese tiempo que había transcurrido me había enseñado algunas cosas, porque la casa era enorme y solo prefirió mostrarme las partes más importantes, como; la cocina, el living, la sala de juegos, el área donde se encontraba las habitaciones, el parque trasero de la casa y hasta tenían un pequeño gimnasio en una de la habitaciones.

Y luego de que Samantha me de un pequeño tur por algunas partes, me despedí de la familia y me retiré de la casa. Ya era tarde y iban a ser las siete de la tarde en punto cuando tomé el colectivo de vuelta a cada.

El viaje fue rápido, demaciado, en unos segundos ya en encontraba entrando a mi casa afortunadamente. Cómo siempre la casa se encontraba completamente desolada, el silencio reinaba y en parte no me gustaba.

Simplemente Aída.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora