Capítulo 12.

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Maratón 1/3. 

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—Wow, doctora Darcy.—le habló Poché emocionada mientras dejaba de aplaudir. Daniela sonrió mientras se encogía de hombros, no había ni una pizca de sarcasmo en su voz al referirse a ella como doctora.—Eso fue simplemente genial. Qué inteligente es usted. 

—Muchas gracias, Poché.—respondió cerrando su laptop.—Me hace tan feliz que te haya gustado la conferencia.—dijo acomodando sus cosas. 

—Hoy aprendí muchas cosas—dijo aún sonriendo.—, y entendí muchas otras. Muchas gracias.—Daniela la miró deteniendo lo que hacía. 

—¿Por qué?—preguntó sin entender, un poco confundida. 

—Por dictar la conferencia para mí, de verdad fue muy genial.—respondió sinceramente mientras se quitaba la bata de Daniela.—También gracias por prestarme tu bata, me sentí inteligente.—rió acercándose a ella para extenderle la bata. 

—Gracias a ti por venir a verme.—respondió recibiendo su bata.—Fuiste la única persona que lo hizo.—dijo bajando su voz, dolida aunque ya estuviera acostumbrada a no tener importancia. Poché ladeó su cabeza sin dejar de sonreír. 

—¿Y perderme la conferencia de Daniela Darcy?—preguntó como si fuera una locura provocándole una pequeña risa a la psiquiatra.—Soy maestra y en mi vida he tenido que ir a muchas conferencias, pero ésta no tiene comparación alguna.—dijo sinceramente.—Es la mejor a la que he asistido, por mucho la mejor. 

—¿Eres real María José Garzón?—preguntó en una risa. Poché se encogió de hombros sonriéndole, como ya acostumbraba a hacerlo.—Porque parecer algo así como perfecta.—la mayor rió un poco y Daniela volvió su vista a sus cosas terminando de acomodarlas para poder desocupar el auditorio. 

—Sí lo dices tú debe ser cierto.—asintió mirando como Daniela tomaba cada cosa con sumo cuidado, como si no quisiera dejar caer nada, sin querer cometer ningún error.—¿Ahora irás a casa?—preguntó antes de lograr escuchar el casi inaudible suspiro de Daniela. 

—¿A dónde vas cuando no quieres ir a ningún lado?—le preguntó de repente, en realidad con ganas de saber la respuesta. Poché tenía que ser muy ágil al momento de responder sus preguntas.—Digo, no es que no quiera estar contigo, para ser sincera siempre quisiera poder estar contigo.—dijo un poco nerviosa, provocando que Poché sonriera un poco más.—Eres mi momento favorito del día.—sonrió un poco sonrojada. Las mejillas de cierta chica de ojos avellana la imitaron. 

—Oh, Calle, y tú eres el mío.—asintió muy convencida de sus palabras. Daniela bajó su mirada sin dejar de sonreír.—Y respondiendo a tu pregunta, yo siempre quiero ir a algún lugar. Cuando estoy en casa en la mañana quiero llevar a Ethan a su escuela y luego ir a la mía a trabajar, en la tarde quiero ir a verte a tu consultorio a ver cómo estás, siempre me sorprendo—Daniela siempre tiene un nuevo golpe.—, en la noche al volver a casa, duermo para esperar volver a salir al día siguiente. Y aunque mi mente esté en un sitio, mi corazón puede estar en otro.—Daniela asintió dejando de sonreír un poco. 

—Cuando despierto tengo que preparar el desayuno, siempre las mismas cucharas de azúcar, siempre las mismas cucharadas de café, siempre dos sándwiches con dos rebanadas de jamón y una de quiso, ninguno es para mí.—frunció un poco el ceño mientras Poché la escuchaba atentamente.—Preparo el mismo almuerzo, siempre las mismas cantidades, siempre la misma temperatura, nada es para mí. Luego me arregló para el trabajo, el mismo estilo de ropa, cubriendo casi toda mi piel.

—Toda tu maltratada piel.—susurró Poché entendiendo a que se refería Daniela. 

—No puedo usar mangas cortas aunque haga calor, no puedo permitirme ese lujo.—ladeó su cabeza recordando palabras textuales.—A veces uso lentes oscuros, y me despido de mi esposo antes de ir a trabajar, a él no le gusta que me vaya sin avisarle.—Poché mordió su labio, ya sabía perfectamente por qué.—Cuando estoy en el trabajo atiendo a mis niños de la manera más profesional posible. No hay almuerzo para mí, pero entonces llegas tú y me regalas un postre—sonrió inevitablemente.—, y lo comemos juntas o a veces yo sola, hablamos hasta que es hora de irse.—dejó de sonreír.—Por último llego a casa y tengo que preparar la cena mientras Jacob vuelve—cerró sus ojos.—, la cena varía—suspiró abriendo sus ojos.—, el resultado también.—llevó inconscientemente su mano a su mejilla.—Después sólo quiero dormir—volvió a suspirar.—, sin limpiar mi rostro antes.—susurró. Poché tenía que ayudarla, convertiría lo imposible en posible para ella. 

Daniela Darcy. » caché. [adaptación] (TERMINADA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora