Daniela Darcy. » caché. [adaptación] (TERMINADA).

Capítulo 24.

Maxwell estaba acostado en el sofá, rodando con sus dedos el anillo de compromiso que le había comprado a su novia. Esa noche iba a proponerle matrimonio a la mujer que amaba, esa noche iba a comenzar concretamente su vida. Deseaba que Poché fuera la madre de sus hijos y juntos formar una familia hermosa, pero al parecer la vida tenía otros planes. Sólo podía culpar a Daniela Darcy por eso. 

—Max.—le dijo Ethan al llegar a la sala, sacándolo de sus pensamientos. 

—¿Uh?—le preguntó sin prestarle mucha atención, ya que toda estaba puesta en el anillo. 

—Pouch dijo que me llevarías a la escuela hoy.—respondió simplemente. Maxwell lo miró un poco confundido. 

—¿Por qué?—le preguntó.—¿Poché ya se fue?—Ethan asintió. 

—Fue a llevarle el pastel que le hicimos a la doctora Darcy.—sonrió emocionado.—Se fue más temprano para verla antes de ir a trabajar.—el chico de verdad quería a Daniela, pero Maxwell no se daba cuenta de eso.—Nos quedó muy rico, tu pedazo está en-...—

—Ya, ya vamos.—interrumpió intentando sonreír.—Te llevaré a la escuela.—dijo sentándose en el sofá. Ethan sólo lo miró un poco desanimado antes de caminar de vuelta a su habitación a buscar sus cosas, en ese momento el ceño de Maxwell se frunció y lanzó el anillo lo más fuerte que pudo, sin saber a dónde. Llevó sus manos a su rostro reprimiendo cualquier lágrima, mientras que se preguntaba porqué Daniela Darcy, porqué ella y no él. 

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—¿Entonces me trajiste pastel?—le preguntó Daniela en una pequeña sonrisa, muy cómoda con su mejilla en el hombro de Poché. 

—Ethan y yo lo preparamos.—respondió suavemente sintiendo cómo Daniela no tenía intenciones de separarse de ella.—Tengo que decir que no soy tan buena cocinando cómo tú, pero-...—

—Eres la mejor.—interrumpió Daniela cerrando sus ojos, haciéndola sonreír como solo ella sabía hacerlo. 

—Entonces va a gustarte mucho.—sonrió. Daniela estaba en pijama y desarreglada, pero seguía siendo tan cálida y suave.—¿Estás feliz?—Daniela asintió.—¿Por qué?—le preguntó dulcemente. 

—Porque te conocí.—susurró sinceramente. 

—Yo también me siento feliz.—le dijo Poché suavemente mientras se le ocurría una pequeña idea.—¿Qué harás hoy?—Daniela abrió sus ojos lentamente antes de separarse de ella. 

—Jacob no está en la ciudad.—respondió encogiéndose de hombros.—Por eso pude faltar al trabajo.—Poché se encontraba un poco confundida. 

—¿Dónde está?—preguntó notando de inmediato cómo la expresión de Daniela caía un poco más. 

—Fue a visitar a sus padres.—respondió abrazando sus piernas a ella.—Yo no le caigo bien a ese señor, al padre de Jacob.—dijo avergonzada. Poché suspiró.—Por eso no me llevó con él. Vuelve mañana, no sé a qué hora.—Poché sonrió de inmediato. 

—Arréglate, Calle.—le dijo tiernamente. Daniela ladeó su cabeza sin entender.—Recuerdo que una vez me dijiste que querías ver una clase dada por mí.—la sonrisa de la psiquiatra volvió a aparecer en su maltratado rostro.—Vas a ser mi invitada especial hoy, y si quieres podemos abrir un espacio en la clase para que hables con los niños sobre tu profesión. ¿Qué dices?—Daniela tomó sus mejillas rápidamente y sin importarle la besó. Poché se sorprendió, pero claro que le correspondió. 

—Ven.—le dijo tomando su mano para levantarse junto a ella.—Entra a casa.—sonrió mientras abría la puerta con su otra mano. Poché no podía dejar de pasar el hecho de que Daniela siempre estaba un poco más delgada, su clavícula sobresalía cada día un poco más.