Daniela Darcy. » caché. [adaptación] (TERMINADA).

Capítulo 29.

"Jacob Darcy, profesor de música, es hallado culpable de intento de homicidio, después de intentar asfixiar a su esposa con sus propias manos."

La noticia se extendió rápido, estaba en cada periódico de la cuidad, incluso tuvo una pequeña sección en las noticias. Nadie podría creer que aquel hombre que se veía tan amigable sería capaz de algo así. Un hombre que siempre sonreía y aparentaba ser un caballero, siempre maltrató a su esposa tanto física como psicológicamente. 

Poché siempre tuvo la razón en desconfiar de Jacob Darcy, y ahora podía estar tranquila ya que por fin se hizo justicia. Sin embargo, él podía estar en la cárcel, pero las secuelas de sus acciones seguían con Daniela. 

—Buenos días, Calle.—saludó Poché caminando hacia la cocina del departamento, se habían mudado juntas ya que Poché quería estar todo el tiempo con ella para ayudarla con su recuperación. 

—Buenos días, Poché.—respondió con una sonrisa mientras giraba su cuerpo y sin darse cuenta dejaba caer un vaso de la barra. Daniela aún tenía su muñeca vendada y algunas heridas sin sanar, pero se rehusaba a quedarse todo el día en cama.—Oh no, oh no, no, no...—susurró nerviosa en un segundo mientras cerraba sus ojos fuertemente, esperando a que pasara algo, a que le pasara algo. Poché suspiró. 

—No te muevas, puedes cortarte.—le dijo acercándose un poco más. Daniela abrió sus ojos lentamente al notar que Poché no tenía intenciones de golpearla, a pesar de tenerlo claro.—Yo lo recojo.—le sonrió antes de agacharse a recoger con cuidado los cristales del suelo. Daniela miraba cada movimiento, desde que se muderon juntas, no hace más de un mes, Poché había sido tan paciente con ella, no estaba acostumbrada a la paciencia.—¿Lo ves? Todo está bien.—volvió a sonreír al levantarse con los cristales en sus manos.—Ahora, no te preocupes, son cosas que yo puedo hacer.—dijo colocando los cristales en la basura. 

—¿No estás enojada?—sin embargo preguntó. Poché negó con su cabeza. 

—No.—respondió en una risa mientras sacudía sus manos.—Sabes que yo no me molestaría contigo. Ahora por favor ve a descansar, yo terminaré con esto. 

—Está bien.—respondió.—Iré a la habitación.—dijo comenzando a caminar. 

—A nuestra habitación.—agregó Poché con una sonrisa. Daniela asintió mientras sonreía también. 

—Nuestra habitación, en nuestra casa.—respondió sin dejar de sonreír.—¿Tengo razón?

—Claro que sí.—respondió en una pequeña risa.—Ahora ve, yo terminaré de limpiar. 

Daniela asintió en silencio antes de comenzar a caminar de vuelta a la habitación. Poché era tan diferente a Jacob en todo sentido. Ella nunca le gritaba, tampoco la trataba mal, ni siquiera se enojaba por lo que hacía; y a pesar de que era maravilloso, era algo que se había vuelto desconocido para ella, un tipo de amor que antes veía tan lejano y ahora tan cercano, era complicado de asimilar para ella. 

Recordar el tiempo vivido con su esposo, sólo la hacía preguntarse cómo no pudo dejarlo antes. Más de cinco de golpes y maltratos de su parte, eran reducido a un lo siento y unas flores, al final nunca valía la pena. Pero luego llegó Poché, cambiando su forma de ver la vida y así comenzando a vivirla. 

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—¿Volverás pronto?—le preguntó Daniela mientras la veía abrir la puerta. 

—Claro que sí, estaré de vuelta más rápido de lo que crees.—rió antes de darle un beso en sus labios.—Iré a dictar una clase y regresaré de inmediato. Lo prometo.—Daniela asintió. Poché debía seguir trabajando a pesar de que ella tuviera permiso en su trabajo, debía quedarse sola ese día.—Te amo, si necesitas algo llámame, por favor.—Daniela asintió.