Capítulo 25.

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Daniela miraba la nieve caer a través de la ventana del auto, pensando en cómo lograría que Jacob firmara el divorcio. 

Poché sabía que la había presionado, pero era la única manera de ayudarla, de otro modo sabía que Daniela no se atrevería y ella quería acabar con su miedo. 

—Calle.—la llamó estacionando el auto. Daniela llevó sus inexpresivos ojos a ella, Poché suspiró al verlos adornados por una capa de lágrimas.—No tienes que llorar.—le dijo suavemente. La voz de Poché era muy diferente a la de Jacob, pero escuchar las mismas palabras, a pesar de estar en contextos diferentes, a Daniela la ponían nerviosa en un instante. 

—No.—negó con su cabeza.—No es nada, no estoy llorando.—paso sus manos por sus ojos para limpiar cualquier rastro de lágrimas.—¿Lo ves?—Poché ladeó su cabeza. 

—Tu maquillaje se corrió.—le dijo al pasar de unos segundos. Daniela bajó su mirada como si quisiera verlo ella misma.—El sonrojo de tus mejillas fue reemplazado por moretones.—dijo dolida, tenía su rostro literalmente roto.—¿Por qué ese imbécil te golpea así?—preguntó enojada, siempre manteniendo la calma para no alterar a Daniela.—Es como si no le importara.—Daniela se encogió de hombros. 

—Al menos estoy viva.—respondió simplemente. Daniela negó con su cabeza y Daniela volvió a sonreír.—Al final del día sigo siendo Daniela Darcy—rió un poco.—, a pesar de tener mis ojos cerrados. 

—¿Y cuándo serás mía?—preguntó suavemente, sin dejar de pasar su triste mirada por sus heridas faciales. 

—Cuando no pueda volver a abrirlos—llevó su índice a su sien.—, en ese momento seré tuya para siempre.—Poché la miró sin entender, pero Daniela simplemente se encogió de hombros sin dejar de sonreír, convencida de haberle dicho todo lo que necesitaba saber. 

—No soy buen captando indirectas, ¿sabes?—le dijo un poco sarcástica, provocándole una risa. 

—Ven, Poché.—dijo abriendo la puerta del auto.—Te enseñaré la cabina telefónica.—rió saliendo del auto, cerrando la puerta suavemente, sin hacer un mínimo de ruido. Poché miró al frente tratando de procesar todo lo que acababa de suceder. Protegería a Daniela, y estaba dispuesta a dejar de sonreír en el proceso. 

En el instante en el que Daniela bajó del auto, no sólo sintió la nieve caer levemente sobre ella, también escuchó el agradable sonido de un violín. Sonriendo buscó con su mirada de dónde provenía aquel sonido, dándose cuenta de que un hombre barbudo tocaba por dinero frente a la cabina telefónica. 

—¡Poché!—la llamó cuando la vio salir del auto.—Mira, allá.—señaló con su dedo, antes de bajarlo rápidamente, recordando que señalar es de mala educación; Poché lo notó. 

—¿Quieres ir a ver el señor tocar el violín?—le preguntó con una sonrisa. Daniela asintió volviendo a sonreír.—Vamos a ver al señor tocar el violín.—asintió rodeando el auto para caminar junto a ella hacia él.—No sabía que tocaras tan bien la guitarra.—le comentó mientras caminaban. Daniela volvió a encogerse de hombros, gesto que hacía cuando estaba nerviosa o expuesta. 

—Me gusta la música.—respondió mirándola, y era inevitable sonreír al verla. Era una razón, era miles de ellas.—Me gusta mucho.

—Ahora lo sé, eres tan maravillosa.—le dijo sinceramente.—Me gustaría que no dejaras de hacer lo que te gusta, digo, eres increíble.—rió. 

—Gracias, Poché.—sonrió.—Es por eso que nunca dejaré de quererte.—los mejillas de Poché se volvieron rojas, y gracias a su pálida piel y al ambiente tan frío que había, era demasiado notorio. Daniela rió al verla sonrojada, feliz de poder causar aquello tan bonito en ella. 

Daniela Darcy. » caché. [adaptación] (TERMINADA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora