Prólogo

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Xiao Zhan

Pájaros volando en el cielo como uno, ramas creciendo en la tierra como uno.

Esa fue la primera frase honesta que pude dedicarle a alguien. La primera, y probablemente la última.
La última nota del piano hace eco en el gigantesco estrado, entremezclándose con las notas de mi voz. Detengo el baile de mis dedos sobre la superficie, y me quedo quieto... solo esperando.

Finalmente, la ola de aplausos arriba desde todas las direcciones posibles. Mis sentidos me regresan lentamente a la realidad, captando la luminiscencia de los reflectores, el eco y los vitorees del público, el olor a perfumes caros... y mi sola existencia.

Soy consciente que estoy frente a un escenario, terminando de presentar un número. Por acto reflejo, mi cuerpo hace las acciones que sabe de memoria. Me levanto del banquillo, hago una reverencia y agradezco en murmullos mirando a todas las direcciones.

El irreal paisaje que me rodea se vuelve difuso con el pasar de los minutos. Lentamente, mis razones para permanecer aquí de pie se vuelven nulas... en especial, cuando no veo aquellos característicos ojos rasgados. Hay una presión dolorosa en el centro del pecho, pero hago lo posible por ignorarla.

"Era poco probable que él viniera."

Cuando he bajado del escenario, detrás de este ya hay un número determinado de personas recibiéndome. Todos visten formales o al menos cómodos, pero distinguidos. No veo a mi padre aquí, tampoco lo veo a él... pero quiero convencerme de que está bien.
Mi maestra, Na Ying, acapara mi campo visual.

Con un vestido largo y floreado, abre los brazos en mi dirección, sonriente. No lo dudo dos veces antes de sonreírle y corresponder su tacto maternal. Instantáneamente, siento el aroma a flores y perfume agradable proveniente de su cabello... casi haciendo que me refugie por instinto ahí.

–¡Dios, estuviste increíble, Zhan Zhan! –alaba, aliviando un poco las sombras de mi corazón. Da suaves caricias en mi espalda, reconfortándome. –Fue bellísimo en verdad. Definitivamente, no nos equivocamos al poner todo nuestro empeño en ti. ¿Ves como si tenías el potencial? Tu madre estaría orgullosa de ti.

Ha dicho lo último con un tono de voz sutil y suave. Pero no ha funcionado del todo. La punzada en el pecho es tan repentina como su comentario, aunque ya acostumbrado a estas sensaciones... solo finjo amabilidad con una sonrisa. Me separo un momento de ella.

–Estoy seguro que sí. –miento, porque realmente no sé la respuesta a su afirmación.

El continuo bullicio que hay detrás de las cortinas no me permite pensar adecuadamente. Y de alguna manera, comienza a crecer una sensación de escozor insoportable en mi estómago. Algo me impulsa a querer salir de aquí... pero toma su tiempo.
Toma tiempo armarme de valor para atreverme a abandonar todo y solo salir corriendo por las calles en busca de paz, de tranquilidad...

Na Ying dibuja una expresión preocupada en su rostro, acostumbrada a que le continúe o cambie conversaciones cuando estoy con ella. Es demasiado tarde para ingeniármelas, porque ya ha notado que algo no está bien.

¿Pero qué cambia si se lo digo?

–¿Todo en orden? –pregunta ella, tomándome suavemente de los hombros. El tacto más allá de relajarme... empeora mis nervios. –Quizás fue un rato muy cansado para ti, no te culpo. –sonríe apenada, luego, mueve su cabeza. –Deberías de cambiarte y descansar, podemos atender al comité directivo después...

Me toma unos momentos ordenar la maraña de pensamientos, asintiendo torpemente segundos después. –Sí, sí. –ella no luce convencida, aun así. –Creo que lo haré. No hay nadie esperando por mi después de esto, así que no importa la hora en que deje el lugar... –alzo el rostro para encararla, tratando de ocultar mis nervios. –¿le molesta si me tomo algunos minutos para descansar?

Guardián SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora